Vetusta Morla: "Hace 18 años tuvimos en Lugo en un concierto a cinco personas"

Guillermo Galván formó una banda con sus compañeros de instituto. Les dejaban ensayar en los baños del centro. Veinte años más tarde, estarán en el Caudal Fest
Guillermo Galván, a la derecha de la imagen. AEP
photo_camera Guillermo Galván, a la derecha de la imagen. AEP

LA BANDA Vetusta Morla participa hoy a las 23.00 en el Caudal Fest, junto al Pazo de Feiras de Lugo, para tocar en directo un disco registrado en directo, Bailando hasta el apagón. Lo grabaron el año pasado en el estadio Metropolitano de Madrid, ante 35.000 personas. Guillermo Galván (1980) toca la guitarra y los teclados en la banda madrileña.

No es su primera vez en Lugo.
Al principio tocábamos por nuestra zona, por Madrid. El primer concierto que dimos en Galicia fue en el Clavicémbalo, en Lugo; hace 18 años. Estábamos en el camerino y uno de nosotros se asomó a la sala. Dijo:Tenemos cinco espectadores. Así que salimos y tocamos con toda la ilusión. Recordamos esa actuación como nuestro concierto con menos personas de toda nuestra trayectoria.

¿Cómo se portaron esos cinco?
Maravillosamente. Al acabar el concierto vendimos ocho Cd. Fue nuestra mejor ratio entre espectadores y ventas. Al acabar el concierto nos vamos, pero en aquel nos quedamos hablando con los espectadores y con la gente del club sobre música hasta la madrugada. Fue espectacular. Voy a decir un tópico: Galicia es nuestra segunda casa. Tiene una red de salas que funciona muy bien y un público que se mueve de una ciudad a otra. Cuando alguno de nosotros hace una escapada la hace a Galicia.

Su escapada fue el Camino de Santiago desde Sarria.
Cierto. Era febrero de 2017. Llegué en un tren a Sarria a las seis de la mañana y me puse a andar. Fui al Obradoiro, pero encontré mucha cola para conseguir la compostela y me marché. Quería llegar hasta el final, a Fisterra.

Veo que usted es metódico.
Me gusta acabar las cosas.

Hábleme del coreano.
¿El coreano? ¡Ah, sí! Era un hombre de unos setenta años que cada año hacía el Camino. Llevaba unas quince veces. Sus vacaciones eran dejar a su mujer en Corea, coger un avión y hacer una ruta distinta del año anterior. No llevaba móvil. Su mujer estaba preocupada, pero él decía que el Camino ha de hacerse sin móvil; que ya la avisaría cuando llegase a Santiago. Tomaba notas en un cuadernillo. Era muy reservado, así que caminábamos juntos solamente cuando nos encontrábamos.

¿Volverá a ir hasta Fisterra?
Me gustaría, pero no puedo.

Tienen la canción Finisterre.
Pero no tiene que ver con mi experiencia. Es una letra de Juanma sobre el amor entre una persona terraplanista y otra contraria a esa idea.

Le impresionó el faro de Fisterra.
Tengo idealizado el mar porque lo relaciono con las vacaciones, aunque las mías de adolescente nunca fueron en Galicia. Fui andando desde Fisterra hasta el faro. Empezó a llover, así que,como suele decirse, me hice uno con la lluvia. No había nadie.

Su último disco es el directo Bailando hasta el apagón. El grupo tradicional Aliboria canta varias canciones con ustedes en ese concierto. Más Galicia.
Hemos tenido la suerte de empaparnos de cultura gallega gracias a personas que saben. Cuando grabamos Cable a tierra, en el que hay música más de raíz, lanzamos Finisterre como single. Lo presentamos en O Son do Camiño e invitamos a Aliboria. No las conocíamos. Les pedimos que cantasen una canción con nosotros y, al final, las llevamos de gira.

Durante la pandemia ensayaban con instrumentos acústicos desde sus casas. ¿Su giro hacia la tradición tiene que ver con esa bajada de volumen?
Sí. El inconveniente de estar cada uno en su casa nos abrió un camino estético. David estudió percusión y tiene mucha relación con músicos tradicionales. Teníamos en casa esos instrumentos, pero no los llevábamos al local de ensayo por el volumen de las guitarras y la batería. Durante la pandemia empezamos a utilizarlos y nos pusimos el reto.

Bailando hasta el apagón, que grabaron el año pasado en Madrid, está marcado por los sonidos tradicionales y por la falta de sonido.
La primera vez que se nos fueron la luz y el sonido en un directo fue en Bueu. En una sala es más fácil. En Madrid estábamos tocando El hombre del saco ante 35.000 personas y nos pasó de nuevo. Mi angustia era no saber si iban a volver la luz y el sonido.

El público siguió cantando y bailando.
Por eso llamamos así al disco. Ese disco es una foto de lo que pasó.

Su canción Copenhague supera los 72 millones de reproducciones en Spotify. Finisterre no guarda relación con Fisterra, ni Copenhague con Copenhague.
Es una canción que teníamos armada en 2004. Viajé a Copenhague. Me llevé una guitarra pequeña para acabarla. Hice la letra viajando en tren por varios países de Europa. Habla de esa sensación de final de camino, como en Fisterra. Copenhague es una ciudad en la que todo parece perfecto. Todo está ordenado. Los canales te dirigen al mar. Ellos son rubios, altos, sonrientes,... pero esa sonrisa es inquietante. ‘Copenhague’ es la historia de una relación que acaba en esa ciudad. Tiene ese imaginario.

¿Finisterre y Copenhague sonarán hoy en Lugo?
Supongo que sí. Pero no estará Aliboria.

Es autor de dos poemarios, Retrovisores y Desconocernos. Cuando escribe un texto, ¿cómo decide si es una canción o un poema?
Al principio. En la poesía no uso rima. Si la necesita ya sé que va a ser una canción.

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