"No tuve internet hasta los 22 años; descubrí la música en los bares"

Pablo Und Destruktion llega a Galicia, la tierra a la que vino para estudiar Veterinaria, pero pudo más la música. El sábado estará en el Clavi como previa del Facela Fest

Pablo Und Destruktion. EP
photo_camera Pablo Und Destruktion. EP

Fue en Lugo donde compuso sus primeras canciones, donde descubrió grupos y personas que le cambiaron la manera de ver el mundo. Para Pablo und Destruktion, Lugo es un lugar muy, muy especial.

¿Por qué arrancó todo en Lugo?
Porque fui allí a estudiar Veterinaria, a hacerme un hombre de provecho aunque el tiro salió por la culata [Risas]. Empecé tarde con la guitarra, a los 17 o 18 años, la edad con la que fui a Lugo. En mi casa no había, no me la compraban y no tenía un duro, así que a raíz de una que me prestó mi primo empecé a trastear con una. Y fue en Lugo donde realmente descubrí lo que quería ser.

¿Qué fue exactamente?
En Lugo me abrí a músicas de otro tipo. No tuve internet hasta los 22 años, así que tenía que descubrir la música en los bares. En Gijón había bares con muy buena música, en los que se podía fumar y en los que había conversaciones más interesantes, porque todo el mundo sabe que el tabaco es la pipa de la paz y hace de las conversaciones más interesantes. Y además, no solo se fumaba tabaco...

Fue la música de Lugo, sus calles y sus personas, entonces...
Sí. Había gente de muchos pueblos. Teníamos una competición sobre quién tenía las canciones folclóricas más bonitas. Yo representaba a Asturias. Luego también había gente de A Coruña y de Vigo, que eran igual de modernillos que yo, que venía de Gijón, y entonces también teníamos una competición para ver quién era más modernillo. Hace 15 años ya de eso. En Lugo descubrí grupos como Yo La Tengo, indie muy refinado, y trataba con gente de A Coruña que estudiaba en Lugo y que tenía relación con Triángulo de Amor Bizarro. Ahí empezó todo.

Con apenas 18 años...
Así es. Viví en Lugo con 20 añitos. Tuve problemillas familiares que me coincidieron al entrar en esa segunda juventud, la de los amoríos habituales, ese momento en el que tienes que decidir qué camino vas a seguir en la vida: si ser veterinario y ya está o qué. Entonces falleció un ser querido y decidí dejar la carrera, irme de Lugo y ver mundo. Desde ahí no he soltado la guitarra hasta hoy.

Entonces volver a Lugo es algo muy especial.
Lo es, pero lo tengo normalizado. Antes era algo importantísimo. Lo sigue siendo, porque es una ciudad con una potencia espiritual, musical y artística acojonante. Las primeras veces que fui eran muy intensas. Dejé allí una ‘mocina’ con la que no estaba del todo mal y quería mucho pero me tuve que marchar porque la vida es así. Al principio, volver era algo muy, muy, muy intenso. Ahora la ciudad ha cambiado. De aquella época el barrio de putas era lo que su nombre indicaba. Ahora es otra ciudad, mucho más guapa, con mucha vida social y esto hace que te des menos cuenta de los espíritus que siguen poblándolo. Es mi segunda casa.

De ahí la presencia de lo rural en sus textos...
Y en la novela, que la presentaré por la tarde. En La Bestia Colmena se menciona mucho Lugo, sus personajes, sus espíritus. Cuando compongo también sale lo rural, pero de una manera íntima, como un trabajo de purificación. Para mí es más fácil porque ahí encuentro muchos estímulos, es un bombardeo. Desde que apareció internet es menor, pero en lo rural es más fácil permanecer enraizado, y eso es algo que me interesa mucho.

¿Por qué La Bestia Colmena?
Me apetecía. Forma parte del mismo proceso de componer. Mis discos son muy literarios y esta novela es un hiato, un punto de inflexión que me permite traer cosas relacionadas con la política, con el humor, con la filosofía y con la religión. Decir lo que no se puede decir en esta época, pero sin caer en la provocación de lo políticamente incorrecto, es provocar por provocar. Es un sano ejercicio personal. A los lectores, que también son oyentes, les ha gustado.

Como también habrá nuevas canciones. Está preparando un nuevo disco, ¿verdad?
Sí, en el Clavicémbalo cantaré alguna de las nuevas canciones.

¿Tienen algo de la realidad social que estamos viviendo?
Siempre está presente en mis canciones, pero con mucho cuidado, sin tratar de ser partidista ni simplista, porque para crear polémicas ya están las redes sociales. Los que hacemos canciones tenemos que buscar otras cosas. Trato de que vuelva a haber canciones de amor de verdad, que no sean cosas generadas por la industria para vender discos. Quiero que la canción recupere su sentido más allá de recibir aplausos, likes y dinero. Las canciones sirven para otras cosas. Por eso mi disco se llamará Los futuros valores, porque se está perdiendo lo esencial.

¿Por qué se pierde lo esencial? ¿Qué provoca esa falta de pasión en la música?
Se ha perdido por el vil metal, por el dinero. Es una forma de presión social que sirve para modular nuestra conducta. Tienes una tienda de ropa y entregas una camiseta a alguien que te da dinero porque así está montado, pero se podría hacer de otra forma, es una especie de código instalado que te permite interactuar con la sociedad. Está bien si está al servicio de cuestiones morales superiores, pero cuando todo está al servicio del dinero no, no está bien. Pasa ahora con el primo hermano del dinero, el número en las redes sociales, las reproducciones, los likes, los seguidores...es otra forma de sometimiento a los números, de convertirnos en sumisos de los demás.

¿Cómo evita eso un artista?
Nos tenemos que someter a nuestras propias cuestiones morales y no someternos a los demás. Hay demasiado sesgo en la sociedad, de los demás, hay mucho tratar de agradar. Y es un error. Si tratas de agradar, no agradas. Es como ligar, si quieres gustar no suele funcionar. O gustas o no gustas. Pero si vas haciendo la pelota y agradando, no funciona. Vender ocho millones de discos y tener tres chalets no tiene nada que ver con el éxito, en mi opinión.

¿Qué es el éxito?
Crear canciones que cumplan su función, que sean herramientas que transformen la realidad, primero del que las compone y después del que las escucha.

¿Qué escucha Pablo Und Destruktion?
De todo, aunque no sigo muchas cosas. Ahora estoy con Joaquín Díaz, un musicólogo que recupera canciones de los siglos XIII, XIV, XV y me gusta porque no existía industria ni nada parecido.

¿Algún rinconcito de Lugo donde parará seguro?
Iré al Miño, a un rinconcito que hay cerca de un playa fluvial. Y pasearé por Fingoi, por las casas baratas, que es donde vivía, con los muy buenos amigos que todavía me quedan. Porque los gallegos tardáis en dar la mano, pero cuando la dais, la dais de verdad.

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