Los cazadores se pasan el testigo

La temporada de caza, iniciada el pasado mes de octubre, comenzó de la peor manera posible. Solo seis días después de que se abriese la veda, un joven lucense de 17 años fallecía en plena cacería después de que una bala disparada por un cazador impactase en su pecho tras rebotar en el suelo.

Desde el sector hay coincidencia casi general a la hora de calificar el hecho como un «desgraciado accidente, prácticamente una excepción» que ha afectado a uno de los 14.000 cazadores que existen en la provincia de Lugo -50.000 en toda Galicia-.

Este tipo de accidentes, de los que es casi imposible no tener noticias cada temporada, no evitan, sin embargo, que el relevo generacional en esta actividad deportiva siga su curso, y que sean muchos los jóvenes que adquieren cada año los permisos necesarios para poder salir de caza. De hecho, la cifra de asociados a la Federación Provincial de caza en Lugo se ha cuadruplicado con respecto al año pasado, en parte, gracias a la llegada de muchos jóvenes.

MEDIDAS DE SEGURIDAD

Si algo ha cambiado entre las jornadas de caza de hace algunos años y las de ahora es que se ha mejorado mucho en cuestiones de seguridad», comenta Álvaro Díaz, experimentado cazador de Baralla. Él suele acudir al monte con sus dos hijas, de 23 y 25 años, desde que estas tenían 16, y reconoce que hacerlo supone una «gran responsabilidad». Sin embargo, recalca que en esta «se asumen riesgos como en otras muchas de las actividades que se practican a diario, como conducir un coche», concluyendo que no por ello dejará de salir al monte con su escopeta.

Álvaro asegura no haber pasado miedo «nunca», aunque sus hijas portasen armas «desde poco después de que comenzasen a caminar».

EDAD DE INICIO

La nueva ley de caza de Galicia fue debatida el pasado martes en la Cámara autonómica con discrepancias entre Gobierno y oposición. Los primeros pretenden mantener en 16 años la edad mínima para poder cazar y los segundos, ampliarla a la mayoría de edad. La Federación Provincial de Caza insiste, por su parte, en que esa edad se redujese a los 14 años.

María del Carmen Díaz empezó a salir al monte con dos más, con 16. Heredó la afición por la caza de su padre y su abuelo, comenzó a participar en las batidas siendo una adolescente y continúa haciéndolo, al lado de su hermana, de 23 años, «siempre que los estudios y el trabajo nos dejan algo de tiempo». A la pregunta de si acudirá al monte con sus hijos en el futuro, responde afirmativamente sin dejar espacio al titubeo: «Le enseñaré desde mi experiencia y responderé por él sin dudarlo. Lo importante es aprender de una persona responsable, que según la ley debe encontrarse siempre a menos de 50 metros de distancia, y que en los comienzos esté pendiente y responda por ti. Esa tarea corresponde a un padre o a un compañero de cuadrilla, nunca a un desconocido, por lo que la confianza es siempre máxima», acaba.

El lucense Héctor López, por su parte, comenzó a salir de caza a los 14 años, acompañado por su padre, el actual presidente de la Federación Provincial, Francisco López. Héctor sostiene que entre las enseñanzas recibidas por su progenitor «la seguridad primaba por encima de todo», por lo que afirma que «cuanto menor sea la edad de inicio en la caza, mejor, porque se aprende a practicarla con responsabilidad desde cero». Recalca que «los accidentes que se dan en las cacerías poco tienen que ver con la edad de quien los provoca» y recuerda que en el accidente que causó la muerte del joven lucense hace unas semanas «el percance, además de fortuito, no fue provocado por el joven, por lo que el herido de bala podía haber sido cualquier miembro de la cuadrilla».

Él, que acude a las batidas acompañado por su hermano, confirma que los jóvenes demuestran interés por la caza y que incluso han llegado a modificar su significado. «Aunque la finalidad de salir al monte sea matar, no se busca tanto lograr un importante número de piezas como el disfrute obtenido en el intento por lograrlo». Un ejemplo de ello es la modalidad de caza con arco, que empezó a practicar hace algunos años y que resulta «mucho más deportiva, por lo que produce mayor satisfacción». Practicando caza, Héctor asegura haber aprendido mucho del monte y la naturaleza.

LOS MÁS JÓVENES

La media de edad de los cazadores gallegos se sitúa entre los 50 y los 55 años, e incluso los mayores de 75 superan en número a los más jóvenes. Se trata, por tanto, de una actividad en la que priman los hombres de mediana o avanzada edad, pero que en los últimos años ha ido viendo como las nuevas generaciones de hombres y mujeres ofrecen relevo a padres y abuelos.

