Lisardo Gómez: "Maldito destino"

En el cuarto partido contra Ourense todo estaba listo para una gran victoria, en el que iba a ser mi último partido como entrenador, pero no fue así

El 'speaker' Areñas anima al público en la final contra el Ourense en 2015. AEP
photo_camera El 'speaker' Areñas anima al público en la final contra el Ourense en 2015. AEP

Doce años lleva el Breogán en la segunda categoría del baloncesto español, doce años de piedras en el camino. Hemos sufrido frío glaciar, goteras en el Pazo, el enemigo en casa, peligro de desaparición, arbitrajes sonrojantes, lesiones frustrantes en momentos clave, impagos a plantilla y trabajadores del club, etc, etc, etc.

Durante todos estos años, pocas veces el equipo tuvo opciones reales de ascenso, y en todas ellas, el destino quiso que de una u otra manera, el camino del éxito se torciera.

Después de varios años de infructuosa travesía por el desierto LEB, en la temporada 2010/11 y sabedores todos de que no se era favorito ante el abrumador dominio del Murcia y el Obradoiro, se encendió una pequeña chispa de esperanza en aquella eliminatoria frente al Baloncesto León culminada con aquella inolvidable canasta del ahora jugador de Euroliga, Feldeine. Y digo que se encendió una chispa porque desde ahí empezaron las mareas celestes que ya nunca abandonaron al equipo hasta el día de hoy. Todos sabemos como acabó la serie de semis ante él Obra, con un equipo lastrado por las lesiones. Lesiones que siempre han ido ligadas al destino del Breo en su ansiado retorno a la ACB.

En la 2013/14 y sin ser favoritos ni mucho menos, algo cambió. La comunión con la gente era perfecta, recuerdo fotos del equipo con la afición, en la que era difícil distinguir quienes eran unos y otros. Ése equipo tenía alma y sobretodo una defensa realmente buena y dura. Años más tarde, Andreu Casadevall llegó a confesarme en un clínic que compartimos, que en sus clases de entrenador superior utilizaba imágenes de la defensa de cambios de aquel equipo.

Recuerdo que en el último partido de liga regular y sin nada en juego, una de nuestras estrellas cayó lesionada y fue el principio del fin, una retahíla de lesiones impidió a aquel equipo demostrar de lo que era capaz en semis. Dani Rodríguez, Borto, Manu, Laso, Diouf y Roeland fueron cayendo uno tras otro y en muchos casos jugando con un riesgo grande para su futuro, pero demostrando una profesionalidad intachable.

Las dos temporadas que más cerca estuvimos del ascenso fue en la 2007/08 y en la 2014/15. En la primera había tanta igualdad que era difícil saber quién era favorito en la Final Four de Cáceres. Esa temporada ya venía marcada por la lesión de Morley, nuestro jugador estrella. Otra vez la desgracia en forma de lesión se cebaba en el destino del Breo y en un emocionante partido, el Bruesa nos privaba de llegar a la final.

Pero si algún año se estuvo realmente cerca del éxito, ese fue la temporada 14/15, una vez más no se partía como favorito ante el empuje económico de los equipos castellanos, Burgos y Palencia, pero aquel equipo tenía algo. No era la mejor plantilla, no estaba compensada, tenía una grave deficiencia en el tiro exterior, pero tenía garra, compromiso y sobre todo mucho corazón.

El destino quiso que el ascenso directo y el camino, a priori, más fácil en los playoffs se perdiera en la penúltima jornada en un partido que ni debimos ni merecimos perder en Valladolid.

Tras unas duras eliminatorias frente a Valladolid y Palencia, incluido el tercer y épico partido que siempre será recordado por la retirada de la lona del fondo y aquella canasta del capi Dani López en la prórroga, llegamos a la gran final con nuestros vecinos ourensanos y a ese cuarto partido, ya famoso.

Las horas previas a ese choque las viví con una tranquilidad inaudita, alejado de todo el entorno y concentrado solamente en un partido de baloncesto, sin querer saber todo lo que rodeaba a la ciudad y al equipo. Me imagino que los actuales miembros de la plantilla breoganista estarán en una situación parecida.

El destino quiso que nos jugásemos el sueño en un marco incomparable, un Pazo a reventar con un aspecto grandioso y una afición volcada con su equipo, un himno gallego difícil de olvidar y que a uno, aún le pone la piel de gallina. Todo estaba listo para conseguir una gran victoria en el que estaba predestinado a ser mi último partido como entrenador, pero no fue así.

La tristeza y frustración lo envolvió todo después del quinto partido, no vi ni veré tanta tristeza en un vestuario como aquel día, estoy seguro que todos los que estábamos allí aquella noche hoy lloraremos, pero en este caso será de felicidad.

El destino quiso que en el Breo de este año y comandando un gran equipo, estén dos pedazo de jugadores, por los cuales siento admiración, Úriz y Arco.

Los dos fueron claves en la derrota frente a Bruesa en la Final Four de Cáceres y el segundo de ellos en el cuarto partido de la final contra Ourense. Parece que el destino quiso traerlos para devolvernos lo que nos quitaron en los dos momentos que más cerca estuvimos de lograr el sueño. Parece que el destino se quiere reconciliar con el Breo en una temporada sin casi lesiones y realmente brillante. Parece que el destino dejará de ser maldito y pondrá en el lugar que se merece a un gran club y a una afición grandiosa y realmente fiel. Parece que el destino se teñirá de celeste en la ACB.

Enhorabuena a todos los que siempre estuvisteis ahí durante todos estos años, os lo merecéis, el destino os debía una.

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