"Los jugadores, al final de todo, somos una gran familia"

Su habilidad para el regate y para chutar con las dos piernas le abrió las puertas de muchos equipos ►En A Mariña Silvestre Rúa quiso ficharlo pero le dijo que solo jugaría para el Viveiro CF, donde destaca a otros grandes jugadores como Moar, Giz, Xanás o Tarrío
Acacio, con algunos de sus compañeros del Viveiro F.C., en partidos en Cantarrana. ARCHIVO ACACIO REY
photo_camera Acacio, con algunos de sus compañeros del Viveiro F.C., en partidos en Cantarrana. ARCHIVO ACACIO REY

Su vida sobre el césped del Miño terminó en 1981 pero solo para continuar en el fútbol sala "coa sorte de que tamén fixemos un equipo tremendo, o Joyería Abelenda, e quedamos campións de Coruña para, o segundo ano vir o Chaston buscarme". Acacio tenía solo 27 años, lo llamaron para la selección gallega de fútbol sala y llegó a ganar las célebres 50 horas de fútbol sala de Viveiro, eliminando en semifinales al Serra, que tenía un ‘equipazo’ heredado del Viveiro precisamente. Pero esta modalidad no le gustaba, era un fútbol sala distinto al actual pues "para tirar a gol tenías que salir del área". Todavía seguiría en los campos de hierba, ya en las filas del Deportivo Ciudad de veteranos, para jugar "sin presión", pero ganando. El Deportivo Ciudad lo preside ahora su hijo Fernando pero el padre, que le tiraba más practicar, tuvo temporadas en el Español de Santa Lucía y "ya por compromiso jugué en el Vioño hasta los 52 anos". Lo dejaría tras romper por cuarta vez el menisco.

¿Tuvo muchas lesiones?
Jugando en Vilalba, en un córner metí un golazo pero el portero Agustín Baamonde, que luego fue alcalde, me rompió el tabique nasal al intentar despejar. El médico del Viveiro era Fausto Fuertes y me cogió un momento y con un ‘xa está’ volví al campo, pero me quedaría una rinitis crónica. Y me trató mil esguinces Cucarella, médico del Deportivo. En 1976 ya jugué inyectado una final. Me ponían siempre una marca fija, iban detrás de mí. Una vez en Ribadeo se me pegó Otero, cedido del C.D. Lugo, que tras regatearlo con un puñetazo me abrió una fisura en el riñón. Seguí pero comencé a encontrarme mal y pedí el cambio. En la ducha oriné sangre y me asusté. Me querían dejar en Mondoñedo ingresado pero me curé en el sanatorio coruñés de Ervada.

¿Y en A Coruña cómo le fue?
Estando en el Deportivo Ciudad sufrí una lesión como la de Amancio, todavía tengo la marca de los 21 puntos en la pierna a causa de una entrada.

Y también le tocó jugar contra el Viveiro, ¿resultó complicado?
Sí, con 25 años estando en el Miño, vinimos a Cantarrana donde había un equipazo de mucha gente de Ferrol como los Collazo, Torres de central... y se creó expectación al jugar yo, por la rivalidad y por ver quién ascendía. Pasé el fin de semana con la familia y comí con el equipo en Covas. No se cabía en Cantarrana porque antes iba muchísima gente al fútbol. A mí me daban por todos lados y sobre el minuto 15 cogí un balón en el centro del campo y llegué al área, donde regateé al portero, Chema, que me hizo penalti. El árbitro lo pitó pero como yo tenía fama de habilidoso para tirarme en el área, se montó una pelea porque dicen los mal pensados que hice algún gesto despectivo. Me derribaran y no hice nada. Muchos desde la grada me apoyaban y otros no, con lo que se montó una tangana detrás de la portería. Se comentó durante años lo sucedido aquí en Viveiro. El penalti lo metió Rafa, que después se fue al C.D Lugo.

¿Cambiaban mucho de equipo?
Continuamente. Conocí a gente que en 4 años jugó en 4 equipos distintos, y con buen nivel.

¿Qué jugador le llamó la atención en estas categorías?
Cosas buenas de verdad se las vi hacer a Cea, del Deportivo Ciudad. Es de mi edad y hacemos los cumpleaños juntos, nacido en Melide, su padre jugó en el Atlético de Madrid. Y también por la contundencia que mostraba, pues había que tener cuidado con él, destacaría como marcador nato a Portela, que llegó a jugar en el Dépor. Era implacable, por las ganas que le ponía.

¿Y del Viveiro?
Tuvo muy buenos jugadores. Jorge Moar era impresionante. Merecía estar muy arriba. También el lateral Giz, además de Luis ‘O Xanás’, antes de ir al Zaragoza y al Lérida, eran gente muy buena. Como Antonio Tarrío, muy completo pero que tuvo mala suerte. Le pegaba muy bien con ambas piernas, era rápido y goleador.

¿Y usted cómo le pegaba?
También con las dos piernas pero los penaltis los tiraba con la zurda. Era increíble, siendo más bien derecho. En el fútbol sala se quedaban mirándome porque le pegaba igual con ambas piernas. En el fútbol los zurdos se valoraban mucho, había pocos. Un zurdo con calidad y que no fuera vago, marcaba diferencias. Moro, por ejemplo, era uno de estos casos.

¿Sigue yendo al campo?
Dejé de ir a Riazor, el fútbol lo disfruto más practicándolo pero reconozco que la afición que tiene el Deportivo es aún hoy increíble. El boom de hoy en día, tras el Super Dépor de Bebeto, Fran... es que tiene enganchados a los niños y chavales. A los pocos partidos que fui, tener en una Segunda B unos 25.000 espectadores me parece grandioso. En Primera División únicamente se ve con los cinco primeros. Pero la verdad es que ahora solo voy a ver fútbol en directo cuando estoy en Viveiro y juega por la mañana. Entonces no pierdo partido.

¿No va a ver a los nietos?
Tengo un nieto con cualidades. No es bueno que yo lo diga pero los padres saben lo que es el deporte y le aconsejan que para jugar al fútbol tiene que estudiar. Está siempre en las selecciones locales pero condicionado, no está al 100% y en parte estoy de acuerdo, aunque le veo posibilidades de ser profesional. Dejé de ir al observar que el chaval cada día estaba mejor. Tiene la edad que tenía yo.

¿Todavía añora aquel Viveiro?
Era el gran equipo de A Mariña. Jugábamos en Ribadeo el Emma Cuervo o contra el Foz en el Martínez Otero. Recuerdo una vez que perdimos allí 0-1 y luego en casa le endosamos 6-0 al Foz. Este tuvo uno de los grandes centrales con los que me topé y luego llegó a jugar en el C.D. Lugo para acabar en el Burela: Pedro Tapia. Y recuerdo a Totelo de Foz que fue un mito en el Xove Lago. Ahora vive en Viveiro. Los jugadores, al final de todo, somos una gran familia.

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