Ana Isabel Arbiol, experimentada cazadora, también puede hablar al respecto ya que tiene un hijo de catorce años. Ambos reclaman también que la edad mínima para poder cazar se rebaje a esa cifra, «aunque no siempre es sencillo que los jóvenes se interesen por la caza, porque es una actividad que requiere sacrificio, pero mi hijo está deseando poder empezar a hacerlo», dice Ana Isabel.

«Aunque no pueda utilizar la escopeta -continúa, refiriéndose al menor- acude a las competiciones en las que participamos su padre y yo, y ya entrena con los perros». El menor podrá empuñar un arma en pocos años, ante lo que Ana Isabel se muestra prudente, pero segura que «siempre existe preocupación y todas las precauciones son pocas, pero vemos accidentes protagonizados por menores en campos de fútbol, por ejemplo, y no por ello dejamos a nuestros hijos en casa las veinticuatro horas del día», dice.

ERAN OTROS TIEMPOS

Eugenio Villares, de 65 años y natural de Guitiriz, asistió a su primera cacería «cuando apenas sabía andar», dice el veterano cazador, quien asegura que por aquel entonces «eran otros tiempos y no había mucho donde elegir, así que poder acompañar a mi padre y a mis tíos de caza era una fiesta». Cumplidos los 12 años cogió su primera escopeta y no ha parado hasta hoy.

Eugenio recuerda que en el monte siempre se tomaron medidas de seguridad, aunque reconoce que en la actualidad el nivel de concienciación de los cazadores en este sentido es mayor. Aunque este hecho «no cambia que reducir a cero el número de accidentes sea imposible», matiza.

Reconoce que la caza es una actividad «en la que se portan armas y, por tanto, peligrosa, por lo que los nervios o la inexperiencia de los cazadores jóvenes puede desembocar en alguna imprudencia por su parte», al tiempo que añade que «es algo que, en mayor o menor medida, nos ocurrió a todos en nuestros inicios, por lo que solo nos queda tomar el mayor número de medidas de seguridad que sea posible», termina.

FRANCISCO LÓPEZ, presidente de la Federación Provincial:
«La edad mínima para poder salir a cazar debería rebajarse hasta los 14 años»
Francisco López Penela analiza el presente y el futuro de la caza en la provincia de Lugo con muchas miradas puestas en esta actividad después del fallecimiento del joven Juan Pablo Ares Vázquez pocos días después de que se abriese la veda.

¿Cómo valora los hechos que provocaron la reciente muerte del joven lucense en plena jornada de caza?

Según los testigos la bala rebotó en la tierra e impactó en el cuerpo del joven. Es un hecho muy raro porque es difícil que una bala rebote de ese modo, ya que en esas circunstancias suele quedar en la tierra. Por eso fue un desgraciado suceso, al que se le ha prestado más atención por tratarse de un accidente de caza y no de tráfico, por ejemplo.

¿Se toman las medidas de precaución adecuadas para que no se den accidentes de este tipo?

En Lugo se toman todas las medidas de seguridad exigidas. Tenemos 6.500 emisoras que ayudan a la localización de cada cazador, se suelen utilizar por parte de estos chalecos reflectantes, se organizan cursos de prevención... pero somos muchos los que salimos al monte y resulta imposible prevenir los accidentes. A todos nos gustaría que el número de accidentes fuese cero, algo imposible de lograr en cualquiera de las actividades diarias, incluso manteniéndote dentro de la legalidad, como ha sucedido en este caso en concreto.

Pese a lo ocurrido, desde la federación insisten en que la edad mínima para comenzar a cazar debe reducirse de los 16 a los 14 años.

En efecto, queremos que la licencia de caza se pueda obtener a partir de los 14 años porque no hay datos que digan que se dan accidentes provocados por los más jóvenes. Para obtener el permiso es necesario aprobar una serie de exámenes y la gente que consigue obtener la licencia está más preparada que nunca para poder portar armas y salir a cazar.

¿Se muestran las nuevas generaciones interesadas por este deporte?

La caza está en auge. La gente disfruta cada vez más saliendo al campo y esta es una buena manera de hacerlo. Sabemos además que nuestra función sigue resultando vital para la ganadería y la agricultura, que no serían viables si los cazadores dejasen de salir al monte.

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