"No pinto el caos, sino lo que puede pasar"

Jesús Crende amplía hasta 36 obras su colección de dibujos de ‘Lugo Apocalíptico’ para mostrarla en O Vello Cárcere
Jesús Crende posa junto a una de sus obras en O Vello Cárcere. VICTORIA RODRÍGUEZ
photo_camera Jesús Crende posa junto a una de sus obras en O Vello Cárcere. VICTORIA RODRÍGUEZ

Jesús Crende es simétrico. Su melena se abre en lo alto de la cabeza para caer exactamente repartida sobre los hombros y un aro igual a otro le cuelga de cada lóbulo. Cuando estudiaba EGB en los Franciscanos de Lugo era discreto y feliz si le dejaban llenar los blancos de sus libros escolares con sus dibujos. Acostumbraba a ganar concursos artísticos, lo que le permitió conocer a Tino Grandío.

Fue el pintor de Guntín quien lo introdujo en el patrimonio; de modo literal, porque lo condujo un día al Museo Provincial. "Iba todas las tardes y pintaba todo lo que veía: el traje de samurái, el pozo del claustro, el pozo del claustro por dentro,... al final el personal me conocía y me dejaba entrar sin problema".

De esas horas de observar y dibujar nacen el pulso y el amor por el patrimonio que empezó a plasmar hace cuatro años en Lugo Apocalíptico, que ya se ha visto en la ciudad y que desde este jueves y hasta el 12 de diciembre puede contemplarse, con más obras, en O Vello Cárcere.

El artista exhibe su visión de la destrucción que pueden sufrir monumentos significativos de la ciudad en el caso de que no se cuiden

La exposición está integrada por 36 visiones de monumentos de la ciudad representados como víctimas del abandono y amenazadas por meteoritos, tornados e inundaciones. Ninguna edificación referencial de Lugo queda intacta, sea la catedral, el palacio episcopal, el Pazo de San Marcos, la muralla, el parque de Rosalía o el instituto Lucus Augusti, donde Crende siguió pintando libros.

Lugo apocalíticoCrende imagina ese caos en 2069, cuando se cumplirán cien años desde que nació su mujer y cuando el desdén de los lucenses hacia sus construcciones de valor alcance una meta de la que no se podrá volver. "No represento el caos, sino a lo que se puede llegar si no conservamos Lugo", advierte el artista, que trabaja como diseñador gráfico.

Su profesión lo ha ayudado a desenvolverse con la última tecnología. Parte de fotografías para "dibujar en la tableta" unas imágenes realistas formadas por cientos de detalles. Para integrarlos, dibuja una capa y superpone otra, "hasta veinte o treinta", aunque ya hay "alguna de 850".

Los vecinos de Lugo han abandonado Lugo o han muerto en 2069. Solamente una niña ha entrado en la catedral y se ha encaramado a lo alto de una torre para estirar el brazo e intentar coger las alas de un ave.

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