Rosa María Sardá: "Lo que me preocupa es seguir viviendo"

La actriz catalana recibirá el premio de teatro Max de Honor 2015
La actriz Rosa María Sardá.
photo_camera La actriz Rosa María Sardá.

Rosa María Sardá (Barcelona, 1941) "no es muy de premios" pero agradece "mucho" el de Honor de los Max, que le ha concedido este miércoles la SGAE, y eso porque "lo dan los compañeros". A ella lo que le preocupa, recalca en declaraciones a Efe, es "seguir viviendo" y poder comprarse "la barra de pan" cada día. "Todos los premios molan, porque mola que se acuerden de una, pero yo no soy muy de premios. No vivo ese mundo, pero, sin embargo, me gusta que me aprecien", subraya la actriz, presentadora, humorista y directora teatral sobre el Max de Honor que la Fundación SGAE le entregará en la gala en la que se fallan el resto de galardones el 18 de mayo.

Que la "gente" la conozca y reconozca tras 50 años de profesión, dice, es señal de que "ha cumplido" su función, y que "no se ha equivocado" de carrera. Profesional de todos los medios, Sardá debutó con 24 años en el teatro y llegó al cine hace poco más de una década, tras presentar en televisión Olé tus vídeos y Ahí te quiero ver, entre otros.

Asegura que si ahora no aparece en televisión -donde lo último que ha hecho ha sido "Abuela de verano" (La 1) y "Divines" (TV3)-, no tiene nada que ver con su voluntad porque, recalca, ni ella "ni nadie" decide dejar un medio para volcarse en otro. "Es la ley de la oferta y la demanda, del capitalismo brutal. En el momento en el que parece que eres vendible te contratan y en el que no, no te contratan. Y la barra de pan cuesta lo mismo y hay las mismas necesidades, trabajes o no", afirma.

El mundo "real" de los actores, añade, es "despreciado" y no tiene "ninguna protección" por eso a ella lo que de verdad le preocupa es, insiste, "seguir viviendo y pudiendo comprar la barra de pan".

En cine, la última película que ha hecho, el año pasado, es a las órdenes de Juanma Bajo Ulloa, y si no ha hecho más, apunta, es porque no la han llamado. "No soy una mujer de proyectos. Vivo aquí, no en Italia o en Francia, y hago lo que puedo, pero reconozco que he hecho la película con Juanma, que es un amigo entrañable, muy contenta y que, por ejemplo, me encantaría estar en el proyecto de 8 apellidos vascos", sugiere "a quien pueda interesar" la protagonista de Moros y cristianos, de Luis García Berlanga.

En teatro acaba de hacer El caballero de Olmedo, en Barcelona y Madrid tras estrenarse en el Festival de Almagro, y le encanta la escena pero matiza sobre esa "felicidad" que "hay un concepto equivocado que nace quizá de que los actores, a veces, no se explican". "A gusto se está durmiendo la siesta. El escenario es un trabajo muy duro y difícil, y hay que ser para ello un atleta de la mente y el cuerpo y yo, por lógica del transcurso de la vida, no lo soy ahora", explica la actriz.

No le apetece contar ni cosas de su vida, ni de cómo se encuentra ni de cómo ve el panorama, "porque que a una le den un premio tampoco es como para que tenga que hablar de todo", se queja, pero acaba concediendo que la cultura en España "está colgada como un jamón", porque no se tiene "en cuenta para nada, como tampoco la ciencia ni la educación".

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