El valor añadido está en el asiento derecho

En el interior de un vehículo de rallye los éxitos o fracasos son cosa de dos, aunque a veces, lo primero sólo se reconozca a quien conduce. Pero como reconocen los propios pilotos, la función de quien se sienta en el asiento de la derecha, es decir el copiloto o navegante, resulta fundamental y, en muchas ocasiones, determinante para que todo funcione correctamente.

La alargada sombra de Diego Vallejo, el experimentado deportista de Meira, ha dado lugar a una singular escuela —incluso muchos de ellos procedentes de los cursos específicos que él mismo imparte— que han subido peldaños desde las pruebas de ámbito regional hasta llegar, incluso, a carreras internacionales.

Ser copiloto supone sacrificio, esfuerzo y mucha afición e ilusión, que se prolonga a lo largo de la temporada, afrontando nuevos retos y cantando notas tanto en asfalto como en tierra.

Diego Vallejo
Natural de Meira, Diego es una inevitable referente y la experiencia personificada. Copiloto profesional desde hace varias temporadas, este lucense ha acompañado, además de a su hermano Sergio, a pilotos de la talla de Manuel Muniente, Amador Vidal, Sanfilippo y los mundialistas Llovera y Ferreyros, sin olvidar a los también gallegos Javier Pedreira y Evangelino Otero. Diego Vallejo debutó en el Rallye Ciudad de Cristal de 1989 y "desde que hice mi primer tramo cronometrado ya no pude pensar en dedicarme a otra cosa". Tiene muchos recuerdos de su dilatada trayectoria, pero se queda con "la cantidad de amigos que he hecho en este deporte". Entre los peores momentos destaca "el mal trago de perder el Desafío Peugeot de 1993". Vallejo, que afronta el estatal de asfalto con su hermano Sergio en el presente ejercicio, tiene claro que un copiloto tiene que ser "aficionado, trabajador y ordenado". Considera que el copiloto está medianamente valorado, aunque lo importante es el aprecio del piloto y de su propio equipo. "He conseguido más de lo que soñaba pero no me importaría ser campeón de España", matiza.

Marcos Burgo Vilanova
(Lugo, 1977) Con diferentes títulos nacionales y gallegos a sus espaldas, este empleado de almacén de mercería y corsetería empezó en este mundo "por afición y porque no me interesaba participar como piloto, incluso tardé unos cuantos años en sacar el carnet de conducir. Siempre me llamó la atención la labor del copiloto y mostraba gran admiración por su trabajo" indica Marcos, que ha corrido con Andrés Fraga, Alberto López y su hermano Pedro. Burgo se considera una parte más del equipo aunque "un mal trabajo nuestro arruina un rallye y, por otro lado, por muy bueno que sea el copiloto nunca llegarán los triunfos si a su lado tiene un mal piloto. Para mí lo importante es sentirme reconocido por los míos, aunque me duele la poca importancia mediática que se nos da", añade el campeón gallego de la pasada temporada.

Ramón López Marín
(Lugo, 1969) Maestro de Educación Primaria, Ramón López Marín atesora ya una notable experiencia, con participaciones al lado de Vilariño, Doménech, Ferreyros, Senra o Cabanela. "Desde siempre me gustaron los rallyes y el perfil de copiloto encajaba con mi forma de ser", afirma este colaborador de la escuela DVF. López define al navegante como "organizado, tranquilo y valiente" y guarda como mejor recuerdo el Sierra Morena del pasado año, donde copilotó el Porsche del Nupel Team. En la parte negativa están los accidentes sufridos con Vilariño y Doménech en Ferrol 2006 y Madrid 2007, respectivamente, y saldados ambos con un buen susto. "La gente desconoce el verdadero papel que desempeñamos en muchos aspectos de la carrera y la sintonía que debemos tener con el piloto, para que salgan los tiempos", finaliza.

Mario González Tomé
(Ginebra, Suiza, 1978) González Tomé se inicio como navegante con sólo 19 años, ganándose la confianza de pilotos como Pablo López, Sandamil, Dopico, Roberto Méndez, Luis Carballido, Álvaro Muñiz, Javier Azcona, Luis Monzón o incluso Sergio Vallejo. "Un buen piloto nace y un buen copiloto se hace. A medida que se disputa un tramo se es consicente de que uno puede ‘conducir’ el coche en base a factores como la voz y el ritmo que se imponga", afirma este funcionario del Cuerpo Nacional de Policia. Para él los tres adjetivos que definen a un copiloto son "preciso, metódico y resolutivo". Tomé conserva el mejor recuerdo en la temporada 99, cuando ganó con Vallejo el nacional de F3 1600 cc, aunque de ese año sea también el peor: la rotura de motor cuando estaban a punto de ganar el Rallye San Froilán de aquel año.

Iván Gómez Cuiña
(Lugo, 1982) "Al principio quería ser piloto pero ciertos reportajes de televisión me enseñaron la función del copiloto y ahí empezó todo". Gómez, que debutó en el Rallye de San Martiño 2003, ha copilotado a pilotos como López Canosa, Carballo, Carballosa, Óscar López, Benito Pérez, Diego Antelo, Antonio Otero o Pérez Orozco. Este auxiliar de Escuela Infantil, que alternará el gallego de rallyes 2009 con la Promoción Rallye Racing, opina que la labor del copiloto "no es valorada correctamente y a mayores no se sabe cual es su misión, que a veces queda reducida a pensar que es una persona sentada en el asiento de la derecha". En su todavía corta carrera, aunque ya con sesenta rallyes en sus cuadernos, Gómez lamenta el abandono del Príncipe 2007 y subraya la victoria del pasado año en la Challenge Noroeste.

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