Hotel Abades Plaza, calle de la Sultana de Granada, muy cerca del centro histórico. Unos huéspedes de altura: un centenar de los mejores jugadores europeos y mundiales, técnicos, preparadores y el personal de la Liga Endesa. La última vez que el Breogán estuvo en ese hotel fue hace solo unos meses, cuando se jugó la única plaza de ascenso con el equipo local y ganó. Cosas de la vida.
El Abades Plaza tiene un gran hall, desde el que se accede a las habitaciones. Y ese hall, ¡ay ese hall!, si pudiera hablar. En cada esquina hay un agente o un director general y no es raro ver como un jugador habla con los directivos rivales. ¿Del tiempo? ¿O del contrato de la próxima temporada? Por eso es tan especial la Copa, por esa concentración de energías y anhelos en tan pocos metros cuadrados.
Hay también un espacio para empresas que venden sus productos relacionados con el básket, ya sean balones o canastas, o material de fisoterapia, o incluso nueva tecnología, como el robot con videollamada incluida con el cual los Quintela pudieron hablar ayer con su abuela: "Que tal rapaces?", dijo a través del engendro la matriarca Quintela.
La ciudad también está tomada por la Copa. Calles con alegorías sobre la competición, pegatinas de zapatillas por las calles con los nombres de los protagonistas y ‘fan zone’ para los pequeños y no tan pequeños. Ayer la marea lucense ya se acomodó en un bar. Eso sí, un bar con barril de Estrella Galicia.
Y el Breogán es una de las estrellas de este circo, por méritos propios. Igual que el hotel, ese pabellón en el que se festejó el ascenso se torna en escenario del partido ante, quizá, el mejor equipo de Europa. Con otra coincidencia, además. En plena remodelación, el parqué iba a ser sustituido por uno nuevo, pero algo falló, y al final el piso es el antiguo, sobre el que hace unos meses Kacinas, Cruz y los Quintela derramaron el champán. También Salva Arco, presente en esta Copa, y al que se le escapó alguna lagrimita recordando aquel emotivo momento.
Esa ACB que en algunas cosas se equivocó sí se puede considerar que dio de lleno en el clavo con este sistema de competición. Ocho equipos, siete partidos y solo cuatro días de competición. Baloncesto ‘fast food’ y ‘delicatessen’ a la vez, que se emite a más de 150 países a través de la señal de Movistar. Mucho más atractivo incluso que los play off por el título. Y el Breogán, ese Breogán de los sufrimientos pretéritos, ese Breogán está ahí.