2-1. El Lugo remonta al Teruel en casa con el mono de trabajo

Un dulce retorno. De esos que saben bien e ilusionan por los puntos más que por el juego, por el esfuerzo realizado, por haber tenido que sudar de lo lindo para ganar. El Lugo debutó en la Primera RFEF con una remontada ante el Teruel para sumar el primer triunfo a las primeras de cambio y alegrar el comienzo de la era Munitis.

No fue un ejercicio de brillantez futbolística, no fue una lección y una golpe primerizo encima de la mesa. Puede ser que, como dice el entrenador, aún pase tiempo para que eso suceda. Pero, mientras, ganar es un bienvenido mal menor, una sonrisa a la espera de la euforia.

Había advertido Pedro Munitis que el estreno sería más de traje de faena que de frac y pajarita. El primer tiempo le dio la razón al cántabro, con un Lugo trabajador y esforzado en la presión, en la buena colocación de su 4-4-2, en no correr riesgos y atacar por la vía rápida.

Quizás se tomó la orden ofensiva demasiado a pecho, porque sus transiciones fueron precipitadas, con exceso de nervio, pelotas hacia un Adrián Fuentes incapaz de llegar. No buscaron la pausa ni el talento de Víctor Narro para dañar a su rival. Tampoco en explotar a un Nacho Quintana inspirado cuando pudo entrar en contacto con la pelota.

Cómodo con la situación y las imprecisiones rojiblancas, el Teruel vivía un debut plácido, incluso con la osadía de acercarse con la efervescencia del coreano Ahn y algún remate bien atrapado por Lucas Díaz.

Tardó media hora en arrancar todo, como si el árbitro no hubiera pitado y las luces de la premiere hubieran fallado. Lo hizo con el tanto aragonés. Salió casi de la nada, con un pase filtrado a la llegada de Castillo, que le pegó dentro del área sin pensar demasiado, como se debe hacer para sorprender a un portero. Lucas Díaz no pudo hacer nada.

El tanto espoleó al Lugo, que empató tres minutos después. Un córner botado por Javi Vázquez lo remató en el otro lado Aguza. El cuero pasó por decenas de piernas hasta que Ledesma lo tocó para alojarlo en la meta de Taliby.

Ahí surgió un Lugo más liberado, supo combinar y avanzar con la pelota. También aparecieron las ocasiones en sendos remates de Torrado y Morgado que inquietaron al Teruel antes del descanso.

Mantuvo el balón el Lugo. El entretiempo no frenó su dominio, no le quitó el esférico y lo puso a merced del Teruel. Conservó las cosas como estaban, pero devolvió al Lugo al freno de la media hora inicial.

Pese a que Narro logró entrar más en juego, la zaga turolense, ordenada y con la concentración de su lado, evitó que el ex del Dépor mostrara su talento. Tampoco tuvieron la lucidez suficiente sus compañeros, que no encontraban los espacios para hacer verdadero daño.

Atrás apenas hubo problemas. El Teruel, satisfecho con el punto, apenas metió la cabeza en el área lucense y, cuando lo hizo, la zaga resolvió con entereza.

A falta de quince minutos, con el partido frenado y el equipo atrancado en el barro aragonés, Munitis decidió cambiar. Introdujo a Idrissa por un desaparecido Adrián Fuentes y el mauritano formó en punto junto a Ledesma.

A falta de diez para el final, un robo permitió a Javi Vázquez ganar línea de fondo y meter un pase al segundo palo. Allí apareció Ledesma para disparar de volea, pero el cuero salió demasiado alto.

Buscaba continuidad el Lugo para convertir aquella acción aislada en un arreón, en una concatenación de ocasiones y acercamientos que permitieran acercar un gol que parecía demasiado lejos.

Lo acercó Aguza en una gran acción del Lugo, que movió el cuero de lado a lado con un balón cruzado que el cuadro rojiblanco consiguió enviar al centro, donde Aguza disparó ajustado para pegar en el palo y colarlo en la red.

El duelo enloqueció con la necesidad turolense y los contragolpes rojiblancos. Ledesma probó a Tabily y los centros laterales de Borja Martínez inquietaron a un inseguro Lucas Díaz por arriba.

La supervivencia de la que habló Munitis apareció en los últimos instantes, cuando apretó el Teruel y estuvo a un palmo de estropear la fiesta.