La humilde grandeza del fútbol

José Manuel Ramil Loureiro (Foto: PEPE ÁLVEZ)
photo_camera José Manuel Ramil Loureiro (Foto: PEPE ÁLVEZ)

pocas personas pueden decir que hayan vivido el fútbol desde la perspectiva e intensidad con que sí lo ha hecho José Manuel Ramil Loureiro. Su espíritu activo e inquieto le ha llevado a ser casi de todo en este deporte y, aunque lejos de los grandes focos y exaltados titulares, su figura está íntimamente vinculada a quienes desde la humildad y el trabajo en la sombra contribuyen a la grandeza de este deporte.

Lo más destacado de su carrera deportiva tuvo que ver con el mundo del arbitraje. Empezó en él a los quince años «animado por un veciño que tamén era árbitro» y por la posibilidad «de gañar un pouco de diñeiro». Una vez tomada la decisión, Ramil realizó los cursos y la pruebas reglamentarias, en las que destacaba en el aspecto físico «porque sempre me coidei», asegura, y le costaba más en el teórico, «polas dificultades de conciliar o estudio co traballo».

Como árbitro colegiado llegó a militar en Regional Preferente y como asistente en Segunda B, aunque su trayectoria se vio prematuramente truncada en el año 2000, al sufrir un accidente de tráfico, cuando se dirigía a A Estrada a arbitrar un encuentro.

Su afán emprededor hizo que junto a Roberto Dorado Bahamonde fundara el Peñarol de Pías, un club que «militou na Segunda Autonómica», según recuerda. Era la temporada 2001/2002 y sólo tres años más tarde, en el 2005, este club dio origen a la actual Sociedad Deportiva Cultural Garabolos, «que ademais do equipo de fútbol, tamén ten unha sección de baloncesto», puntualiza Ramil Loureiro.

Curtido en el arbitraje de las categorías inferiores del fútbol, considera que «estar no campo dirixindo un encontro é moito máis fácil que estar ao fronte dun equipo modesto».

ASCENSO FRUSTRADO

Tras esa afirmación se esconden sin duda esos momentos amargos en los que lo conseguido sobre el terreno de juego no tiene valor alguno cuando no hay un respaldo económico detrás. Una de esas situaciones surgió en la temporada 2009/2010 cuando el equipo de baloncesto consiguió ganar la liga, pero «non puidemos subir de categoría pola falta de orzamento», recuerda con resignación.

La total ausencia de ayudas institucionales es una de las lacras con las que cuentan equipos como la SDC Garabolos. Un tipo de clubes que, sin embargo, son «moi necesarios», según indica Ramil. «Facemos un traballo moi importante, xa que equipos como o Garabolos fan posible que xogadores que non puideron acceder a categorías superiores poidan seguir practicando o deporte que lles gusta», afirma.

Pero a pesar de la labor que realizan, Ramil Loureiro se lamenta de un futuro que ve muy complicado. Las fichas federativas de los jugadores son cada vez más caras y las subvenciones se van casi en su totalidad a los equipos más grandes. Un club como la SDC Garabolos se tiene que conformar «cun presuposto anual duns 12.000 euros, polo que ao final todos acabamos por perder cartos», afirma. Por eso, piensa que lo ideal sería «unha liga de barrios», que al menos les permitiría ahorrar dinero en los desplazamientos.

PEQUEÑAS AYUDAS

Ante este panorama, Ramil Loureiro valora especialmente el apoyo que la SDC Garabolos ha encontrado a través de las empresas y negocios del barrio. «Os veciños son os que máis están axudando para que o club se manteña. Hoxe en día somos 120 socios, unha cifra que para un equipo de barrio non está nada mal», sentencia.

Con los objetivos deportivos condicionados por las limitaciones económicas, Ramil Loureiro es tajante al señalar que el objetivo del club es «sobrevivir». Desde luego, a él no le falta convencimiento, afán de superación y ganas de trabajar para conseguirlo, aunque también espera que pronto haya más manos remando hacia el mismo lado.

De momento, Loureiro espera que sean otros los que tomen el relevo a los mandos de la junta directiva, aunque reconoce que seguirá «axudando en todo o que poida». Y es que, posiblemente, entender la SDC Garabolos sin la figura de Ramil Loureiro resultaría mucho más complicado, porque pocos como él pueden comprender el fútbol desde la humildad y el trabajo diario para disfrutar de su esencia.

Precisamente, es por esa forma de ser y entender la vida, que figuras como las de Ramil Loureiro resulten imprescindibles en la cotidianidad de cualquier barrio.

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