Eduardo Iglesias ya está preparado para cruzar el desierto sentado sobre su moto, una KTM 450 Rallye. Por segunda vez, el piloto monfortino ha decidido embarcarse en la prueba más célebre y dura del mundo. Aunque el Dakar es este año, seguramente, más exigente que nunca. El culpable de ello es el mismo de siempre en los últimos tiempos, el coronavirus.
A los kilómetros y kilómetros de arena y dunas hay que sumarles en esta edición las extremas medidas planteadas por la organización para evitar contagios. Los obstáculos han comenzado con el propio viaje a Arabia Saudí, país donde se celebra la carrera por segundo año y que ha cerrado sus fronteras ante la expansión de la variante británica del covid.
Eduardo Iglesias tuvo que volar en un chárter pagado por su equipo, el FN Speed. Antes debió hacerse una PCR y, por supuesto, dar negativo. El pasado lunes llegó a Arabia Saudí, cuyo gobierno exige descargarse una aplicación móvil para estar permanentemente localizado, y se fue directo al hotel, donde le esperaban otra PCR y una cuarentena de dos días previa al comienzo del Dakar. Solo tomará la salida si este segundo test da otra vez un resultado negativo.
El rallye arranca este sábado, día 2, desde la ciudad de Jeddah, donde se encuentra Eduardo Iglesias ahora mismo.
Nunca es fácil meter primera en el Dakar y mucho menos lo ha sido esta vez. Algún participante histórico, como el copiloto de Nani Roma (campeón en dos ocasiones), se lo tendrá que perder por culpa de una PCR positiva.
Ya en Arabia Saudí, el piloto ha estado de cuarentena en un hotel de Jeddah
AISLAMIENTO. Una vez superado el implacable examen de las PCR, Eduardo Iglesias entrará en la burbuja del Dakar, donde permanecerá aislado del resto del mundo hasta el final de la prueba, el 15 de enero. Solo podrá mantener contacto con los demás participantes en la carrera, así como con los miembros de los equipos. El incumplimiento de esta norma acarreará una importante sanción.
"Nadie que no sea piloto, mecánico o tenga algún tipo de relación con la prueba puede acceder a los campamentos", indica Eduardo Iglesias, que estará identificado, como todos los integrantes del Dakar 2021, por una pulsera. "Lo he llevado con algo de tensión y miedo a contagiarse en España días antes de viajar. Lo que pretende la organización es que estés aislado y la prueba pueda desarrollarse sin contagios", añade el deportista monfortino.
En cuanto la competición dé comienzo, Iglesias solo pisará el campamento y los trazados por los que se lleve a cabo la etapa. Hay un total de doce (un día es de descanso) y el sábado se celebra un prólogo. Lo bueno arranca el domingo, día 3. Eduardo Iglesias solo tendrá ojos entonces para su moto y la arena del desierto.
LA PRUEBA. En el Dakar hay que hacer frente a una media aproximada de 600 kilómetros por etapa, entre la carrera y los enlaces para llegar a la salida o la burbuja. Los pilotos son controlados vía satélite, lo que permite a la organización saber si el vehículo está parado y conectar con el deportista para comprobar si ha sufrido una avería o un accidente. Si no hay respuesta, se envía un helicóptero al rescate al lugar.
Para moverse por el desierto, el gran aliado de los pilotos es un roadbook. Se trata de una especie de libro de ruta que muestra todos los puntos por los que deben pasar obligatoriamente en cada etapa.
Experiencia
"Tengo la del año pasado, cuando era novato, y es un grado", comenta Eduardo Iglesias, que terminó la edición de 2020 "muy contento". Aun así, vaticina que, como en todas las ediciones del Dakar, "en esta tocará sufrir". Además, concluye, el coronavirus ha sido estas semanas un "añadido" que incrementa la dificultad.
Entrenamiento
Eduardo Iglesias pasó una semana probando su moto en el desierto de Marruecos, como aperitivo de lo que le espera en Arabia Saudí.
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Fue la posición en la que terminó en su primera vez en el Dakar. Este resultado está en su punto de mira este año. Intentará batirlo.