El paso por Lugo de Antonio Gala

El escritor visitó en 1983 el restaurante Verruga, al que dejó un mensaje que aún conservan
El escritor Antonio Gala. JOSEFINA BLANCO (EFE)
photo_camera El escritor Antonio Gala. JOSEFINA BLANCO (EFE)

Antonio Gala, fallecido este domingo a los 92 años, pasó por Lugo en enero del año 1983 y dejó un mensaje escrito a los dueños del restaurante Verruga que todavía conservan.

En el mismo agradecía la "hospitalidad generosa" y finalizaba: "Entre el recuerdo de haber estado y la esperanza de volver pronto. Gracias".

El mensaje escrito por Antonio Gala. EP
El mensaje escrito por Antonio Gala. EP

Adiós a los 92 años a Antonio Gala, el poeta carmesí de los 3.000 bastones

Antonio Gala, apoyado en uno de sus famosos bastones. RAFA ALCAIDE (EFE)
Antonio Gala, apoyado en uno de sus famosos bastones. RAFA ALCAIDE (EFE)

"Murió vivo". Ese era el epitafio que deseaba para su tumba Antonio Gala, y esa breve frase simboliza la intensidad con la que vivió siempre este poeta, dramaturgo, novelista y ensayista, que poseía el don de la palabra y que hizo del amor uno de los temas esenciales de su obra.

Antonio Gala falleció a los 92 años, según confirmó el Patronato de la Fundación Antonio Gala y la familia a través de un comunicado.

"El amor siempre rompe, al llegar tanto como al irse. A sangre y fuego entra; a sangre y fuego sale", escribía Gala en Ahora hablaré de mí, una obra autobiográfica que se sumó al inmenso éxito alcanzado por la gran mayoría de los libros de este escritor al que adoraban los lectores, mujeres en su mayoría, y cuya imagen quedará unida a sus inseparables bastones, que eran más de 3.000.

De esa gran popularidad da prueba el que los lectores le llegaran a escribir más de 150 cartas al día, o que cuando murió su "perrillo" (a él le gustaba llamarlo así) Troylo recibiera 27.500 cartas de pésame.

Antonio Gala, junto a uno de sus perros. FUNDACIÓN ANTONIO GALA
Antonio Gala, junto a uno de sus perros. FUNDACIÓN ANTONIO GALA

Durante años fue el escritor que más ejemplares vendió en la Feria del Libro de Madrid. Las colas de lectores para conseguir su firma eran interminables.

Nacido en Brazatortas (Ciudad Real) en octubre de 1930, Gala consideraba su patria chica a Córdoba, la ciudad en la que vivió de niño, en la que en 1997 creó la Fundación Antonio Gala, dedicada a jóvenes creadores –como las lucenses Alba Carballal y Raquel Vázquez–, y en la que falleció este domingo.

A los cinco años escribió su primer relato y dos años después su primera pieza teatral. A pesar de esa precocidad, se consideraba "escritor de destino, no de vocación" y, como contaba él mismo, no le dejaron otra opción que la de dedicarse a la literatura, por más que lo intentó "con toda clase de licenciaturas y doctorados".

Su éxito como dramaturgo, con obras como Los verdes campos del edén (Premio Nacional Calderón de la Barca), Anillos para una dama (Premio Nacional de Literatura y Premio Mayte), ¿Por qué corres, Ulises? y Carmen, Carmen, eclipsó su lado poético, pero fue en la poesía donde debutó Gala con Enemigo íntimo en 1959.

Practicó, también con éxito, la novela y el ensayo, pero le gustaba definirse como poeta. Su último poemario fue El poema de Tobías desangelado, de 2005.

Una de sus últimas apariciones públicas fue en abril de 2018, cuando asistió a la entrega de los premios Loewe de Poesía, concedido a un antiguo becario de su fundación y gran amigo, Ben Clark.

En 2021 se abrió la casa-museo de Antonio Gala en la finca La Baltasara de la localidad malagueña de Alhaurín el Grande, donde residió el escritor, como centro cultural multidisciplinar con vocación internacional.

Miembro de honor en la Real Academia de Córdoba de Ciencias y de las Bellas Letras y Nobles Artes (2008), posee el Premio de la Crítica, el Quijote de Oro 1972-73, el Premio Nacional de Guiones 1973, el Premio Medios Audiovisuales 1976, el Premio de las Letras Andaluzas 1989, el Max de Honor 2001 y el de Periodismo de la Asociación Pro Derechos Humanos, entre otros.

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