Carmen Rigalt: "Como periodista, mi territorio era la frivolidad, la noche, el sarcasmo..."

La escritora hilvana fragmentos de su azarosa vida en su último libro, en el que habla sin tapujos de muchos nombres propios
Carmen Rigalt. PEPA MÁLAGA
photo_camera Carmen Rigalt. PEPA MÁLAGA

Sobrevivió a un infarto, a una pandemia, a un despido... Carmen Rigalt tenía motivos más que  sobrados para hacer una pausa y sentarse a reflexionar sobre la vida. En realidad, sobre su vida. Y lo  hizo. Ante un folio en blanco, como la periodista y escritora vocacional que es. Así surgió Noticia de mi vida (Editorial Planeta), que realmente no es una autobiografía, pero sí un ajuste de cuentas con la memoria en el que Carmen deja que vayan fluyendo muchos de los recuerdos, tanto personales como profesionales, que atesora. 

Arranca su libro con una confesión: "Necesito saldar cuentas con el pasado porque estoy en deuda con él". ¿Qué cuentas son esas?

Tengo la impresión de que mi pasado está revuelto en una mochila y no consigo ordenarlo. Es un pasado invasivo, caótico, y muchos recuerdos me agobian. Recuerdo que mis padres me llevaban a menudo al médico. Desconozco el motivo, pero vomitaba, me costaba dormir, lloraba por cualquier motivo y el médico me recetaba pastillas. Fui pastillera desde muy pequeña. 

Dice que nunca se concedió la oportunidad de ser feliz. ¿Cómo se negó esa oportunidad?

En muchos momentos de mi infancia, la amargura se imponía a la alegría. No me sentía querida. Seguramente no tenía motivos para ser desdichada, pero sin embargo lo era. Me cuesta explicarlo, pero lo pasaba mal, sufría todo el rato. 

La adolescencia, que suele ser un periodo más convulso, en su caso fue más satisfactorio: aparece el germen de su vocación y descubre que puede ser feliz escribiendo. 

El periodismo era mi aventura. Escribir me hacía feliz y habría pagado por firmar un folio. Es verdad que pasan los años y pierdes pasión y curiosidad, pero cuando empecé estaba chutadísima.

Los periódicos me pagaban todo el año para exprimirme en los cuadernillos de agosto

Durante su larga carrera, afirma que los periódicos le han sacado más partido en verano que en invierno. ¿Cuál es ese territorio natural en el que tan bien se mueve?

Pues sí, los periódicos me pagaban todo el año para exprimirme en los cuadernillos de agosto. Mi territorio natural era la frivolidad, las celebrities, el sarcasmo, la noche…

Y sus cuarteles profesionales, Mallorca y Marbella, donde conoció de cerca a los personajes que llenaban las páginas de la prensa, desde Jesús Gil a Julián Muñoz e Isabel Pantoja...

Sí, y a Adnan Khashoggi, Alfonso de Hohenlohe, Gunilla Von Bismarck, los choris de la primera etapa, los choris de la última, la princesa Soraya... De hecho, mi primera entrevista la hice en Marbella, en 1971, en el periódico El Sol de España. 

¿A quién se la hizo?  

A la duquesa de Alba. A ella le gustaron mucho las fotos que le hicimos, porque había estado todo el rato con los pies descalzos encima de una mesa. Una de las primeras impresiones que me produjeron los entrevistados es que les importaban más las fotos que el texto.

Tengo la impresión de que mi pasado está revuelto en una mochila y no consigo ordenarlo

¿Esa fue la imagen que le dejaron los famosos en la distancia corta?

Más o menos. En la distancia corta todo el mundo tiene un pase, aunque yo he conocido a personajes que eran infumables también en la distancia corta. Por ejemplo, el cura Jesús Aguirre, que años más tarde se casaría con Cayetana de Alba.

También coincidió con Felipe González, que visitaba en Marbella a Mar Vaquero, la que luego se convertiría en su segunda esposa.

