Carlos Sobera: "De joven se me pasó por la cabeza ser cura, pero me gustaban mucho las chicas"

El icónico presentador visita Quiroga por primera vez para dar el pregón de la Feira do Viño este sábado a las 20.30 horas. El vasco aprovechará la cita para conocer una comarca que define como "paraíso" y dará un discurso "divertido y natural", como él mismo

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photo_camera El presentador Carlos Sobera

Forofo del Athletic como buen vasco que se precie, y un "tipo muy normalito". Así se define Carlos Sobera (Barakaldo, 1960), uno de los presentadores más icónicos y queridos de la televisión. El mítico programa ¡Quién quiere ser millonario! le dio el salto a la fama y 25 años después sigue encadenando éxitos dentro y fuera de la tele. Ahora, muestra su lado más divertido y humano en First Dates como el celestino más famoso de España.

Es uno de los rostros más populares y más queridos por el público. Cercano, natural y siempre con una sonrisa. Pero, ¿cómo es Carlos Sobera detrás de las cámaras?
¡Soy totalmente el mismo! Un tipo muy normalito y de andar por casa. No sería capaz de fingir. Me muestro delante de las cámaras tal y como soy. Me considero empático porque la gente me gusta mucho. Lejos de sufrir cuando estoy rodeado de personas me lo paso superbien. Fui profesor de universidad y muchos docentes sufrían por hacer oratoria ante la clase, pero a mí me encantaba.

¿Puede ser esa la clave del éxito?
Imagino que sí. Soy consciente de que la gente me tiene cariño. Están acostumbrados a verme en la tele desde hace 25 años y ya ven en mí a un familiar o a un amigo.

Después de llevar media vida delante de las cámaras... ¿sigue sintiendo nervios al salir a escena?
Ese gusanillo lo sigo teniendo, sobre todo cuando voy a estrenar algo y no sé la aceptación que va a tener. Es cierto que, probablemente, cada vez note menos los nervios porque, una vez que haces varios programas, ya sabes más o menos lo que te vas a encontrar y eso te da seguridad.

El salto a la fama lo dio en 1999 con el exitoso Quién quiere ser millonario. ¿Cómo cambió su vida?
¡Muchísimo! Conducir aquel formato era como pilotar el Aston Martin de Fernando Alonso (risas). Fue muy novedoso y supuso un cambio total para mí, a nivel de popularidad y de prestigio. Me cambió la vida totalmente. Ese programa fue la base sólida de todo lo que ha sido mi profesión. Si he estado 25 años viviendo de mi trabajo es porque El millonario impactó mucho.

¿Sigue haciendo su particular movimiento de ceja?
(Risas) ¡Claro! Hay muchas generaciones que me recuerdan como ‘el tipo que levantaba la ceja’. Fue algo improvisado totalmente y causó impacto. La gente asoció ese icono a mi personalidad y más de dos décadas después aún me piden que le levante la ceja.

Atrapa un millón, El precio justo, ¿Hay trato?... Lleva más de dos décadas siendo el rey de los concursos. ¿Qué le aportan?
Cuando hago televisión siempre busco lo mismo: el contacto con la gente. Y los concursos son el formato que tiene más entrada de personas de la calle. Ellos vienen y te sorprenden con sus historias y yo disfruto mucho con ello.

Ha dado el salto al reality con Gran Hermano o ‘upervivientes. ¿Tuvo reticencias por conducir este tipo de formato?
¡En absoluto! Nunca las he tenido. En el 2002 Mercedes Milá dejó Telecinco y la cadena me propuso presentar GH. En ese momento estaba un poco saturado por el éxito de ¡Quién quiere ser millonario! y mi faceta de actor, y tomé la decisión de no aceptarlo. Pero nunca fue porque no tuviera gusto por los realities, me parecen muy frescos, espontáneos y muy enriquecedores. Me lo paso genial.

Pero si hay algo que hoy en día es un verdadero éxito es First Dates. ¿Pensó algún día que se convertiría en el celestino televisivo?
(Risas) Esas cosas no se piensan nunca, ocurren, y eso es lo más bonito. Cuando me enseñaron el formato me pareció excelente. Es fresco y muy normalizador de diferentes sexualidades y me dije: ‘¡A por él!’. Para mí el secreto de su éxito es la naturalidad. Muchas veces me preguntan si las personas que van son actores. ¡En absoluto! No hay actores tan buenos, y mira que los tenemos fabulosos en España. Es gente natural que da rienda suelta a su forma de ser y siempre hay alguna que te deja pegado a la pantalla.

¿Qué historia le impactó más?
La que más me emocionó fue la de un chico y una chica con síndrome de Down que tuvieron una primera cita en el restaurante, y después otra en el crucero. Fueron tan generosos y se declararon el amor mutuo de una forma tan romántica que aquel programa me llegó al alma, hasta lloré.

Es uno de los presentadores más reconocidos pero siempre tuvo clara su vocación: ser actor.
Sí, de pequeño veía en TVE películas de western y comedia de Billy Wilder o George Cukor, y me apasionaban mucho. Después, en el programa Estudio 1 de los años 60-70, se escenificaban maravillosas obras de teatro de la mano de los mejores actores. Aquello me llenaba, me hacía feliz y me di cuenta de que yo también quería ponerme encima de un escenario. Empecé participando en el colegio en pequeñas obras y cuando fui mayor de edad formé mi primer grupo teatral, me dediqué a escribir obras y aquí sigo. Nunca me he bajado de las tablas.

También tuvo la idea de ser cura.
¡Es que a mí me influía mucho la televisión! Con 12 años vi la serie Padre Brown y de repente barajé ser cura de mayor y, a ser posible, investigador. Pero me duró poco, fue cosa de una tarde. Me gustaban mucho las chicas (risas).

Actor, presentador... ¿Con tanto ajetreo tiene tiempo libre?
No soy de cogerme vacaciones largas, pero siempre intento marcharme con mi mujer e hijas a viajes cortos, pero intensos, que me permiten desconectar y refrescar la mente. La lectura y la música son también mi refugio.

¿Ha pensado en algún momento en su retirada del foco mediático?
Ahora mismo ni me lo planteo. Mi trabajo es mi vida y pienso que todo tiene que llegar de forma natural. Sigo teniendo mucha energía, pero el día que se me apague será el momento de pensarlo. 

En Galicia hubo mucha emigración al País Vasco, ¿tiene raíces aquí?
Nací en Barakaldo, un sitio llamado la Pequeña Galicia. Mis padres fueron emigrantes burgaleses, pero tengo muchos amigos del colegio cuyos padres fueron emigrantes gallegos. Medio siglo después sigo conservándolos y suelo visitar Galicia. Sin ir más lejos, en marzo estuve en Santiago.

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