McPherson: "Conocer la civilización sumeria ayuda a hacer mejor música"

El saxofonista, que participó en el Festival de Jazz de Lugo, destacó la importancia de tener cultura para poder "ser una persona completa"

Charles McPherson, con su banda, en el Círculo de las Artes. J.VÁZQUEZ
photo_camera Charles McPherson, con su banda, en el Círculo de las Artes. J.VÁZQUEZ

Charles McPherson empezó a intererarse por la filosofía cuando tenía 15 años. "Leí a Nietzsche, a Kant, a Spinoza, a Descartes, a Bacon,...", comentó este martes en Lugo el músico, que esconde la singularidad de que es un experto en los sumerios.

Argumenta su interés en el mundo de Mesopotamia apuntando que "es realmente antigua. Nuestra sabiduría y nuestra religiones nacieron allí". Defiende que sus lecturas le han favorecido en su profesión. "Conocer sobre la civilización sumeria me ayudó a hacer mejor música", subraya.

Los libros de filósofos europeos se los enseñó Barry Harris, un pianista de Detroit con el que empezó a formarse en la adolescencia. "Me enseñó la teoría y la armonía de la música, pero también muchas otras cosas para que fuese una persona completa", dice Charles McPherson, el saxofonista que actuó este martes en el Círculo de las Artes de Lugo dentro del Festival de Jazz.

Uno o dos años antes se había sentido abrumado por otra influencia, esta más instantánea y prolongada. "Un amigo me llevó a un bar y puso una canción en la juke box. Sonó un tema de Charlie Parker y dije: "¡Guau! ¡Vaya epifanía!", y fue la primera vez que usé la palabra epifanía".

McPherson rememora que el elemento de la música de Parker que más le impresionó fue "la lógica lineal de las notas" porque Bird las colocaba "en su sitio exacto". Entonces pensó en que "por eso es tan grande, porque no sigue a ningún músico". Le valió -entre otras ventajas- para descubrir el bebop, que considera "el estilo más importante porque abarca el resto de los estilos del jazz".

El músico razona que "para llegar a ese nivel, tienes que dedicarte totalmente a ello. Es importante que la gente sepa que, llegar a ese nivel en cualquier cosa, requiere mente y corazón. Es una buena lección".

Paralamente a esas dos fuentes de conocimiento, no tardó en añadir una que se encontraba en su propia calle, unas manzanas más allá de su casa, el club Bluebird de Detroit, por donde pasaban los mejores músicos del país. Como era demasiado joven, no lo dejaban entra, "pero yo me colaba".

Sus primeros instrumentos fueron la trompeta y el fiscornio, pero los cambió por el saxo alto "por su sonido, que es dulce, rotundo y sexy; como la voz humana".

La muestra la ofreció este martes en el Círculo, en un concierto en el que se hizo acompañar por el pianista Bruce Barth, y en el que tocó piezas inspiradas en la más antigua civilización.

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