Todo empezó porque visité a Fernando García Tola, que entonces estaba enfermo de cáncer, en la casa que Pedro Trapote tenía en  Marbella. Allí fue a parar también Mar García Vaquero, hermana de Begoña, la mujer de Trapote. El último en aparecer fue Felipe González, que estaba interesado en Mar y de paso, en Tola. En ese momento, Raúl del Pozo y yo salimos por la puerta trasera. Fue todo un descubrimiento. No teníamos ni idea de la relación, pero lo que no saben los interesados es que guardamos absoluto silencio durante años.

En el otro lado de la balanza pone el reconocimiento profesional y se queja de que ha ganado pocos premios de periodismo –uno de ellos fue el Puro Cora, que otorga este diario– y que ser mujer sigue sin ayudar a que la valoren. ¿No cree que ha habido un cambio importante en estos últimos años?

En su momento me quejé, y con razón, de que el premio González Ruano de Periodismo solo se lo ofrecieran a hombres –este galardón existió entre 1975 y 2014 y solo en una ocasión, en su última edición, ganó una mujer, la argentina Leila Guerriero–. Y me seguiría quejando si el disparate no se corrigiera.

Los hombres suelen mantener relaciones enfermizas con el trabajo

Quizás tampoco ayude que diga estar enamorada de su trabajo "como solo se enamoran los hombres". Es una afirmación demasiado tajante...

Los hombres suelen mantener relaciones enfermizas con el trabajo. Nosotras, en cambio, somos más calmadas. Por delante del trabajo tenemos el amor, los hijos, la profesión…

Un hombre que también ama su profesión, y al que usted agradece que le haya devuelto en el diario El Español la palabra que le habían quitado en El Mundo, es Pedro J. Ramírez. ¿Cómo definiría su relación?

No tengo palabras. Después de 30 años, Pedro J. me ha devuelto el amor por la profesión. Tenía la autoestima hecha añicos y no me creía capaz de empezar de nuevo, pero ahora vuelvo a ser la que era.

Pedro J. me ha devuelto el amor por la profesión y mi autoestima

En Noticia de mi vida no olvida los tragos duros, aunque se sienta incómoda expresando emociones. ¿Qué le ha resultado más difícil contar?

Realmente, lo que me resultaba más difícil de contar no lo he contado. Y no han sido uno ni dos episodios, sino bastantes más. Soy terriblemente hermética.

¿Ha conseguido dejar atrás aquella etapa de agorafobia y crisis de pánico a la que hacía frente con una petaca llena de ponche Caballero?

He tenido etapas y etapas. No diré que la agorafobia ha quedado definitivamente atrás, pero sí que me siento mucho mejor.  

Ha contado que los primeros días de la pandemia estuvo asustada pero, después, vivió con la tranquilidad "que me ha negado la vida a lo largo de muchos años". ¿Cómo está ahora?

Depende del momento, aunque prefiero no pensarlo. Sinceramente, creo que algunos días puedo llegar a ser otra.

En clave personal
► Carmen Rigalt (Lleida, 1949) dice de sí misma que es "una catalana afincada en Madrid". 
► Casada con el periodista Antonio Casado, es madre de dos hijos, Antonio, diplomático de carrera, y Daniel, arqueólogo.
► Licenciada en Periodismo, comienza su trayectoria en el diario Pueblo, en 1971, una etapa que marcaría toda su carrera. Paralelamente, escribía en varias revistas.
► En 1992 comenzó a publicar una columna en El Mundo, un periódico que entonces daba sus primeros pasos. Estuvo ligada a este hasta 2020, cuando fue despedida. Recientemente, el antiguo director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, la fichaba para El Español. 
► También ha colaborado en varios programas de televisión y escrito varios libros, como Mi corazón que baila con espigas (finalista del Premio Planeta), o el último, Noticia de mi vida.

 

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