Miguel Lago: "Cada superhéroe tiene su traje: yo tengo el mío"

El humorista se suble a las tablas del auditorio de Ourense para disparar a discreción y en todas las direcciones
MIguel Lago. MARIO FERNÁNDEZ
photo_camera MIguel Lago. MARIO FERNÁNDEZ

LA ETIQUETA de polémico le desagrada, siente que es algo que le cuelgan en presente aunque haya sido así toda la vida. El mismo humor, el mismo tono, la misma acidez, la misma crítica. Tampoco cree en el buenismo y la venganza, aunque sí en la valentía del escarnio en presente, cuando las consecuencias se pagan. Miguel Lago es humorista de raza desde hace veinte años.

¿Vivimos en un momento en el que la realidad no solo supera la ficción, sino casi a la propia comedia?
Creo que no, vivimos en un país que constantemente está en un conflicto permanente. Y que, sin embargo, la risa siempre se ha ido abriendo camino. La comedia es el lugar donde no se piensa en todo lo malo que nos rodea.

Usted es también conocido por seguir la actualidad desde televisión, ¿qué personaje cree que ha definido el humor en los últimos años?
En España, sin duda, fue Mariano Rajoy. Sus años de presidencia fueron un generador de bromas continuas. Sin ninguna duda. Pedro Sánchez, por ejemplo, no es tan parodiable más allá de si es un sobrado o un guaperas. Insisto, Rajoy, porque era involuntariamente cómico y el más relevante de los últimos veinte años.

Imaginaba que igual se decantaría por el Rey emérito.
No, porque el emérito en realidad no es tanto un origen de bromas sino un ídolo caído. Me hubiera gustado que se hicieran en su momento álgido, hacerlo ahora cuando está en el suelo me parece ventajista. Todas esas bromas tenían valor real cuando lo hacía Manel Fuentes hace veinte años. Fue casi la primera imitación del emérito, si me descuido, y se hizo en ‘Crónicas marcianas’. Ya debería haber llegado antes, eso sí. Pero, ¿hacerlo ahora sobre él y sobre Corinna y demás? Eso es facilón. Ahora, si yo tuviese que hacerlo, lo haría de Felipe VI. Prefiero disparar hacia él. Básicamente, disparar hacia el emérito no tiene mérito.

¿El humor tiene un tiempo y un lugar entonces?
Es que el humorista no debe subirse al carro de la broma fácil y la tendencia. Por ejemplo, en la polémica de Will Smith. A las nueve y media de la mañana ya está todo quemado en Twitter, cada broma posible. Sin emitir en medios, eso solo en internet. Luego la gente se queja porque se coincide, sobre todo en las fáciles. Al final nadie es tan original, hasta las bromas se repiten. Si lo piensas bien pasa en todas las artes. En la pintura hay miles de bodegones y miles de retratos, la literatura bebe de los mismos mitos, que si muerte, que si guerra... Lo original proviene del punto de vista que apliques.

En el humor muchas veces se crían los mejores críticos al poder, casi gurús. ¿Se siente así a veces?
Si alguien piensa así, se lo agradezco. Lo que intento es ser socialmente crítico, no políticamente. Porque al final, sin fliparme, creo que los cómicos debemos heredar la tradición del bufón. Es decir, entre broma y broma decirle la verdad al rey.

Bueno, usted fue uno de los primeros que vaticinó el hundimiento de Ciudadanos, cuando eran fuertes.
Es cierto, tenía la intuición porque calé el discurso de Albert Rivera. Me pasó lo mismo con Pablo Iglesias, hice bromas sobre su retiro y la desaparición del partido. Esto todo en público. Y me mojo, creo que le acabará pasando a Vox. Son partidos nuevos y se parecen mucho a estafas piramidales, donde las bases van invirtiendo y luego todo desaparece. Inviertes ilusión, pero al final no hay nada detrás.

Ahora se dice mucho eso de hacer humor de abajo hacia arriba.
Bueno, yo eso es algo en lo que no creo demasiado. El humor puede y debe ir en todas las direcciones. Pero, por supuesto, en el chiste no es bonito apuntar al de abajo. Pero no creo que deba ser solo la comedia un vehículo para la reivindicación. En el mismo plano podemos criticar en todas direcciones.

Su espectáculo se llama Todo al negro, ¿apuesta todo en ello?
Es mi mejor espectáculo, el más arriesgado y complejo. Además lo retiro en Vigo, esta es la penúltima vez en Galicia.

A usted, ¿le habría gustado actuar en algún casino de Las Vegas?
Hombre, eso es maravilloso. Habría sido muy bonito, pero sobre todo por la tradición. En Estados Unidos, y en Reino Unido en menor medida, hay un respeto por el oficio del humorista máximo que en Europa no la hay. Allí todos los grandes casinos tienen su cómico fijo, en Estados Unidos los mejores escenarios tienen su humorista. Esto de que hayamos accedido al teatro en España, esto es muy reciente. Aquí no tenemos tampoco esos casinos, no quedan grandes salas de fiestas ya. Me muero de envidia cuando veo el Copa en Nueva York, o el Caesar’s Palace de Las Vegas.

Todavía no es tarde.
No, no, no tengo edad para empezar otra vez. En realidad, se está muy bien aquí.

¿Da vértigo un salto al vacío en solitario tras tantos años solo en teatros de Madrid?
¡Qué va! Nací solo en el escenario y moriré solo. Nunca le he tenido miedo a soportar yo mismo solo 100% la presión del show.

Nació como cómico, de hecho, en el extinto Club de la comedia.
Hace más de 20 años, sí, y además en la máxima expresión del oficio, considero. El stand-up. Un cómico, un micro y poco más. Con eso debes hacer que parezca una superproducción.

Algo más que un micrófono sí, porque usted parece darle peso importante a la elegancia.
Forma parte del sello. Lo que yo hago es un todo y debe ser llamativo desde que entro en escena. Cada superhéroe tiene su traje y yo tengo el mío.

Fue una noticia inesperada su incorporación a El hormiguero.
Sí, fue una noticia a nivel nacional bastante impactante. Es simplemente una etapa nueva, ver a dónde nos lleva. Estamos en las primeras citas, estoy feliz por la confianza depositada, pero estamos todavía empezando a salir juntos, por seguir el símil.

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