FARRUCO

"Hablando de mis personajes me di cuenta de que hablaba de mí"

 Xosé Luís Bernal López (Santiago de Compostela, 1942) ha escrito su primer libro ‘Eles e máis eu, compostelaneando’, en el que retrata a 40 personajes bohemios con los que vivió historias en la ciudad.
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Farruco es el nombre del hijo artístico del escritor y un personaje más del libro. En ‘Eles e mais eu. Compostelaneando’, retrata a 40 personajes bohemios y disparatados con los que convivió durante años y compartió historias memorables en la ciudad del Apóstol Santiago.

¿Si lleva toda la vida contando historias, por qué ahora?

A pesar de que toda mi vida estuve escribiendo sin publicar, guiones para radio y televisión, sketches... me fui encontrando por el camino a una serie de personajes entrañables, disparatados y bohemios. Personas como Gerardo Estévez, antiguo alcalde de Santiago, me animaron a escribir.

¿De dónde sale el título del libro?

Cuando empecé a escribir sobre los personajes descubrí una simbiosis curiosa: al hablar de ellos me di cuenta de que, de alguna manera, estaba hablando de mí, y lo que iba a ser solamente un libro de caras compostelanas acabó siendo una pequeña autobiografía, de ahí el título, ‘Eles —todos estes personaxes— e mais eu, compostelaneando’.

¿Quedaron entonces fuera del tintero otras que no vivió tan directamente?

Fundamentalmente, el libro son historias de personajes de Santiago y mi vida, que abarca desde que nací en la Rúa do Vilar hasta mi hermano Diego. De hecho, mi hermano estuvo muy vinculado a la ciudad de las murallas, tanto que se casó con una ilustre lucense, Mari Nieves Díaz Ferreiro.

¿Cuál es su personaje favorito?

Mi personaje favorito es Diego, mi hermano, a quien le dedico el libro junto a mis padres y a Santiago, que me han aguantado toda la vida. Empiezo el libro diciendo: "Tengo 3 hijos biológicos, Santi, Iván y Andrés; y un hijo artístico, que se llama Farruco". El libro termina con Farruco asegurando: "Cuando mi creador me inventó tenía 18 años, ahora mi creador es tan viejo como yo". También hay personajes entrañables como el poeta de las Marías, las propias Marías... A medida que escribía sobre ellos me di cuenta que soy un personaje más.

Usted fue de las pocas personas que tuvo la suerte de estar en la casa de Las Marías de Santiago, que después recibirían como homenaje una estatua, ¿tuvo mucha relación con ellas?

Con Las Marías tuve una relación muy íntima porque eran habladoras como yo, sobre todo con Maruja; Eulalia no, Eulalia solo asentía. También tuve mucha relación con Tito Carro, que tenía un ultramarinos y era el que les suministraba con mucha delicadeza porque eran mujeres con mucho orgullo y no les podías dar limosna.

El libro cuenta historias que usted vivió con personajes "curiosos" dentro de Santiago, ¿cuántos han sido y cómo llega a conocerlos?

Probablemente yo mismo sea otro disparatado y siempre tuve una gran curiosidad por ellos. Ya cuando empecé a contar historias por los ‘camiños’ y ‘corredoiras’, siempre llevaba como ayudantes a personajes bohemios y disparatados. No sé si la piedra, el ambiente universitario o toda esa historia tenía un imán para atraer a toda esa gente. Ahora desaparecieron, quizá porque Santiago se hizo más cosmopolita y pasó a ser más ciudad, dejó de ser aquella aldea en la que nos conocíamos todos. Esos personajes quedaron diluidos, ya no hay esos individuos entrañables pululando por las calles de Santiago. Dedico un capítulo a 40 personajes y nombro casi a 100.

¿Se plantea otro libro para hablar del resto?

Me está tentando, porque el director de Galaxia me dice que la edición se está agotando. En Santiago, que es su cuna, se vendieron alrededor de 600 ejemplares. Aquellos estudiantes que vivieron en Compostela están distribuidos a lo largo de la comunidad. En cuanto a otros libros... déjame descansar y recargar la pluma. Tengo bastante conocimiento sobre bandas musicales populares, ya que he organizado durante bastante tiempo el festival en Santiago; así que con la documentación que tengo, quizá escriba algo en un futuro sobre eso.

Cuando usted hizo la mili le hicieron un consejo de guerra, siendo perdonado por el cardenal Quiroga Palacios, ¿qué relación mantuvo con él?

Por aquel entonces, por el concordato de la Santa Sede, el cardenal tenía honores de capitán general. Desde la cárcel militar de Monte de la Reina (Zamora) le escribí una carta a su eminencia: "Eminencia reverendísima, una oveja de su rebaño se va para el carallo, gloria a Dios si es que existe". Y me respondió, y me liberó. De hecho, estos acontecimientos están contados en el libro, y le dedico un capítulo a don Fernando Quiroga Palacios.

Alguna vez ha comentado que, si no se conoce al Cholas, no se ha vivido con su generación en Santiago, ¿qué nos podría contar sobre este señor?

El Cholas fue un personaje entrañable. Su tarjeta de visita decía: ‘José Manuel Lamelo, capador de reses bravas y vendedor de paraguas en la Costa del Sol’. Era un bohemio, le gustaba el alcohol y las aventuras. Ganaba dinero como representante de una firma de paraguas en la Costa del Sol, y decía que Santiago le quería tanto porque cuando iba en un cierto estado de ánimo, por no decir borracho, las columnas de la Rúa do Vilar se separaban para hacerle sitio.

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