Félix Criado, alpinista coruñés

"Pensaba que podía imaginar cómo es el K2 en temporada invernal, pero no tenía ni puta idea"

Acaba de regresar del infierno, de intentar escalar el K2 en invierno con Álex Txikon. Es el último gran reto del alpinismo. Por el camino, perdió a un amigo en el Nanga Parbat... El coruñés Félix Criado viene de vivir una aventura con mayúsculas
 

Félix Criado, en el K2. EP
photo_camera Félix Criado, en el K2. EP

NACIÓ EN A CORUÑA, al nivel del mar, hace 55 años, pero su pasión habita camino del cielo. Félix Criado es un alpinista con mucha experiencia en el Himalaya, el techo del planeta. El pasado invierno lo pasó con su amigo Álex Txikon intentado escalar el K2, el reto mayúsculo, la última página a escribir en el montañismo. No lo lograron, pero está convencido de que tarde o temprano el monstruo caerá.

¿Cómo empezó su pasión por la montaña?
Yo creo que las pasiones no se entienden , uno no es consciente de muchas cosas, y de las pasiones menos. Es todo más sencillo. Te gusta algo y no eres ni consciente. Está ahí y sigue adelante. Las pasiones no se pueden explicar.

Pero siempre hay un primer paso...
En mi caso fue en el colegio, con un profesor que nos llevaba a las montañas cercanas a A Coruña. Después conocí Os Ancares y seguí la progresión natural: Pirineos, Picos de Europa, Alpes, Himalaya... Es fundamental seguir el orden natural, ayuda mucho.

Y en ese viaje conoce a Álex Txikon...
Soy mayor que Álex. Empecé antes que él y le enseñé muchas cosas. Y él me enseñó otras a mí. Conectamos muy bien. Tiene que ver con la afinidad personal, con ver cómo recibes ciertas cosas que te brinda la montaña, y cómo las vives.

Félix Criado. EP

Gracias a esa afinidad piensa en usted para intentar la invernal del K2, ¿Se lo pensaste mucho?
Él es un alpinista profesional y yo un aficionado. Hoy en día puede haber tres o cuatro personas capaces de escalar el K2 en invierno. Cuando me llamó no lo dudé. Si le puedo ayudar lo voy a hacer. Soy mayor que él y en algunas cosas puedo poner algún límite, por ejemplo. Me llamó y pensé: ‘Álex es mi amigo, mi hermano’, y no lo dudé.

¿Y qué se encontraron allí?
La gente no es consciente de lo que es el K2 en invierno. Yo he estado en varios ochomiles, pero si no has estado allí en invierno no lo puedes saber. No es algo que se pueda contar. Hay muy poquita gente en el planeta que sepa lo que es montar una tienda a 7.000 metros. Yo pensaba que lo podía imaginar y no tenía ni puta idea. Y eso no tiene que ver con él éxito de llegar a cima, sino con que te corten unos dedos, o que te mueras.

¿Se subirá algún día?
Se va a escalar. Hay muchos alpinistas ambiciosos, muchos países, que están detrás de ello y están adquiriendo conocimientos y experiencia para hacerlo. Y después hace falta tener una visión inteligente para saber cuál es la estrategia a seguir. Se va a escalar más pronto que tarde. Influirá sobre todo la meteorología, el viento... Para reducir, dos factores: la experiencia y el viento.

Los iglús fue un invento cojonudo. Hemos estado tres meses y todas las mañanas los que dormíamos en iglús despertábamos en paz

Pero ya se ha intentado, y por los mejores... ¿Es tan peligroso?
Tú sabes a lo que vas allí, sabes que te vas a jugar el pellejo. En la montaña hay otra gente que dice que es consciente de eso y lo primero que hace cuando está en peligro es llamar al helicóptero. Si no eres consciente de que estás en peligro no sales de allí. Soy experimentado y he estado en muchas expediciones, pero esto es distinto. Había mucha gente que decía, incluso de la que estaba en el campo base, que no escalar el K2 sería un fracaso. Para mí fracaso es cuando no te enfrentas con los problemas, cuando escapas de ellos. Esto no es como el fútbol, no tiene que ver con el fútbol. Ni yo era consciente de la dificultad y del sacrificio que hace falta. No tiene nada que ver con subir un ochomil en verano. Es inimaginable.

¿Por dónde pasa la estrategia para superar ese reto?
La línea a seguir en una montaña como esa es que tienes que rodearte de los mejores y esta expedición ha sido una toma de contacto. Álex es inteligente y seguro que adoptará una estrategia adecuada para subir al K2, que se va a subir, insisto. Todo dependerá del viento, que allí es bestial. Cada 100 metros que subes la velocidad del viento se incrementa 10 kilómetros por hora, y así es imposible. Con 40 km/h escalar arriba es una tortura. Con ese viento y a esa altura no puedes soportar mucho tiempo. No puedes ni montar una tienda, y si no puedes hacerlo mueres, porque no te puedes cobijar del viento. Es la pescadilla que se muerde la cola.

