Juan Anillo: "Si a tu personaje no le duele la cabeza, a ti tampoco"

El actor con familia en As Pontes y Muras representará  junto a Emma Ozores '¡El último que apague la luz!' en el Gustavo Freire este sábado
Juan Anillo. EP
photo_camera Juan Anillo. EP

Juan Anillo hablaba este lunes con un tono levemente nasal, con un resfriado que solamente puede agravar un incierto otoño gallego. Va a someterse a la prueba el próximo sábado, cuando acompañará a Emma Ozores en ¡El último que apague la luz! , en el auditorio Gustavo Freire de Lugo, a las 21.00 horas.

Anillo (Zaragoza, 1967) cree que la mejor consulta médica es un escenario. "Si a tu personaje no le duele la cabeza, a ti tampoco", asegura, como si hacer de otra persona supusiese trasladarse a otro cuerpo, a un cuerpo con afecciones y angustias distintas a las propias.

"El año pasado le dio un infarto a mi padre media hora antes de empezar una obra. Llamamos a una ambulancia. Se moría. El teatro estaba lleno, era protagonista. No podía suspender. La duda era si llamar o no. Si me decían lo peor no sé si hubiese podido seguir. Tenía seis minutos de una escena en los que estaba en el escenario. Llamaba o no llamaba. Llamé. Todo fue bien".

Ese padre que lo inquietó el año pasado estuvo trabajando unos cuantos años en Endesa, por lo que el intérprete se crió en As Pontes. "Estudié en el Pardo Bazán y trabajé como disc jockey en el Joan", exhibe para limpar las dudas sobre su pedigrí. Su abuela nació en Muras y las diversas ramas de su familia cubren el territorio de Galicia. "Muchas veces se me viene a la cabeza el olor a plátano y chocolate que había en la despensa de mi tía Antonia en As Pontes".

Se siente madrileño porque lleva muchos años instalado en el otro extremo de la A-6, pero aún se emociona cuando vuela en el aire un tono de acento gallego en el metro. Va hacia esa persona y le bromea: "¿Usted es del sur, verdad?". Le gusta la zona meridional de España y le está agradecido porque viaja mucho a ella para actuar con ¡El último que apague la luz!, pero no consigue explicarse por qué son menos reclamados junto al Cantábrico.

La obra que presentan en Lugo está asentada sobre dos actores que interpretan un personaje tras otro -"teatro dentro del teatro"- para explicar el amor, el sexo o la paternidad expuestos con el humor de Antonio Ozores, escritor y director; así como padre de la actriz.

La escenografía es breve: "Unas sillas de diseño carísimas, una tabla de planchar y una alfombra". El conjunto debe ser arropado "por la imaginación" de los asistentes, que debe ver un bombero, un niño, una barra de pan, un móvil, una pistola y una chaleco, y, ya en el trance de fantasear, una parada de bus. "Hay espectadores que vienen cuando acabas y te dicen les gustó el maniquí de bombero, y les dices que no había maniquí; pero ellos lo vieron".

Juan Anillo se incorporó a la representación, que llevaba casi una década con otro intérprete. Los actores no tienen dolores de cabeza, pero el anterior a él se vio afectado por un catarro que le impidió hacer la pieza en Zamora. "Cuando llevaba una semana estudiando el texto, me llamó Emma. Le dije que era mejor suspender, que ella es conocida; no como yo, que no me conoce nadie. Ella actuó con toda la buena voluntad, decidió no suspender y accedí para complacerla".

Salió ante el público con el libreto en la mano. "Jugaba con la situación para que no fuese ridícula-ridícula, para que fuese ridícula-graciosa. Me lo pasé muy bien, pero hubo gente que se marchó del teatro". El sábado no habrá libreto ni maniquí ni dolor de cabeza.

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