Carmen Machi: "En 'comisaría' había que pedir permiso hasta para ir al baño"

Reino Unido, Alemania, Francia y España reúnen en Criminal a sus mejores talentos para mostrar lo que la Interpol puede llegar a destapar. La actriz encabeza este thriller internacional, uno de los proyectos más ambiciosos de Netflix para este año
Carmen Machi. DP
photo_camera Carmen Machi. DP

UN PERRO a cien metros podría enviar a Carmen Machi al hospital. Sin embargo, ni su alergia ni doce horas de interrogatorio la detuvieron al aceptar un papel en Criminal, en la cual debe permanecer fiel a su dálmata. Francia,

Alemania y Reino Unido se unen a España en Criminal, un thriller internacional, ¿qué diferencia lo nuestro del resto?

Somos todos equipos distintos. Lo 'british' es 'british' y lo nuestro no lo será. Está David Tennant por Reino Unido, está Nathalie Baye por Francia... Son partes distintas de un mismo todo, aunque curiosamente se ha rodado solo en España. Cambia la temperatura, he podido ver el primer capítulo inglés y son cosas distintas. Lo mismo que sucederá con Alemania, me imagino. Es una cuestión de carácteres. Nuestra parte brilla por los guiones. Ha habido cierta libertad para mostrar las cualidades de cada país. Porque lo de Eduard Fernández, no me digas... Eso es otro nivel, declarando esposado a la mesa. Ese personaje es español, solo podría serlo. Otra cosa bonita de ver será cómo se plantea el interrogatorio en cada país y, aún con todo esto, que sea siempre la misma serie.

La acción transcurre en un solo espacio, prácticamente. Tuvo que influir de manera significativa.

Fue un agotamiento, en aquella semana estrenaba El jardín de los cerezos y vivía doce horas seguidas de interrogatorio al día, como sería uno real. El cansancio mental es tal que, llegado un momento, te levantas de la silla y... Se te va la cabeza. Se convierte todo en algo tan claustrofóbico que confiesas lo que quieren. El plató recreaba una sala de interrogatorio de una comisaría, la puerta tenía un código para entrar y, si estabas dentro, había que pedir permiso hasta para ir al baño (risas). No me gustaría verme en este tipo de situación, el grupo de interrogadores son unos amorales que hacen lo que les da la gana. Es un cuerpo policial muy conocido en Reino Unido, al parecer.

De hecho, su personaje, Isabel, se encara con el de Emma Suárez, una policía, ¿es este el punto álgido?

No necesariamente. A los ojos del espectador puede que lo sea, pero es la evolución del interrogatorio lo que es importante. Isabel tiene una trama muy excitante que hace que cada segundo cuente.

¿Cómo definiría su papel?

Existen dos 'Isabeles': la que ves a simple vista y la que está debajo. Es una mujer segura de sí misma, de mediana edad, no necesita a nadie y tiene relaciones con gente anónima para evitar el compromiso. Tiene una fuerte relación con su perra, una dálmata, una auténtica obesión. Es una mujer de posibles, educada, con un alto concepto de sí misma y adoración por la belleza. Además tiene una interesante teoría sobre el amor.

Y usted, ¿tendría un dálmata?

¡Me encantan los perros pero soy alérgica! Eso obligó a tomar ciertas precauciones conmigo porque, si no, me voy directa al hospital. Si hay un perro a cien metros, ingresada. Menos mal que me medico porque lo curioso es que tengo perro. Tendría un dálmata; no el de Isabel, el mío.

¿Cuánto de Carmen Machi hay entonces en Isabel?

Nada, espero (risas). Es muy complicado que los personajes se parezcan a mí. Es mucho mejor que no se parezca, de hecho. Interpretarse a uno mismo es algo que parece dificilísimo y que, por suerte, todavía no me ha tocado. Afortunadamente el guión es extraordinario, algo que como actriz se nota y agradece.

Inma Cuesta mencionó que el texto era como microteatro, ¿concuerda con la etiqueta?

Le diría teatro puro y duro. La estructura es absolutamente teatral, es decir, hay un decorado y va del tirón. Normalmente en el audiovisual las cosas no tienen un orden cronológico, en este caso se rodó de manera que las emociones fluyeran de principio a fin. Es un follón cuando no es así. Las tomas duraban prácticamente todo el capítulo y se le dio desde el primer momento mucha importancia a las palabras. Esto es por obra y gracia de Mariano Barroso, el director. Gracias a él hubo un gran nivel de juego entre actores. Para mí es el hallazgo.

Trabajar con Mariano Barroso al mando, el presidente de la Academia Española de Cine,...

Una vez dirigió una gala de no se qué ya y quiso contar conmigo. Fue junto a Javier Gutiérrez hace mucho tiempo, aquello salió fatal (risas). A Mariano le gustan los actores, él basa todo en la interpretación. Supongo que es el motivo por el que lo escogieron desde Reino Unido. Él se emociona, te hace sentir que tu trabajo tiene sentido. Estamos todos un poco enamorados. Aunque me estreno bajo sus órdenes en ‘Criminal’, le diré que sí cada vez que me llame.

Y en otros proyectos de este tipo, ¿se volvería a subir a bordo?

De hecho, lo hago. Ahora mismo estoy con Álex de la Iglesia en HBO. Estoy muy contenta con la llegada de estas plataformas, sin olvidar que hay que ir al cine y leer libros también. Que Netflix se haya instalado en Madrid es una ventaja para todos. Lo que nos trae no solo es la opción de elegir como público, que es lo evidente; sino que producir algo original desde aquí para todo el mundo nos abre la puerta al riesgo. Así nace la calidad y la variedad. Te llegan guiones y piensas: "Menos mal que empieza a ocurrir esto". Los grandes directores y guionistas están yéndose a las series. Los actores de cine se mudan a la televisión, con la vergüenza que pudo dar en algún momento (risas). La televisión por desgracia se menospreciaba, era terrible, lo he tenido que escuchar muy a menudo. Ahora ya no, todo el mundo sabe que la televisión es un lugar de calidad y en España, en concreto, de mucha calidad. No lo digo yo, lo dicen los de fuera, ya que tanto importa lo que opinen (risas).

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