Adiaratou alcanza la gloria en Tokio: "No me lo creo aún, fue una carrera muy dura"

La joven velocista afincada en Lugo y con orígenes en Mali logró el oro en los 100 metros en los Juegos Paralímpicos gracias a una gran remontada en la final. "No me lo creo aún, fue una carrera muy dura por el alto nivel que hubo", dijo
Adiaratou Iglesias entra en la meta por delante de sus rivales. JAIME DE DIEGO
photo_camera Adiaratou Iglesias entra en la meta por delante de sus rivales. JAIME DE DIEGO

Adiaratou Iglesias conquistó Tokio. La velocista afincada en Lugo y con orígenes en Mali se alzó este martes con la medalla de oro en la final de 100 metros (categoría T13) después de una espectacular remontada y parar el cronómetro en 11.96 segundos. La atleta del club Lucus Caixa Rural resolvió una discreta salida con un extraordinaria capacidad de aceleración a media prueba y dejó atrás a favoritas como la azerbayana Lamiya Valiyeva (11.99) o la norteamericana Kym Crosby (12.08).

Con esta medalla, Adiaratou refrenda su progresión sobre la pista. En el Mundial de Dubai (Emiratos Árabes Unidos) de 2019 fue subcampeona en 100 y 200 metros y este año, en el Europeo de Bydgoszcz (Polonia), doble campeona continental en ambas distancias.

"No me lo creo aún. Me gusta la competencia pero esta carrera fue muy dura por el nivel que hubo", reconoció Adiaratou, que dedicó su triunfo, en primer lugar, a su madre. Su madre española. La persona que le ha dado una nueva vida en Lugo, ciudad de la que siente todo el apoyo.

Adi tiene este jueves la opción de conseguir otra medalla, la de 400 metros

La medalla de oro recompensa el intenso trabajo de Adiaratou Iglesias y refrenda su calidad como atleta en el mayor escaparate mundial del deporte paralímpico. Un bonito envoltorio a la banda sonora que alimenta su vida. Cualquier canción de su admirado Salif Keita, un músico maliense también albino y reconocido mundialmente.

La velocista nació con albinismo, un trastorno causado por mutaciones en diferentes genes que produce una reducción o ausencia total del pigmento melánico en ojos, piel y pelo y que, en ocasiones, también afecta a la visión, como en su caso, con menos de un 20% de capacidad visual.

En Malí consideran que el albinismo da mala suerte si estás vivo pero buena si estás muerto. De hecho, hay personas que salen a perseguir albinos para matarles o cortarles un miembro del cuerpo y tenerlo como amuleto de buena suerte.

Por ese miedo, su vida se redujo prácticamente a estar en casa y no salir de pequeña. En su casa su familia era musulmana, su padre tenía tres mujeres y su madre, sordomuda, era la más joven de ellas y tuvo nueve hijos.

Ante la situación vivida en Malí, la decisión de sus padres fue enviarla a los once años a España, en concreto a Logroño, donde vivía uno de sus hermanastros. Ese cambio no fue bien y acabó en un centro de acogida de menores donde conoció a la persona que le cambiaría la vida, María Lina Iglesias, profesora de magisterio en Lugo, y que tomó la decisión de adoptarla.

Se fue a vivir con ella a Lugo, entró en un club de atletismo y pronto sus cualidades no pasaron desapercibidas hasta el punto de, con el tiempo, llegar a ganar dos veces el campeonato de atletismo de Galicia en 100 y 200 metros frente a atletas sin discapacidad.

PROGRESIÓN. Su progresión en la pista ha sido espectacular. Lina Iglesias siempre creyó en ella y la animó a alimentar sus sueños deportivos. En el Mundial de Dubai (Emiratos Árabes Unidos) de 2019 fue subcampeona en 100 y 200 metros y este año, en el Europeo de Bydgoszcz (Polonia), doble campeona continental en ambas distancias.

En Tokio también ha subido al podio de la categoría T13. A lo más alto. 11.96 en 100 metros, por delante de la azerbaiyana Lamiya Valiyeva, plata, y la estadounidense Kym Crosby, bronce.

La deportista afincada en Lugo logró la clasificación horas antes, en una ronda preliminar en la que logró la segunda posición, con un tiempo por encima de los 12 segundos que es capaz de bajar. Lo demostró en la final, donde lo hacen los grandes campeones, sin sentir la presión de una gran cita y superando todos los obstáculos posibles.

Una leyenda, la de Adiaratou, que nació hace un par de años y que se confirma en la capital nipona, lugar donde tiene la opción de conseguir otra medalla, la de 400 metros. Calidad y ambición le sobran.

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