"Fui una niña muy reservada, lo de ser cómica es una revancha"

Cuatro de los mejores humoristas de este país —Eva Hache, Leo Harlem, Ana Morgade y Xosé Touriñán— comparten escenario por primera vez en ‘Humoris Causa’, un show que aterriza este sábado en A Coruña
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photo_camera Eva Hache en una actuación en 'El club de la comedia'

Eva es pura frescura. Da igual si hablamos de Hernández o de Hache, las dos son la misma persona: un tándem perfecto entre espontaneidad y humor, un humor al que lleva entregada toda su vida. Ha sido presentadora, monologuista, jurado, cantante... no hay nada que se le resista porque la rutina le aburre soberanamente. El sábado, Eva Hache (Segovia, 1972) vuelve a subirse a los escenarios en A Coruña. ¡Un show para no perderse!

¿Cómo es Eva María Hernández Villegas detrás de los focos?
Pues mucho más guapa (risas). Justo hace poco un periodista después de entrevistarme me dijo: Lo que más me ha gustado es que eres normal, y eso es una gran alegría, ser normal me va bastante bien. Soy una persona común y tranquila. Un poco más sosegada detrás de los foco­s que delante, porque cuando trabajo se me sube la adrenalina. Por lo demás tengo muy buen humor y le saco punta a todo lo que me pasa. No sé si soy cómica porque es algo innato o porque de tanto dedicarme al humor ya me he contagiado.

¿Es díficil llevar el título de graciosa oficial los 365 días del año?
¡Para nada! A mí el buen humor me ayuda para la vida diaria y no me lo tengo que currar mucho porque me sale espontáneo. Más que graciosa tengo un buen carácter.

¿La Hache de su seudónimo es una reivindicación?
Viene de mi apellido, Hernández, y de que cuando empecé a presentarme a los primeros cástings poner Eva Hernández no funcionaba. Entonces decidí cambiarme el apellido para ver si así me recordaban mejor y me ha ido muy bien.

A pesar de su gran trayectoria. ¿Suele salir nerviosa a escena?
Cuando empecé a hacer monólogos lo pasaba fatal, tenía tal sufrimiento que se me retorcía el aparato digestivo y las tripas de los nervios. Pero un día pensé: ‘Si me dedico a esto tiene que cambiar porque voy a acabar con una úlcera’. Y empecé a mentalizarme de que si me contratan esperan que sea yo al 100%, eso me facilitó mucho la digestión. Ya no tengo tanto sufrimiento físico antes de las actuaciones, lo que me pasa ahora es que aparentemente no estoy nerviosa pero me quedo más seria, hasta parece que estoy enfadada. Es otra modalidad de nervios, pero así los aguanto mucho mejor e intento sentir el placer que me da el escenario desde el principio. Creo que los nervios son una sensación de alerta y un síntoma de que quieres tratar al público con respeto.

Cuando empecé a hacer monólogos lo pasaba fatal, tenía tal sufrimiento que se me retorcían las tripas de los nervios
 

Arrancó como monologuista en Paramount Comedy y saltó a la fama con El club de la comedia. ¿Notó una gran evolución en el formato durante estos años?
Hubo una gran diferencia entre hacer monólogos cuando empecé en Paramount Comedy haciendo giras sin que el género estuviera tan establecido como ahora. Actuábamos en muchos sitios en los que estaban acostumbrados a espectáculos de música en directo y cuando cortaban la música y se subía al escenario alguien como yo, una persona desconocida, había un conflicto porque la gente no lo valoraba y decían: Eso lo sabe hacer cualquiera. A la vista está hoy en día que este no es un trabajo fácil y afortunadamente desde esos años hasta que llegó El club de la comedia noté que el trabajo se volvió más fácil porque la gente ya me reconocía y apreciaba lo que hacía.

Su salida de El club de la comedia no fue como esperaba…
Fue un tropiezo, llevábamos mucho tiempo sin grabar temporadas nuevas y tengo la costumbre de comer varias veces al día y eso cuesta dinero, por eso necesité buscarme la vida por otro lado. Fue convulso, pero pasado el primer susto me alegré porque siempre he pensado que cuando sucede algo inesperado es la oportunidad para reinventarte. Este mundo es muy precario y es difícil hacer planes a largo plazo y el hecho de cambiar de trabajo es constante y un proceso de aprendizaje. Yo he elegido esta profesión precisamente por eso, por el dinamismo, no creo que sea capaz de mantenerme en la misma actividad toda la vida. La rutina que a mucha gente le da tranquilidad, a mí me espanta. 

¿El éxito televisivo la ha encasillado o ha sido un trampolín?
Mi encasillamiento como cómica ha sido bueno. No he echado de menos nunca hacer nada. Para mí la fama ha tenido más ventajas que desventajas, que la gente me reclame por la calle y me felicite por mi trabajo es un orgullo.

Estudió Filología Inglesa, quería ser actriz... ¿cómo acabó de cómica?
La vida da muchas vueltas y aprendí a no tener prisa para hacer las cosas que me llenan. Yo me formé en Filología porque mis padres me dijeron que estudiase algo, pero lo primero que vi cuando fui a matricularme a la Universidad fue el aula de teatro, que era lo que verdaderamente me apasionaba.

Su carrera le ayudó por lo menos para conocer a su marido...
Sí, el inglés me ayudó a conseguir muchos trabajos, gracias a él he sido vendedora de ropa, telefonista, he dado clases particulares... Pero sobre todo me ayudó a conocer a marido, que es sueco y no hablaba casi nada de español.

Estudiar la carrera de Filología Inglesa me ayudó a conseguir trabajos de vendedora de ropa o telefonista. Pero sobre todo me ayudó a conocer a mi marido, que es sueco y no hablaba casi español


¿De pequeña ya le gustaba hacer reír a los demás?
¡Qué va! Fui una niña muy reservada, observadora... Tuve una infancia adulta y creo que lo de ser cómica fue una revancha.

¿Hay algún tema tabú que no toque en sus monólogos?
Desde el principio me planteé no usar palabrotas, que hacen gracia pero no son mi estilo, y me negué también a hacer chistes sobre la guerra de sexos.

Eva Soriano reconoció hace poco que la admiraba porque usted triunfó en un mundo rodeada de señores. ¿Fue difícil abrirse paso?
La verdad es que cuando empecé  rodeada de hombres nunca me sentí diferente por ser mujer. Debido a mi educación, criada desde una igualdad plena, he salido airosa, y tampoco creo que exista un humor masculino o femenino.

Tras varios años con otros proyectos vuelve a los escenarios para presentar Humoris causa en A Coruña. ¿Qué van a ofrecer?
Yo soy la encargada de ir dando paso a los fantásticos Leo Harlem, Ana Morgade y Xosé Antonio Touriñán en una gala repleta de risas y de sorpresas que no puedo desvelar (risas).

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