La doble vara del marqués

ALGUIEN dijo una vez, hace mucho tiempo, que cada español lleva consigo un seleccionador nacional. Si es así, seguro que la lista de treinta preseleccionados para el Mundial de Brasil que hizo pública el miércoles Vicente del Bosque presenta unos 45 millones de objeciones, millón arriba millón abajo. Es indiscutible que el señor marqués Del Bosque tiene derecho a confeccionar la lista de acuerdo con sus convicciones. Faltaría más. Como también que su trabajo está sujeto a la crítica. No en vano, la selección importa, y mucho, a millones de españoles.

Como toda lista para un gran torneo, la de Del Bosque para Brasil ha levantado cierta polémica, basada en las ausencias de unos o en las presencias de otros. Pero lo que más ha llamado la atención es que no se haya incluido en la misma a un clásico, con Del Bosque y también con Luis Aragonés, como Álvaro Arbeloa. Bueno, más que sorprender una ausencia que ya se barruntaba, escaman los cambiantes criterios que se han seguido para mandar a ver el Mundial desde el sofá al defensa blanco. De Arbeloa se ha dicho de todo. Y pocas veces bueno. Se le ha acusado de ‘mourinhista’. Oh, qué terrible pecado ser profesional y fiel a las decisiones de tu entrenador. Oh, qué terrible pecado confesar tus preferencias por un técnico. Cuando Arbeloa ha hablado bien, que han sido muchas veces, de Rafa Benítez, su técnico en el Liverpool, nadie se rasgaba las vestiduras, pero si defiende al portugués es poco menos que el enemigo público número uno, alguien a quien exterminar, a quien poner en la frontera o meter poco menos que en prisión.

Según Toni Grande, el brazo derecho del seleccionador, a Arbeloa le ha perjudicado su lesión, de la que ya está restablecido, a la hora de no haber entrado en la lista. Pero en la misma situación que Arbeloa se encuentran en este momento Piqué o Jordi Alba, y nadie discute que hayan sido llamados. Parece, pues, que las verdaderas razones de la exclusión de Arbeloa son personales. Arbeloa no cae bien a ciertos poderes fácticos dentro de la selección y su presencia podría ser un problema para la integración de Diego Costa por mor de aquella patada sin balón, subterránea y reprobable, como el propio jugador reconoció, que propinó al delantero del Atlético en la semifinal de Copa. Pero es que Arbeloa no es el primer futbolista que hace eso. Ni será el último. Algunos incluso pisan cabezas de rivales como el que pisa la uva tras la cosecha y ahí está, como un inocente querubín. El propio Diego Costa, como él mismo reconoce, no es un modelo de comportamiento dentro del campo. En cada partido se gana la expulsión, que no se llega a producir por esa condescendencia general que hay hacia todo lo que huela a Atlético. No merecía un final así Arbeloa en la selección. Parece que la condición de campeón del mundo y dos veces de Europa no vale lo mismo para todos.

¿Pero quién es el responsable de los horarios?

Uno de las exclusivas más sonadas del momento sería presentar al autor, o autores, de la chapuza semanal que es el diseño de los horarios de los partidos de Liga. Sobre todo para aclarar definitivamente si se trata de un mono con pistolas o no. Porque es que el autor, o autores, carece hasta de mínimos conocimientos de geografía. Solo así se explica el despropósito, con consecuencias peligrosas para los futbolistas, que suponen los horarios de la cuadragésima jornada de la Liga de Segunda División, la que se celebra el próximo fin de semana. Solo a alguien que desconoce donde vive se le ocurre fijar un partido en Córdoba a las 16.00 horas a finales de mayo. Es el caso del Córdoba-Castilla. O del Hércules-Lugo a las 17.00 en Alicante. ¿Aprenderá geografía de una vez el famoso mono con pistolas?

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