Tres jornadas después del arranque de la Segunda División, el Lugo empieza a tener claro cuáles son sus fortalezas y sus debilidades. Después de dos empates en los dos primeros partidos y una derrota en casa este domingo ante el Valladolid (0-2), los de Albés ocupan la décimo séptima posición de la tabla, con dos puntos, solo dos goles a favor –los anotados en el Carlos Tartiere– y cuatro en contra, un bagaje insuficiente y que enciende las alarmas en el Anxo Carro.
El Lugo peca de falta de contundencia en las dos áreas. Contra el Valladolid intentó la reacción tras el buen gol de Weissman pero al error de Joselu desde los once metros se le unió solo una clara ocasión en la primera parte que ni siquiera encontró los tres palos. En el segundo tiempo, solo Barreiro consiguió superar a Roberto, pero su gol acabó invalidado por posición adelantada. Solo dos oportunidades ante un equipo vallisoletano que jugó con diez gran parte del encuentro.
Contra la Real B ocurrió algo parecido. Aunque en ese partido el Lugo sí minimizó el potencial ofensivo de los de Xabi Alonso, tampoco encontró la portería rival pese a las numerosas llegadas a las inmediaciones del área donostiarra. La falta de gol alejó al los lucenses de un triunfo que merecieron sobre el terreno de juego.
En la primera jornada, la reacción a los dos primeros goles del Oviedo fue la adecuada, con un CD Lugo que redujo distancias a falta de 15 minutos para el final y logró el empate cerca del final. Sin embargo, en el primer tiempo encajó dos goles evitables, tal y como ocurrió este domingo ante el equipo que dirige Pacheta. La ausencia de Alende, Álex Pérez y Alberto Rodríguez obligó a dos centrocampistas como Xavi Torres y Carlos Pita a ejercer de centrales, una situación que el Valladolid penalizó en transición defensiva.
Ante el Fuenlabrada, el próximo rival rojiblanco, el Lugo debe dar un paso adelante para volver a dejar su portería a cero y, sobre todo, tener la calma necesaria en el área rival para no desperdiciar las pocas ocasiones que genera.
