Una escapada mágica a la sierra de la Culebra en tiempo de lobos

El noroeste de la provincia de Zamora ofrece la posibilidad única de observar al gran depredador
Un lobo en la sierra de la Culebra
photo_camera Un lobo en la sierra de la Culebra

DESMITIFICAR EL lobo es toda una motivación en la zamorana sierra de la Culebra, donde empresarios turísticos, ganaderos y responsables de la gestión de la especie esgrimen la profunda convicción de que se puede compatibilizar la conservación de la especie con los intereses de la población local.

La Culebra está situada al noroeste de Zamora y se prolonga al otro lado de la frontera portuguesa en la sierra de Montesinho. Se extiende por los municipios de habla gallega de la comarca de Sanabria y uno de enclaves que encuentra el viajero gallego en su camino hacia este territorio es el Penedo dos Tres Reis, en Castromil, en la confluencia de A Mezquita y Hermisende, ya en Zamora, y en la ‘raia seca’ con Portugal. La tradición cuenta que en este punto los reyes de Galicia, León y Portugal fijaron sus límites .

La de la Culebra es la comarca lobera por excelencia y la meca del turismo relacionado con el animal más enigmático de la fauna ibérica, y por eso aquí todo gira en torno a su leyenda y a su ecología. Pinos y brezos tapizan en su mayoría 70.000 hectáreas de una rica biodiversidad y una interesante variedad de ecosistemas.

Sus valores ambientales se han visto además reforzados en los últimos años por el hallazgo de algún ejemplar de lince, el mamífero más amenazado del planeta. Pero el verdadero emblema de esta sierra es el lobo ibérico.

Por la Culebra campa la mayor densidad de la especie de la península Ibérica. La mayor también de Europa Occidental. Y de Castilla y León, donde el incremento poblacional en los últimos diez años ha sido, según el último censo, del 20%. Se trata del primer censo estatal auspiciado por el Grupo de Trabajo del Lobo, correspondiente al periodo 2012-2014, que estimó que en España habitan 297 manadas, 179 de ellas en Castilla y León, con unos 1.600 ejemplares, el 20 por ciento más que hace diez años, y de estas 152 grupos se centrarían en el entorno de la Culebra.

Lo paradójico es que siendo la zona, junto a Picos de Europa, con mayor densidad de lobos, la conflictividad es mínima; la cultura lobera, forjada gracias al profundo conocimiento de las costumbres del animal, la vigilancia, el uso de mastines como prevención y el encierro nocturno del ganado han minimizado hasta casi cero los ataques.

Alberto Fernández es ganadero, cuida de 1.500 ovejas y en solo una ocasión el lobo se acercó a su rebaño e hirió a una cordera. «Mi seguro son mis once mastines», asegura, aunque reconoce que esta medida le cuesta cerca de 4.000 euros al año. El lobo no es el enemigo de Alberto, «es parte del ecosistema y hay que aprender a convivir con él», aunque la administración «tendría que incentivar el uso de mastines» y compensar a los ganaderos que usen un método que ahorra pagar indemnizaciones por ataques y ayuda a conservar la especie.

Sin embargo, en Sanabria quien tiene ovejas sabe cómo enfrentarse al lobo porque nunca ha dejado de convivir con él, como asegura en declaraciones a Efe Javier Talegón, biólogo de profesión y «lobero» por pasión.

«La solución es invertir de oficio en prevención, es la única forma de hacer compatible de forma elegante y moderna la convivencia entre lobos y humanos», señala, y en la Culebra «el lobo es un inconveniente más, como el granizo, como la tormenta, te puede matar una oveja puntualmente, pero no es un problema real».

Lo sabe bien porque lleva más de 20 años en la Culebra, los últimos nueve organizando actividades de ecoturismo centradas en el lobo, o Llobu, como ha llamado a su empresa. «Siempre digo que la Sierra de la Culebra es el único sitio de España donde puedes ir a un bar y hablar de lobos sin que nadie te mire mal», señala.

En esta zona periférica tan castigada por el éxodo rural, el lobo se ha convertido en sinónimo de riqueza y hoy numerosos alojamientos, restaurantes y empresas de ecoturismo viven de él. «Estamos en el epicentro del turismo lobero», dice y, según sus datos, en el año 2012 dejó en la comarca casi medio millón de euros y
supuso el 90% de las reservas en algunos alojamientos. De hecho, los clientes de Llobu dejaron en la provincia en solo ocho meses casi 35.000 euros, pero además Javier está convencido de que este tipo de turismo puede ser también una herramienta de conservación si se hace de manera ordenada, regulada y profesionalizada.

En su opinión, «hay que saber hacer las cosas, hacer avistamientos con grupos pequeños, distancias largas y divulgar; que la gente se lleve un montón de mensajes de conservación».

Por eso, valora iniciativas como el Centro del Lobo Ibérico, que hace de la educación ambiental su bandera y la herramienta imprescindible para comprender a una especie que aquí es, además de ciencia y símbolo de fauna salvaje, cultura.

Situado en la localidad de Robledo, el centro, gestionado por la Junta de Castilla y León a través de la fundación Patrimonio Natural, es un espacio de referencia para la recuperación de lobos salvajes heridos, enfermos y/o decomisados, y el mejor complemento al difícil avistamiento de animales en libertad. Nueve ejemplares viven en semilibertad en 21 hectáreas, donde «se puede llegar a conocer su biología, su ecología, la cultura y las relaciones entre humanos y lobos en su hábitat», explica María José Rodríguez, de la fundación Patrimonio Natural, quien comprueba a diario cómo el visitante se queda «totalmente fascinado».

Y es que, según Jesús Palacios, director del centro, el lobo es un reclamo turístico «de primera división», despierta pasiones y una gran curiosidad desde el punto científico, de conservación, cinegético o social. Explica que en la Culebra las poblaciones de lobo están en equilibrio con el medio natural y la depredación sobre las piezas de caza mayor minimiza mucho el daño que hace al ganado; «en los sitios donde siempre ha habido lobos hay una coexistencia, unas veces más pacífica que otras».

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