Una disc jockey de Quiroga, en los European Music Awards

Marta Fierro, una de las pocas mujeres que triunfa en el ámbito español, prepara su sesión en la entrega de premios mientras imparte clases en Madrid sobre su profesión ► "En el colegio descubrí el poder de ser quien elige la música", dice
Marta Fierro. EME DJ
photo_camera Marta Fierro. EME DJ

Los jueves tocaba limpieza en el internado de las Hijas de Cristo Rey de Carballo. Marta esperaba ese día de la semana con ilusión. Las puertas de todas las habitaciones se abrían para que corriese el aire de la higiene. Ella instalaba su radiocasete de doble pletina ante su cuarto y ponía música para sus compañeras. "En el internado descubrí el poder de ser quien elige la música" y su vocación, aunque quedase latente y callada durante una década. 

"Me gusta investigar y tirar del hilo". Una curiosidad que aplica tanto a la música, en la que una canción es una puerta que conduce a otra, y que le gustaría aplicar a los delitos. "Tengo una fuerte vocación de detective. Aún hoy". 

Marta Fierro nació en Montefurado en 1982. El río Sil, que atraviesa ese lugar de Quiroga, cambia cada verano; pero ella nunca falta para bañarse. Su infancia y adolescencia transcurrieron en Sada. El tío Javi estaba cerca. Era un estudiante con una amplia colección de rock, pop y música negra. "No se dedica a la música. ¡Ojalá!". 

"Con 14 o 15 años celebrábamos el Carnaval en un local social de Sada que convertíamos en una discoteca para chavales. Yo tenía un equipo y discos, por lo que los ofrecía". 

No dejó de pinchar, pero eso no era una profesión ni siquiera un oficio. "No sabía lo que era un disc jockey. Veía en la televisión anuncios de recopilatorios y quería ser la que eligiese esos temas". 

Estudió Cine y Comunicación Audiovisual. Trabajó como meritoria. Parecía una profesión o un oficio, pero "sujetaba cámaras o llevaba cables" en Al salir de clase u Hospital Central. Nunca cobró. 

A los 26 años firmó su primer contrato. Fue con una agencia de disc jockeys. Ya se había establecido en Madrid, ciudad en la que continúa viviendo. Bajo el nombre de EME DJ fue elegida como mejor discjockey nacional de 2010, 2011 y 2014 en la revista Rockdelux y nombrada por Go Mag entre los diez mejores pinchadiscos españoles. Resultó nominada en seis ediciones de los premios Vicious Music Awards. En 2016 fue votada tercer mejor DJ Nacional en Rockdelux. 

"Somos animadores de borrachos. La mayoría del público no recuerda la sesión, pero sí que se lo ha pasado bien"

Ahora no usa el radiocassete del colegio, sino platos que movió en el Sónar, BBK, FIB Benicàssim, PortAmérica, Sonorama, Arenal Sound, San San Festival, Festival Jameos del Agua, DCode, Phe Festival... así como en Inglaterra, Italia o Túnez. Ahora le espera la entrega de premios de los MTV European Awards en noviembre con sede en Sevilla. Sabe que es una cita importante, pero trata de aguar sus expectactivas "para tener los pies en la tierra". Además de actuar en directo, ha remezclado a figuras como Zahara y acompañado en conciertos a la rapera Eskarnia. 

EME DJ es mujer, "como el 30 por ciento de la profesión". "Cada vez somos más, supongo que esto acababará siendo como en el fútbol femenino". "No me han discriminado por ser mujer, pero sí tengo muchos trolls en las redes sociales que no se atreven a decirme sus comentarios a la cara. También les pasa a los hombres, pero las críticas a las chicas son más duras". 

Marta habla sin pausa. Brinca de asunto en asunto como cuando mezcla canciones con sus agujas. 

"En Ibiza hay una clínica especializada en disc jockeys". EME DJ define las emociones nocturnas de su profesión como "ego, miedo y rabia". "Tengo pocos amigos disc jockeys. Hay muchas rivalidades. Es difícil que un DJ se acerque a la cabina de otro y le ofrezcan pinchar juntos. Después todos se quieren en las redes sociales". 

No discute que el 80% de su público está bebido o drogado, una situación o la otra, a veces las dos; pero no se enteran de lo que oyen. El restante 20% la escucha. "Esos te lo agradecen y te lo hacen llegar". Al día siguiente la mayoría no recuerda la sesión, "pero sí que se lo ha pasado bien. Somos animadores de borrachos". 

La música le gusta tanto como a su tío Javi. Tienes que sentirla como una fuerza poderosa para soportar los desajustes de sueño, los dolores de espalda, la hipertensión, la alimentación inadecuada, la soledad, las tensiones con familiares y amigos, la depresión,... la enumeración de males se encadenan unos a otros como los temas que conecta en su trabajo. 

PSICÓLOGO. Marta no pudo mantenerse entera. Ni siquiera acordarse del río verde de Montefurado fue una contención para que la ansiedad no se desbocase. "Trabajaba uno o dos días a la semana. Te quedan muchas horas libres para comerte la cabeza. El psicólogo me dio el alta esta semana, después de cinco años. Estoy feliz". 

Cuando estaba interna en Carballo logró que las fiestas de limpieza de los jueves la condujesen a ser profesional. EME DJ ha reflexionado mucho sobre su oficio. Escribió un libro: Mamá,quiero ser disc jockey. Sus análisis se los transmitía a sus amigos. 

"Mis alumnas se sienten más cohibidas cuando tienen que manejar los equipos ante los chicos"

Hace cuatro años elevó esa enseñanza informal a ser profesora de Discjockey y Animación Musical en un centro de FP. "Me ayudó a salir de la noche y a sentirme útil". 

El trabajo de los pinchadiscos en el campo educativo está en expansión. "En Madrid hay como veinte centros, en Vigo hay uno". 

Enseña a los matriculados "tipos de música, partes de una canción, ritmo, sonido, cómo se monta una cabina, cómo se mezcla, cómo se hace un vinilo, quiénes fueron los primeros disc jockeys, cómo se crea una imagen,...". 

Este jueves fue la presentación del curso. El lunes comenzará el trabajo. "Haremos un diccionario musical y les pondré un documental breve sobre la figura del productor". 

Los intereses de los estudiantes son comunes. "Vienen del trap y el reguetón". Las diferencias aparecen cuando se mira por género. "Las chicas se sienten más cohibidas cuando deben manejar los equipos ante los chicos". 

Marta Fierro nunca se imaginó que acabaría enseñando a otros cómo poner la canción justa en el momento exacto, como hacía aquel primer jueves de internado en el que posó un radiocasete ante su puerta.

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