El Lugo ha tenido serios problemas en los últimos tiempos con la asignatura más importante en esto del fútbol: el gol. A pesar de que el curso rojiblanco está prácticamente aprobado (la salvación te garantiza el 5 y solo una hecatombe acabaría con los lucenses en Segunda B y con el consiguiente suspenso), el equipo dirigido por Quique Setién hizo soñar a la afición con un expediente digno del mejor estudiante de Harvard. Sin embargo, la falta de acierto en el último mes ha supuesto que se encuentre ahora en una incómoda -o tranquila- tierra de nadie.
Los rojiblancos se dieron un festín ante el Mallorca (4-0) hace casi cinco semanas que parecía empujar al equipo hacia los puestos de arriba de la clasificación de Segunda. Caballero, Toni, Pelayo y Manu fueron los encargados de anotar los cuatro goles en un Ángel Carro que veía en el horizonte el manjar suculento de la promoción a Primera. Sin embargo, aquella tormenta goleadora dio paso a una sequía que truncó los anhelos rojiblancos. El Lugo solo pudo marcar dos goles en los cuatro partidos que sucedieron al duelo frente a los isleños, en los que sumó solo dos puntos.
Se dieron un festín ante el Mallorca (4-0) hace casi cinco semanas que parecía empujar al equipo hacia los puestos de arriba de la clasificación de Segunda
La jornada trigésima tercera se iniciaba con grandes expectativas para los rojiblancos. El Zaragoza estaba a solo cuatro puntos y el Lugo visitaba el campo del Sabadell, hundido en la clasificación. Los lucenses realizaron un partido muy completo e incluso se pusieron por delante gracias a un gol de Toni. Pero a partir de ahí la puntería se nubló y los atacantes desperdiciaron las oportunidades generadas por el juego del equipo. El Sabadell dio la vuelta al marcador y la promoción se alejaba: un punto más y una jornada menos.
Tras el gol anotado por Toni, los rojiblancos encadenaron un total de 347 minutos sin ver puerta. El tanto del futbolista coruñés llegó al inicio del duelo en Sabadell y el Lugo no volvió a marcar hasta que Álvaro Peña fusiló el pasado domingo la portería del Tenerife en el minuto 87.
Entre medias, una derrota por la mínima en Santander (encuentro en el que, además, se lesionó el delantero Pablo Caballero, autor de cuatro tantos desde su llegada al club en el mercado de invierno) y un insuficiente empate a cero en casa ante el Alcorcón. Ante los cántabros, la falta de gol se hizo notar sobre todo en los instantes finales, cuando el equipo se volcó sin premio. Contra el Alcorcón, el gafe se personificó en David Ferreiro, que desaprovechó varias ocasiones de batir a Javi Jiménez.
El mencionado gol de Álvaro Peña rompió un gafe que los rojiblancos esperan no repetir en lo que queda de curso. Los jugadores mantienen la esperanza de que, mientras sea posible de forma matemática, la lucha por la promoción de ascenso es posible, pero otras casi seis horas sin ver puerta no solo convertirían el sueño en imposible, sino que podrían poner en peligro la permanencia.
