La abadía samonense es uno los cenobios con mayor importancia dentro del arte monacal de España y es visita obligatoria en el Camino de Santiago. Considerado como una de las joyas artísticas e históricas de la provincia de Lugo, dos restauradoras, Ana Sánchez Calzada y Andrea Rodríguez Campo, se encargan desde hace meses de la rehabilitación de algunos de sus retablos.
Las actuaciones en el interior de la iglesia comenzaron con la restauración del retablo mayor y desde el pasado mes de agosto las trabajadoras se encuentran reformando el de Santa Catalina de Alejandría. Este, de autor desconocido, data del siglo XVIII y cuenta con una imagen del XVI del prestigioso escultor Francisco de Moure.
Esta actuación está financiada íntegramente por la fundación de Noia Otilia Millares Vázquez y cuenta con un presupuesto de 20.000 euros. "La institución ha querido contribuir con el mantenimiento del patrimonio artístico del monasterio y perpetuar este gran legado", explican.
El retablo nunca fue sometido a una rehabilitación, por lo que estaba muy deteriorado
El retablo nunca fue sometido a una rehabilitación, por lo que, según ratifican las operarias, estaba muy deteriorado y muchas de las piezas se encontraban descolocadas. Para llevar a cabo los trabajos se montó un andamio de seis metros de altura. La actuación, la cual se prolongará hasta mediados de noviembre, conlleva la desinfección, limpieza y restauración de la pieza. Para ello utilizan productos naturales, como cola de conejo para fijar el oro a la madera una vez que está limpia.
"El retablo se encuentra en un lugar donde seguramente hubo filtraciones de agua durante mucho tiempo y, con el polvo, se formó una especie de barro adherido al oro. Eso es lo que más tiempo y trabajo nos da, ya que las láminas de oro son muy finas y hay que limpiarlas con mucho cuidado, pues se pueden dañar muy fácilmente", comentan.
RECAUDAR FONDOS. Para recaudar fondos para continuar rehabilitando los retablos de la iglesia, se les ocurrió la idea de crear unas chapas con el lema Yo también restauré Samos, diseñadas por el ilustrador santiagués Iván Sende y que venden a un precio de 2,30 euros. "Pensamos que sería una buena idea colaborar con la orden benedictina para futuros proyectos. Esperamos que los peregrinos contribuyan con la compra de estos pins, ya que sería una manera de poder seguir reformando más retablos de la abadía", afirman.
Las labores para dar una nueva imagen a la iglesia comenzaron el pasado marzo, con la reforma del retablo mayor, que data del siglo XVIII y es obra del escultor José Ferreiro. Esta pieza vuelve a lucir como en sus orígenes, ya que se recolocó el altar, las gradas, el sagrario antiguo y el templete. Estos habían sido retirados hace medio siglo.
Para recaudar fondos para continuar rehabilitando los retablos, se les ocurrió la idea de crear unas chapas con el lema 'Yo también restauré Samos'
Los trabajos concluyeron con la restauración de las esculturas de los abades y el escudo. Las mitras de estos dos monjes tienen una decoración idéntica a los techos de la sala capitular y de la biblioteca de la catedral de Santiago.
La primera fase de la restauración fue financiada por una institución de América, mientras que la segunda recayó en manos de la Xunta de Galicia. "Nos llevó varios meses, ya que fue un gran trabajo. Intentamos que quedara lo más semejante a la imagen original", comentan.
Las artistas explican que tanto el altar mayor como el retablo son piezas "complicadas" que exigen una gran dedicación, pero confiesan que el de Santa Catalina les está dando más "quebraderos de cabeza" de los que se imaginaban. "Es más pequeño, pero estaba en peor estado que el altar mayor, por eso es más difícil su rehabilitación", dicen.
La iglesia del monasterio cuenta con 13 retablos, dos de ellos fueron restaurados en el año 2002 con una subvención de la Xunta de Galicia. En 2003 se rehabilitó un tercero con una ayuda de una mujer de América, quien donó en los años 90 al cenobio samonense 10.000 dólares. La cuantía no era suficiente, por lo que fue necesaria la aportación de la comunidad benedictina para ejecutar las obras, las cuales tuvieron un coste de unos 15.000 euros.
Más recientemente, fueron rehabilitadas algunas imágenes de la abadía, que posteriormente fueron expuestas en una muestra en el cenobio.