La crónica | 71-87. Un Breogán dócil y sin réplica

El Zaragoza, mucho más intenso y metido en el partido, mandó con claridad durante los 40 minutos. El equipo local falló con estrépito en defensa y en ataque se desquició ante los cambios del rival
Ethan Happ intenta entrar a canasta ante Hlinason e Iván Cruz. XESÚS PONTE
photo_camera Ethan Happ intenta entrar a canasta ante Hlinason e Iván Cruz. XESÚS PONTE

Veljko Mrsic fue recibido con una ovación por parte de los aficionados breoganistas para celebrar la renovación de su compromiso por el Breogán pero el serbio no pudo corresponder con una victoria de su equipo. Más bien al contrario, el Río Breogán realizó una de sus peores actuaciones de la temporada. Fue superado claramente por un rival que desde el primer minuto llevó el partido a donde quiso y que, en la práctica, nunca dio opción a que los locales pudieran siquiera pensar en la opción de remontar el partido.

Y aunque el repaso del Zaragoza fue considerable, la causa principal de la derrota breoganista no es nueva. La clave de la buena temporada del equipo lucense, a pesar de 'lo de ayer' sigue ubicado en el noveno puesto de la tabla, está en su filosofía de juego. Es decir, intensidad, esfuerzo defensivo, juego de equipo y ritmo. Con estas premisas, en la primera vuelta el conjunto lucense se impuso a todos los rivales que no están ahora en las ocho primeras plazas, a excepción del encuentro de Granada. Era muy complicado, para esos rivales de la zona media  y baja aguantar el ritmo de los hombres de Mrsic.

Pero, como ya ocurrió ante el Betis, el conjunto lucense perdió mordiente. Probablemente el hecho de haber asegurado la permanencia hace ya alguna jornada ha rebajado la intensidad, la agresividad del equipo. Y, sobre esto, hay dos anotaciones, la primera que sin sus características principales el Breogán pasa a ser un equipo vulgar y la segunda que a estas alturas de la temporada hay equipos que se juegan literalmente la vida baloncestística, es decir, que cada partido lo tienen que afrontar como una final. Y esta diferencia de intensidad e incluso de motivación marcó ayer el encuentro.

El Casademont Zaragoza lo tuvo claro. Desde el mismo inicio, una defensa muy intensa con un nivel de falta que desde el principio situó muy alto. A esto el Breogán no tuvo respuesta. Además, Stefan Jovic controló como quiso los primeros minutos. En el ocho, el resultado era de 16-26 y el base serbio ya había anotado 16 puntos. Tantos como todo el Breogán.

Tan buen inicio hizo crecer en confianza a los hombres de Porfirio Fisac, que llegaron a jugar con total comodidad. Al final de la primera parte (39-49), todos los indicadores eran negativos para los locales: casi 50 puntos recibidos permitiendo al rival un exagerado porcentaje de aciertos en tiros de dos puntos, casi un 90%, con 17 canastas de 19 intentos. Un reflejo de la pésima y blanda defensa, sobre todo en el uno contra uno. Además, el Breogán sólo capturó un rebote ofensivo y en ataque, la parálisis fue total. Desconcierto ante los cambios defensivos del rival, lenta circulación de balón y, en resumen, muy pocas opciones de buenos lanzamientos.

En la segunda parte no varió la decoración. El Breogán lo intentó, pero su desacierto fue incrementando la ofuscación y el desorden. Mientras, su crecido rival se limitó a jugar con la desesperación breoganista y tuvo siempre el control de un triunfo que para el Casademont Zaragoza puede significar la permanencia.

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