1-0. El mejor recuerdo para honrar a tres capitanes míticos

El Ángel Carro vivió un partido en el que el momento álgido fue la despedida de Pita, Seoane e Iriome ► El Lugo se impone para despedir a los futbolistas y a Albés con la cifra de los 50 puntos en la clasificación
Homenaje a los tres capitanes. XESÚS PONTE
photo_camera Homenaje a los tres capitanes. XESÚS PONTE

Noventa minutos que fueron una década de oro. Noventa minutos que duraron el tiempo que Carlos Pita, Fernando Seoane e Iriome González pasaron construyendo su leyenda al lado del Miño. El último de la temporada 2021-2022 no será recordado por el triunfo ante el Málaga, ni por el gol de Señé, ni por el buen trabajo colectivo ideado por un saliente Rubén Albés. Permanecerá en la memoria por la marcha de los tres capitanes.

Pita, Seoane e Iriome dejan al Lugo en Segunda División con la cifra mágica de los 50 puntos en el casillero y el orgullo de una afición que les debe sus alegrías, sus permanencias agónicas, sus triunfos más sonados, su entrega y su compromiso. Eso fue el partido del sábado, un reconocimiento que duró lo que durará un recuerdo perenne.

Con timidez, como si nadie quisiera colarse en una fiesta ajena, como invitados de última hora ruborizados por eclipsar, aunque fuera un mínimo, a los tres protagonistas. Con la quietud del que no desea hacer más ruido del necesario y comportarse como un buen invitado, sabedores que repetirán otros años en el mismo escenario. Así comenzaron el Lugo y el Málaga el homenaje a los capitanes, con la calma de los que no se juegan nada después de 41 jornadas de sufrimiento y trabajo.

Bajo el sol y el viento lucenses, con los cánticos de celebración de un día especial desde el graderío, los jugadores buscaron la pausa y el control de daños, tranquilos a un día de las vacaciones. El Málaga lo hizo con la pelota. El Lugo, fiel al estilo Albés hasta el último día, con la solidaridad del grupo para defender con orden.

Así pasó el tiempo, con la calma de un día de verano al final de la primavera, con los intentos de Chris Ramos y Canella de llegar por la izquierda y el trabajo de Sebas Moyano como falso ‘nueve’. El trabajo espectacular del menudo extremo cordobés en La Romareda le permitió repetir en el once y en el mismo puesto, aunque sin tanto brillo como en el estadio aragonés.

El Málaga tampoco quería prisas ni agobios. Había sufrido demasiado hasta la semana pasada como para jugar con el mismo estrés. Quiso el balón, lo tuvo y lo movió hacia adelante, pero sin la velocidad precisa ni el movimiento general de sus piezas como para dañar a una zaga tan rocosa como la rojiblanca. Apenas un par de tiros pegados a la madera de Whalley y una intervención sencilla del arquero.

Tampoco se le aceleró el pulso al Lugo. Mantuvo la seguridad atrás y la sencillez habitual en su ofensiva. Fueron cinco minutos, del 23 al 28, cuando un disparo de Sebas Moyano hizo sacar una buena mano a Dani en un disparo lejano. Después fue Chris Ramos el que se estuvo cerca de estrellar el cuero en el larguero.

Pero esas pequeñas burbujas pronto desaparecieron. El partido volvió a perder la efervescencia, como una cerveza abandonada en la barra del bar o en la esquina de un callejón sucio. Así pasó de nuevo el tiempo, entre imprecisiones y viajes a ninguna parte ante la mirada de un público que había acudido al Ángel Carro a observar a tres jugadores.

A Sebas Moyano le faltaron un par de centímetros de estatura. De haber sido más alto el andaluz habría abierto el marcador. Pero su pequeño tamaño le impidió cabecear un centro de Campabadal primero y hacerlo con determinación y limpieza después. Pero La clave Una despedida coral La plantilla del Lugo hizo el pasillo a sus capitanes en el minuto 70, al ser cambiados El dato Equilibrio goleador El equipo lucense acaba la temporada con 46 tantos a favor y 52 en contra el juego aéreo no es el fuerte del extremo diestro y el Lugo inició seco el segundo acto.

El duelo se volvió a estancar. No por la intención del Lugo de echar el freno, de renunciar al balón, sino por el cierre de espacios malagueño, por su capacidad para defenderse con orden y evitar que el paso adelante de Campabadal e Iriome en la derecha fuera también el de Chris Ramos en el otro costado.

Así, sin latifundio que recorrer, el conjunto rojiblanco buscó el balón parado como su tradicional herramienta para romper los partidos. Fue Iriome, con una volea, el que habría tirado abajo el estadio si un defensa del Málaga, un aguafiestas de libro, el que sacara el cuero bajo palos.

Pero el momento estelar, mucho mejor que cualquier gol anotado, llegó en el minuto 70. Ahí se despidieron Carlos Pita, Fernando Seoane e Iriome González. En medio del pasillo rojiblanco, con el respeto del colegiado y de sus rivales, en medio del aplauso unánime de los 3.741 del Ángel Carro. Ese fue el motivo del día, el de agradecer el esfuerzo, la implicación, la profesionalidad y los valores de tres futbolistas que fueron, son y serán más que jugadores de fútbol.

La energía positiva aumentó cuando una contra permitió a Cuéllar dejar solo a Clavería, quien entregó el cuero a Señé para adelantar al Lugo y dedicarlo a los brazaletes que estaban en el banquillo.

Ya poco importaba el resto del duelo. Jugar ya era lo de menos. El trabajo estaba hecho en un día para el recuerdo de un club y una ciudad que celebró, aplaudió y lloró por tres jugadores eternos.

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