Iga Swiatek, un huracán en Roland Garros

La polaca arrasa a Kenin y gana en París su primer grande
Iga Swiatek, tras ganar a Sofia Kenin en la final de Roland Garros. EFE
photo_camera Iga Swiatek, tras ganar a Sofia Kenin en la final de Roland Garros. EFE

¿Cómo se para un huracán? Nadie le ha encontrado respuesta en este Roland Garros a la cuestión, nadie ha sabido detener el juego vivo y punzante de Iga Swiatek, convertida a sus 19 años en la primera polaca que gana un Grand Slam

La finalista, la estadounidense Sofia Kenin, tendrá la excusa de que su aductor le impidió rivalizar en plenas condiciones, pero al final firmó un resultado similar a sus anteriores rivales: 6-4 y 6-1, en 1 hora y 21 minutos. 

Sin contar con un trofeo en su palmarés, Swiatek se estrena en un lugar de mucho postín, en su Grand Slam favorito, allí donde aprendió a amar el tenis mirando por la tele las gestas de su ídolo, Rafael Nadal, el espejo en el que, confiesa, le gusta reflejarse. 

Con esa determinación, que hasta ahora había caído en una personalidad dispersa, algo alocada, la joven polaca fue derribando a todas sus rivales, ya fuera la finalista del año pasado, la checa la checa Marketa Vondrousova, la cabeza de serie número 1, la rumana Simona Halep, la revelación del torneo, la argentina Nadia Podoroska o Kenin, ganadora del reciente Abierto de Australia. 

Ninguna de ellas le arrebató un set, ninguna llevó el partido a la hora y media, ninguna le ganó más de 5 juegos. En total, la primera tenista que se apunta Roland Garros sin ceder una manga, solo ha cedido 28 juegos en siete partidos. Un vendaval. 

Swiatek, se convierte en la ganadora más joven de Roland Garros desde Monica Seles en 1992, impresionante por la forma en la que ha ganado y por la tranquilidad aparente con la que lo ha hecho, más propia de una veterana que de una joven de su edad. 

La ganadora más joven de Roland Garros en cerca de tres décadas no cedió ningún set ante sus rivales

Su victoria recordó a la de la letona Jalena Ostapenko en 2017, otra tenista que no tenía palmarés antes de triunfar en París, pero que ganó en un año inspirado en el que acertó a meter sus golpes envenenados de potencia. 

La polaca presenta un tenis más rico y variado, es capaz de más cosas y eso promete una jugadora que, a poco que asiente la cabeza, puede quedarse tiempo entre las mejores. 

De momento, su triunfo en Roland Garros le sirve para ingresar el el top 20 desde el puesto 54 y en embolsarse casi 2 millones de dólares, el doble de lo que había ganado hasta el momento. 

Habrá quien le ponga peros a su triunfo, porque a la cosecha de 2020 de Roland Garros le faltaban algunos de sus mejores caldos, como la número 1 del mundo, la australiana Ashleigh Barty, ganadora del año pasado, que prefirió cuidarse del covid-19, o la japonesa Naomi Osaka, ganadora del Abierto de Estados Unidos. Pero eso no restará ni un ápice a su juego atractivo y apabullante, ni a su fresca y espontánea personalidad. 

"Solo tengo 19 años, sé que mi juego todavía no está completo. El reto para mi va será ser regular. Creo que eso es lo que le falta al tenis femenino y por eso hay tantas nuevas ganadoras de Grand Slam, porque no somos tan regulares como Rafa o Novak", aseguró la nueva campeona de París. 

Es consciente de los altibajos de su joven carrera, que le llevaron a ganar torneos con 14 años para luego desaparecer, a proclamarse campeona júnior de Wimbledon con 17 para después sumergirse, a alcanzar el año pasado los octavos en París, para no volver a aparecer. 

Hasta que ha dado el golpe maestro, el que puede convertirle en una nueva estrella del tenis. O, simplemente, en una fugaz ganadora. 

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