Manuel Quijano: "Enamoramos a generaciones de amas de casa, lo reconozco"

VIERNES 20.30 EN LUGO ► El trío de hermanos Café Quijano vuelve al Gustavo Freire para celebrar el vigésimo aniversario de La taberna del Buda y recordar tiempos locos de tocar sin pausa
Manuel Quijano. ARTISTIK
photo_camera Manuel Quijano. ARTISTIK

LA ELEGANCIA era una cuestión de vital importancia para los hermanos Quijano cuando comenzaron sus andanzas. Tanto lo pulieron que acabó siendo una de sus señas de identidad, junto a los boleros y su peculiar sonido. Sonido Quijano, lo apodaron desde los medios hace veinte años. Ahora ofrecen una continuación al Buda, a La Lola y a sus míticos personajes.

Me gustaría resolver una duda primeramente. ¿Es familiar del compositor leonés del siglo XVIII llamado también Manuel Quijano?
¿Cómo? No me puedo creer que haya un compositor llamado como yo y de León. No somos familia, ¡qué va! Pero habría que indagar si ha dejado algún tipo de herencia (ríe). Tengo que investigar, es la primera vez que escucho tal cosa.

Dicen que regresan a su origen, al punto de partida de los Quijano, con esta gira y este nuevo disco, Manhattan.
Se cumplen 20 años de aquel momento que fue La taberna del Buda, aunque La Lola fue la primera que nos marcó la pauta, nuestro sonido viene de ahí. Lo refrendamos con el Buda. Ahí quedó claro que eso era nuestro sonido. Por eso hemos querido este aniversario, es una continuación pero adaptado al pasado 2021.

El famoso sonido Quijano, ¿ese?
Nosotros nunca le hemos llamado sonido Quijano realmente. Eso fue la prensa, la gente, pero nosotros encantados. Es un sonido peculiar, diferente, en el que entran en juego también nuestros tipos de voces.

Se sabe que comenzaron en la música con un local suyo, un inicio un poco diferente a lo usual.
Antes de eso, mi padre ya tenía un bar donde tocaba la guitarra con la gente, se animaba con los clientes. Amenizaba un poco el ambiente con boleros o mexicanas. Allí empezamos realmente, con veintipocos. Ese fue nuestro primer contacto real con la música en público, aunque fuesen ocho personas las que había allí escuchando.

Pero continuaron en una sala, en un teatro. Fue por el modelo antiguo, la discográfica vino después.
Nosotros nos inventamos el principio de nuestra carrera. Para que las compañías pensaran que éramos un grupo consolidado, de cara a conseguir un contrato y que nuestra música funcionase mejor, nos inventamos una pequeña historia.

¿Qué historia?
Verás, dimos un concierto en un teatro y en el que había bastante gente, podría decirse que lleno, y eso lo utilizamos para hablar con la discográfica. Dimos a entender que era lo que hacíamos. Que todo ya venía de atrás, que había éxito. Pero después en el primer disco tampoco es que fuésemos un éxito, todo vino más tarde.

Si su padre tocaba la guitarra imagino que no fue un disgusto que los tres hijos saliesen músicos.
Francamente, a mi madre al principio no le acababa de gustar que sus tres hijos se dedicasen a la música. Nosotros nunca nos lo planteamos, después empezó a ir bien. Y ya entonces se empezó a sentir muy orgullosa. Del concepto de músico que va a todas partes con su guitarra sin más labor nosotros hemos hecho oficio. Esto nos ha dado de comer durante años.

Ustedes han sido iconos de elegancia y, de un cierto modo, sexuales. ¿Lo percibían desde el escenario?
Es cierto que hemos sido cuidadosos con la imagen que queríamos proyectar (ríe), con la exposición pública. Nos gusta arreglarnos y hay una generación, la nuestra –año arriba año abajo–, que nos lo tiene en cuenta. Reconozco que hemos enamorado a mucha ama de casa, pero hace veinte años eran tan jóvenes como las de ahora.

Cuando empezó el éxito, ¿pudieron prever lo que se venía? La Lola permanece entre la gente.
Que va, ni idea, era imposible preverlo, y menos hacerlo tan pronto con el segundo disco. Totalmente imprevisible. En su momento no sabíamos ni de qué iba la cosa, habría sido radicalmente distinto si nos pasase ahora con los años de experiencia. Ahora ya sabemos lo que es, en su momento lo vivimos mientras estaba pasando todo. De repente te decían: "Oye estáis en una serie en Argentina o Chile" o "Funciona muy bien en Latinoamérica y en México es un exitazo", y tú pensabas: "Pues muy bien, cómo me alegro". Asumes que eso es lo que es, que una canción gusta y es el resultado. Con el tiempo lo ves y eso que dabas por normal, es extraordinario.

Pasaron de León a España y después el salto a Latinoamérica. Las suyas eran giras de romper récords. ¿Cómo lo vivieron?
Lo vivimos de una forma preciosa pero muy natural. En agosto y septiembre de 2012 tocamos 28 días del total de cada mes. Eso echando la vista atrás es una locura, un día de descanso. Una barbaridad y no creo que nunca más se vuelva a dar. Era literalmente de locos. Lo recordamos a veces y estamos de acuerdo todos: lo volveríamos a hacer. Haciendo lo que más te gusta y dedicándole tanto tiempo podría generarnos aversión, pero no. Cada día un sitio distinto, gente distinta, unas vidas distintas. Era maravilloso.

Pero eso también conllevó mucha más exposición.
Te paras a comer y una foto aquí, entras al hotel, una foto. La gente te guarda cariño. Te para un operario de cualquier lugar y te muestra un vídeo, su hijo aprendiendo a tocar la guitarra y lo hace con un tema nuestro. Eso es impagable, ¡qué grandeza!

Y conquistaron Latinoamérica con un carácter del norte, leonés. ¿Creen que es parte de su éxito?
La verdad es que nunca lo hemos pensado y creo que no nos lo han dicho. Precisamente lo que nos comentan por nuestras tierras es que parecemos de otro lado. En Latinoamérica los fans son más fervientes pero mucho más educados, es todo más exacerbado pero la gente te respeta muchísimo más. La admiración viene desde una educación exquisita. En cualquier país latino.

A ustedes les une algo especial con los ritmos latinos, ¿verdad?
En cada disco del género que sea que hayamos hecho, siempre hemos incluido un bolero. Recalco: siempre. Es fundacional en nuestra vida y estilo.

Siendo tres hermanos, ¿los confunden a menudo?
Hombre y tanto, bastante a menudo. Pero es normal, a veces les veo de espaldas o de lejos y hasta yo mismo los confundo. Y mira que los tengo vistos (ríe).

Usted también es un destacado fotógrafo, una cara B de su vida. ¿Ha pensado en cambiar de oficio?
Cuando tenía más tiempo libre me volqué a la fotografía. Primero la música, luego esto. Estas cosas me requieren las 24 horas de todos los días del año. La desconexión es imposible.

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