Gancho de realidad

Alberto Piñeiro, proclamado recientemente campeón de España de boxeo de peso medio, acude cada mañana al Ángel Carro para llevar a cabo tareas de mantenimiento en las gradas. La vida continúa para un deportista consciente de que no puede vivir del ring
O Piña, en una de las gradas del Ángel Carro
photo_camera O Piña, en una de las gradas del Ángel Carro

UNO SE pasa varios años de su vida preparándose al límite para intentar lograr un sueño al alcance de pocos. Consigue que una ciudad entera se vuelque con él. Sufre un tropezón y se rehace. Regresa al campo de batalla y se corona Campeón de España de boxeo ante 3.000 almas que no dejan de corear su nombre. "¡Piña! ¡Piña!", resuena en el Municipal. Elogios. Felicitaciones. Fotos. Un fin de semana de película que desaparece el lunes por la mañana; hay que poner el despertador y madrugar para ir a trabajar. Porque soñar es gratis, pero lo demás hay que pagarlo.

A Alberto Piñeiro, afortunadamente, nada de esto le pilla por sorpresa. Él sabe perfectamente lo que hay, y no solo lo asume, sino que lo lleva con buen humor: "Llevo ya cuatro años trabajando en el mantenimiento de las gradas del Ángel Carro. Estoy muy contento, lo cierto es que en el club me ayudan mucho y sin ellos me resultaría complicadísimo llegar en plena forma a los combates. Me dan un horario flexible, trabajo cuatro horas por la mañana y así tengo las tardes libres para poder entrenar", explica el primer púgil lucense en coronarse campeón nacional de boxeo.

Su actitud positiva, sin embargo, no oculta el problema que sufren muchos deportistas profesionales de deportes minoritarios. Para alcanzar la cima hacen falta muchas horas, y es la gratificación económica no es suficiente. La única solución es tirar de los tuyos y sacrificar algo tan valioso como el tiempo.

"El boxeo es un deporte muy mal pagado, pero eso ya lo sabíamos. Siempre fui consciente de que, aunque consiguiera ser campeón de España, al día siguiente tendría que ir a trabajar. Es una vida muy dura y poco recompensada a nivel económico", explica O Piña.

El púgil de A Piringalla insiste en que no se le caen los anillos por tener que trabajar. "También muchos otros tienen que hacerlo", comenta. Aunque esos otros, eso sí, no aguantan diez asaltos contra Dani Pérez ni hacen que los jueces tomen una decisión unánime a su favor.

Alberto Piñeiro se encuentra en pleno proceso de recuperación tras la preparación específica realizada para el combate, y de momento, no tiene en mente qué vendrá a a partir de ahora: "Ahora tenemos unas semanas de vacaciones. Cuando volvamos, nos sentaremos a mirar y nos pondremos nuevas metas. Pero, de momento, no tengo planes. Ya veremos cuando vuelva a entrenar", afirma el boxeador.

REGALO. Una de las historias relacionadas con el ya mítico combate tiene que ver con el cinturón de campeón del peso medio. O Piña apareció junto a Miki Sánchez -su entrenador- con el cinturón y se lo regaló. "Es tuyo, te lo mereces más que yo", le dijo al expúgil lucense.

"Rexeiteillo. Quen o merece é el. Xa lle dixen que me doería no corazón ter un cinturón polo que pelexou tanto", le respondió Sánchez.

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