La historia vista en la viñeta

El ilustrador Manel Cráneo habló este viernes en el MIHL sobre la creación de cómic histórico dentro del programa de actividades de Arde Lucus

Manel Cráneo. SEBAS SENANDE
photo_camera Manel Cráneo. SEBAS SENANDE

Crear un cómic histórico exige mucho esfuerzo, es necesario tener una buena documentación y entender cómo se vivía en la época. "Eses elementos sociais relacionados coas humanidades tamén contan", defiende el ilustrador y editor Manel Cráneo, que dio este viernes en el MIHL la primera charla del I Encontro de Banda Deseñada Histórica de Galicia.

El ilustrador coruñés reveló todo el esfuerzo necesario a la hora de crear un cómic de tema histórico. Los autores necesitan un buen asesoramiento de expertos para poder entender mejor el periodo, los personajes y su contexto.

El rigor histórico es un elemento importante, pero son necesarias "certas licencias", comenta el dibujante. Los autores trabajan a veces con temas de los que no tienen escritos o imágenes, como la cultura castrexa. "Moitas veces hai que conxugar o real coa imaxinación", resume Cráneo, que insiste en la importancia de mantener el rigor. Por ese motivo resulta interesante añadir un anexo al final del libro que explique las decisiones que ha tomado el autor más allá de la realidad histórica.

Cráneo remarca que también se puede tratar el pasado desde la comedia. Menciona como ejemplo el cómic de Tomás Guerrero, que visitará Lugo durante el Arde Lucus, sobre el gobierno de Stalin, un tema difícil por su dureza.

"Na banda deseñada mesturas literatura con ilustración", comenta el ilustrador como una de las principales ventajas de este medio a la hora de contar historias. Además el cómic puede retratar la época y su ambientación al detalle sin la inversión económica que supondría en una serie o película. El lector entra de lleno en la narración gracias a la imagen.

"O cómic pasou de ser de nenos a ser de adultos", explica Cráneo, que apuesta por producir obras para ambos tramos de edad. El medio ha ganado relevancia, pero el ilustrador remarca que hacen falta más lectores y una "industria propia".

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