Su camino estaba escrito. Las aptitudes innatas de Ramón Díaz sobre el campo de juego pronto saltaron a la palestra. El equipo benjamín del Polvorín vio nacer a la última perla del fútbol lucense. Una capacidad goleadora sobresaliente junto a un golpeo de balón templado y seco midieron las posibilidades de futuro de un jugador con dotes para ser mariscal del centro del campo, con potencia para ofrecerse como salida de las acciones de ataque o un muro de contención desde la posición de medio centro y, sobre todo, para perforar las redes en posiciones de ataque, su hábitat natural. Su historia cobró sentido en un campus organizado el pasado verano por el Celta de Vigo.
El jugador lucense despertó el sexto sentido de Oubiña, uno de los entrenadores del evento, que desde el primer momento sabía que Ramón tendría un hueco en la plantilla alevín. Después de consensuar la decisión con la totalidad del cuerpo técnico de las categorías inferiores de la entidad olívica ante las posibilidades que se le presentaban al hacerse con los servicios del crack lucense, el Celta lo incorporó. «Dos veces por semana acude a los entrenamientos. Ahora está becado pero aun así tiene que hacer 400 kilómetros cada día de entrenamiento o partido, incluso algún fin de semana tiene que ir a A Madroa el sábado y el domingo y salir de Lugo a las 6.15 porque juega a las 10.00», reconoce la madre, Teresa Abelleira.
El chaval aprovecha los kilómetros por carretera para recuperar fuerzas. «Se hace duro pero duermo a la ida y a la vuelta», dice Ramón. El esfuerzo es grande pero la ilusión compensa la aventura de fin de semana de madre e hijo. «Empecé con unas pruebas a finales de septiembre y después el coordinador quería incorporarme, pero se lo pensó por la distancia que había entre Vigo y Lugo. Pero hace dos meses me dieron una ficha propia en el equipo y ya estoy muy integrado en el equipo», dice.
Polivalencia
La polivalencia de Ramón es una de sus mejores armas como futbolista. Si fuese necesario hasta ocuparía un lugar bajo palos, pero su estrella apunta hacia la portería adversaria. «Depende del partido, juego de defensa, medio centro o media punta. Prefiero jugar arriba porque desde esta posición tocas más balón y puedes meter más goles. Estoy más acostumbrado a jugar de delantero», explica.
Nivel competitivo
El nivel en la competición viguesa es sensiblemente superior al que se puede encontrar en la Liga provincial lucense. «El nivel del equipo es muy alto. La mayoría de mis compañeros llevan dos años jugando juntos y son muy buenos. Cambió un poco el jugar en el Polvorín y en el Celta. El nivel es más alto en Vigo», reconoce el futbolista de 11 años, «casi 12», replica al reportero con la experiencia de un internacional.
Ramón tiene perfectamente acotados a los rivales más complicados tanto en fútbol 7 como en fútbol 11. «Los equipos que más guerra nos dan son el Santa Mariña en fútbol 7 y el Areosa en fútbol 11», advierte el estilete del Celta.
A pesar de pertenecer a la categoría alevín, el ex jugador del Polvorín disputa partidos también de once contra once. «Es más real y además jugamos partidos de setenta minutos», reconoce el jugador que a pesar de integrarse en la plantilla viguesa con la temporada ya comenzada se ha convertido en una de las piezas básicas en el vestuario celeste. «La verdad es que me acogieron muy bien desde el primer día todos mis compañeros, el entrenador y la gente del club».
FUTURO PROMETEDOR |
«Sabía del interés por Ramón del Lugo, el Residencia y el Deportivo, pero fue Oubiña, técnico del Celta, quien mostró más interés desde que lo vio en el campus de verano del club. No estaba muy segura, porque era una decisión complicada, sólo tiene 11 años, pero al ver lo bien que los tratan; con psicóloga, fisioterapeutas y entrenadores cualificados, acepté. Si sigue en cadetes, dentro de dos años se quedará interno en el colegio Marcote, que tiene un convenio con el Celta», dice Teresa Abelleira. La exigencia es máxima a pesar de la edad de los futbolistas. «En el Celta solemos trabajar mucho todos los aspectos y las dos horas que entrenamos las dedicamos sobre todos a mejorar la técnica y la colocación. Los entrenadores suelen ser bastante exigentes para preparar los partidos», explica el polivalente jugador. Decisión complicada «Cuando me dijeron que iba a fichar por el Celta me puse muy contento. Era una buena idea porque podría aprender mucho». Los resultados lo confirman. «En fútbol 7 somos primeros y sólo perdimos uno, y en 11 tuvimos mala suerte en un partido y somos segundos a un punto del líder». |