1-0. Un penalti polémico deja al Lugo sin un premio merecido

Raúl González Francés pitó dos penaltis en contra del Lugo. El segundo, dudoso, fue el gol de la derrota. El conjunto rojiblanco optó a puntuar en Ipurúa ante el Éibar con un juego serio y solidario hasta el último minuto
Un jugador del Lugo y otro del Eibar disputan un balón. CEDIDA
photo_camera Un jugador del Lugo y otro del Eibar disputan un balón. CEDIDA

Perseguido por la polémica, por una actuación arbitral que renovó enfados, que recordó la rabia de no ganar y no sumar por decisiones demasiado controvertidas. Fue a renglón seguido del duelo ante el Mirandés, lo que eleva la bilis a la garganta y oculta con el disfraz de un mal colegiado un gran partido de un Lugo que debió puntuar en Éibar por méritos propios.

El trencilla Raúl González Francés fue el protagonista de un partido en el que los de Hernán Pérez mantuvieron su mejoría en defensa, optaron a marcar en ataque y acabaron el día fuera del descenso por el favor del Villarreal B ante el Oviedo. Pero el árbitro decidió dejar a los del Ángel Carro de vacío, con el hambre del que se ha ganado el pan pero que lo ve en el plato ajeno.

El grancanario pitó dos penaltis por mano. El segundo tan riguroso que pocos dudan de su error. Si Whalley había detenido el primero no pudo con el zapatazo de Quique para impedir la suma.

Compareció con un once controlado el Lugo. Hubo cambios, no rotaciones masivas pese a la acumulación de partidos en el almanaque. No lo notó el equipo de Hernán Pérez, siempre sólido y ordenado bajo el 4-4-2, con el trabajo de Carbó y Señé por dentro, la capacidad para despejar balones de Alberto y Xavi Torres, las ayudas constantes de los laterales y los centrocampistas cuando el Éibar logró penetrar en el armazón lucense.

No le resultó sencillo a un candidato al ascenso hacerse con el mando. El Lugo se movió siempre como un bloque en el primer tiempo. Lo hizo en la presión adelantada. También cuando le tocó replegar.

Cuando tuvo el balón supo qué hacer con el. La sencillez de su modelo le facilitó las cosas en Ipurúa cuando tuvo que atacar. Fue robar y salir. Fue buscar a Chris Ramos en el juego directo, a El Hacen a su espalda, fue correr por medio de Zé Ricardo, Cuéllar y Sebas Moyano en el terreno concedido por los eibarreses.

Logró encontrar un espacio diáfano para sus extremos cuando jugó a pocos toques. Así fabricó la mejor ocasión a los cuatro minutos. Chris Ramos encontró a Cuéllar y el internacional boliviano se plantó ante Zidane, pero su disparo salió rozando el palo para malgastar el uno para uno.

El propio Ramos se quedó cerca de rematar un centro peligroso antes de que Sebas Moyano errar la primera de sus dos ocasiones. Al cuarto de hora empaló un centro de Zé Ricardo. En el último instante condujo un robo del lateral brasileño para finalizar en el área. El resultado fue idéntico: saque de puerta para el Éibar.

Mientras el Lugo vivía con comodidad en todo el césped, el Eibar trató de llegar por los costados, con Aketxe y Matheus como filtros para Stoichkov y Corpas, para los avances de Tejero e Imanol. Pero no lograron más que una colección de amagos antes del descanso.

Inició el segundo tiempo atrás el conjunto visitante, obligado por el empuje vasco, encerrado en su rincón, aplicado en las tareas defensivas, salvando a Whalley de intervenciones serias.

No tuvo la misma efervescencia en ataque, sin la capacidad para avanzar arriba, sin los extremos ni los laterales para llegar y centrar a Ramos o El Hacen.

Cuando había calmado el encuentro, el colegiado decidió que un fuerte disparo de Stoichkov y que había impactado en la mano de Xabvi Torres era merecedora de los once metros. El VAR, tan activo ante el Mirandés para el perjuicio lucense no acudió a su rescate.

El punta eibarrés chutó la pena máxima. Whalley la detuvo para salvar al equipo de Hernán Pérez. El duelo se rompió, eliminó las ataduras y sacó al Lugo de su cueva con las carreras de Chris Ramos y Sebas Moyano, aunque les faltó  el último pase o la última decisión correcta para hacer daño de verdad. Mientras, el Éibar probó a Whalley, quien apareció ante Tejero y, sobre todo, ante un chut de Troncho al primer palo.

El Lugo parecía capaz de resistir en el tramo final. Su esperanza era cazar una contra que no surgió. Pero al menos había un punto en el morral, un mendrugo que sabía a gloria en la hambruna de la zona baja. Pero ahí apareció el colegiado para quitarle el alimento.

Una mano de Zé Ricardo, sin que ocupara una posición antinatural, en un balón dividido, la convirtió González Francés en una derrota. Inmerecida y dolorosa, pero que envía al Lugo al enfado perenne.

Ficha técnica
1.- Éibar: Luca, Tejero, Berrocal, Venancio, Imanol (Correa, m.83), Sergio Álvarez, Matheus. Corpas (Troncho, m. 68), Aketxe (Javi Muñoz, m. 68), Stoichkov (Vadillo, m. 83) y Blanco Leschuk (Quique, m. 75).
0.- Lugo: Óscar, M. Loureiro, Xavi Torres, Alberto Rodríguez, Ze Ricardo, Cuéllar (Baena, m. 57), Marc Carbó, Josep Señé (Clavería, m. 57), Sebas Moyano (Ces Cotos, m. 71), Chris Ramos y El Hacen (Lebedenko, m, 80).
Gol: 1-0, m.93: Quique, de penalti.
Árbitro: Raúl Martín González (Comité Las Palmas). Amonestó a Juan Berrocal (m.8), Señé (m.56), Ager Aketxe (m.56), Xavi Torres (m.65), Cotos (m.80), Venancio (m.88) y Quique (m.94).
Incidencias: Partido disputado en el estadio Ipurúa ante 4.501 aficionados. 

 

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