¿Volverá a intentarlo si se lo pide Álex?
Ya me lo pidió, pero él tiene que intentarlo con Denis Urubko, Simone Moro, Ali Sadpara... con los más fuertes. Yo le puedo ayudar hasta el campo 3, pero viendo la dureza del reto es necesario hacerlo con los mejores. Tiene que ser gente muy rápida, gente que pueda hacer cumbre desde el campo 3, lo que es una machada. Eso se lo comenté desde el principio. Álex lleva ya ocho invernales y formó parte de la primera expedición que subió el Nanga Parbat. Yo tengo el motor que tengo y se lo dije claramente: ‘rodéate de los mejores’. Y lo van a conseguir, lo tengo muy claro. Álex es muy inteligente y, como en todos los retos de la historia, ha tomado contacto con el K2 y este intento serán los ladrillos que permitirán derrotar a la montaña. Y si consigue aunar energías con los mejores lo conseguirán. Si no es dentro de un año será dentro de cinco.

Una de las novedades de esta expedición fueron los iglús y el muro de nieve que se construyó en el campo base... ¿cree que las futuras expediciones recurrirán a ello?
Mucha gente lo criticó y dijo que fue algo pintoresco, pero yo lo vi como algo anecdótico. Sí que es cierto que distrae un poco en cuanto a las energías; es como cuando los equipos realizan concentraciones. Los iglús fue un invento cojonudo. Hemos estado tres meses y todas las mañanas los que dormíamos en iglús despertábamos en paz y sorprendidos de lo bien que habíamos descansado.

Rescate en el Nanga Parbat
"El mayor éxito de la expedición fue hallar el cuerpo de Nardi"
Daniele Nardi y Tom Ballard desaparecían en el Nanga Parbat, a 200 kilómetros del K2, mientras Txikon y compañía perseguían su sueño. Llegaron días de incertidumbre que terminaron en una operación de  rescate sin esperanzas de encontrarlos con vida.
¿Cómo fue el rescate en el Nanga Parbat? En un principio iban a ir los rusos que compartían con ustedes el campo base del K2...
Daniele era amigo personal nuestro, coincidimos en muchas expediciones y Álex estuvo en dos invernales con él. Nosotros lo primero que hicimos fue hablar con la familia y les dijimos: ‘aquí estamos para lo que queráis’. No sé como funcionó todo, pero salió como el culo. Al 
¿Fue un rescate peligroso?
Al día siguiente de dejar el campo uno del Nanga Parbat fue barrido por una gran avalancha. Tú cuando haces las cosas las haces porque crees que tienes que hacerlas. Tuvimos mucha suerte. El peligro está ahí, pero piensas en la familia de Daniele e intentas ayudar.
Era una búsqueda sin esperanzas, pues todo apuntaba a que estaban muertos. ¿Era importante encontrar los cuerpos?
La mejor ventana de buen tiempo que tuvimos en el K2 nos tuvimos que ir a buscar a Daniele, que lo encontramos, que conociendo a la familia fue muy importante para ellos. Así como la de Tom tiene una mentalidad más fría, más anglosajona y aceptaba que se quedará allí, la de Daniele, no. Al final le pudimos dar explicación a la familia y ése fue el mayor éxito de la expedición, sobre todo siendo amigos.
Da la impresión de que allí la muerte se ve como algo natural, como algo que forma parte del juego...
Estás en países pobres y la muerte la estás viendo constantemente. Allí convives con cosas tan universales como es la muerte. Lo que pasa es que aquí eso se oculta. Yo siempre vuelvo mejor de lo que marché, porque te das cuenta de que lo importa es lo que has hecho el tiempo que estabas aquí. En estos países tan pobres se ve todo de manera más sencillo. Aquí solo piensas en la muerte cuando se muere un familiar, pero alrededor se están muriendo todos los días, y nosotros también nos vamos a morir. Es difícil de explicar.
Pero uno es consciente de que está el peligro, ¿no?
En invierno, en esas montañas, estás en peligro constante. Es que la gente no se lo puede imaginar. Cualquier error que cometas tiene sus consecuencias.
¿Cambia algo cuando vuelves a casa?
Sí, después llegas aquí y dices ‘es que soy un privilegiado’. Yo, por ejemplo, estoy aquí en A Coruña viendo el mar, la playa de Riazor, el Orzán, y pensamos que todo esto es gratis, y sí, pero nos vamos a morir y lo que va a quedar es lo que hagamos.
 

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