Los lunes en la cárcel

Cada lunes, José Ángel Varela sale de su casa con una sonrisa de oreja a oreja camino de la cárcel de Monterroso. "Debo ser de los pocos que acude allí tan contento". Licenciado en Inef, Varela, de 27 años, aceptó con muchísima ilusión y como un reto su primera experiencia en un banquillo.

Era lo que siempre había querido: entrenar. Sólo había un pero: el banquillo, su banquillo, estaba dentro de una cárcel. "El primer día entré con respeto" —recuerda José — "pero enseguida hubo química. Nunca había estado en una cárcel y me llevé una agradable sorpresa". El único problema con el que se encontró el joven técnico de la Fundación Azkar fue el exceso de formalismo de sus jugadores.

"Me trataban de usted, les tuve que pedir por favor que me tutearan". Además del tuteo obligatorio José Ángel puso una única norma más: no quería saber la razón que había llevado a sus jugadores hasta la cárcel. Aún así no pudo evitar una confesión de un delito, algo macabro, a bocajarro que le heló la sangre. "Fue la única. Ahora cuando me preguntan si quiero saber porqué están allí siempre contesto que no. No me interesa, para mi son personas y punto, independientemente de lo que hayan hecho antes", dice.

Defensor absoluto de los beneficios de la práctica del deporte para la educación Varela, además de enseñar a defender y a atacar en la cancha, tiene claro que su labor con los presos tiene que ir mucho más allá de las normas del fútbol sala.

"El compañerismo, la adherencia a una práctica deportiva, la solidaridad, la humildad en el terreno de juego", son según el lucense valores que se trasmiten en la cancha y que seguramente ayuden a sus 16 jugadores en su futura reinserción en la sociedad.

Mientras llega el momento más deseado, el de la salida, Varela trata de que la hora y media del entrenamiento del lunes sea una vía de escape para sus jugadores.

"Poco a poco van mejorando en el parqué", confiesa el lucense, que destaca de sus jugadores la capacidad ofensiva.

"Defender ya no les gusta tanto", confiesa entre risas. Además de entrenar los lunes, los presos tienen cada jueves una competición interna en la que disputan partidos entre sí.

"Los equipos están al nivel de cualquiera de una Liga local", señala orgulloso de sus pupilos el técnico lucense que asegura que su experiencia no ha podido ser más positiva.

"Aprendes mucho, sobre todo a valorar cosas como el hecho de crecer en un entorno como en el que crecí, algo que considero fundamental y que muchos de mis jugadores no han tenido", explica.


(Varela, segundo por la izquierda en la fila de abajo, con su equipo de fútbol sala. Foto: Azkar Lugo)

Cinco nacionalidades
Su equipo, compuesto por 16 jugadores, tiene además la singularidad de contar con cinco nacionalidades distintas, en un centro en el que hay presos de 50 países.

José Ángel no oculta que más allá de su familia, que reaccionó de maravilla, ha tenido que responder a numerosas preguntas de curiosos sobre su puesto. "La gente ve mucho Prision Break y tiene una idea de la cárcel y de los presos distorsionada. Yo estoy encantado con ellos", subraya.

"Me piden las reglas del fútbol sala"
La idea de una cárcel como un centro alejado de la vida real no podría ser más equivocada. José Ángel lo comprobó al poco tiempo de empezar a entrenar en el Centro Penitenciario de Monterroso. "Hay muchas películas que no he visto y los presos sí, y así con un montón de cosas", confiesa el técnico de fútbol sala que ha recibido varias peticiones de sus jugadores. "Muchos vienen de jugar al fútbol y el fútbol sala es nuevo para ellos. Me han pedido sobre todo el reglamento del fútbol sala y algunos videos de los partidos del Azkar Lugo para verlos".

Los entrenamientos que realiza el técnico lucense forman parte del acuerdo que tiene la Fundación Azkar con las cárceles gallegas y que se plasma en diferentes actividades con los presos a lo largo de todo el año como las visitas del primer equipos del Azkar.

En varios idiomas
La única dificultad con la que se ha encontrado Varela a la hora de entrenar a su equipo de presos ha sido el idioma. "Tengo que hablar despacio para que todos capten lo que quiero decir pero normalmente entre ellos se traducen".

Además de nacionalidades, el equipos es homogéneo en edad.

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