Carlos Giménez, dibujante: ''El tebeo ha desaparecido de la calle''

Carlos Giménez se adentra en la exposición 'Historieta galega' (Foto: Otto. AGN)
photo_camera Carlos Giménez se adentra en la exposición 'Historieta galega' (Foto: Otto. AGN)

Aun con 67 años, Carlos Giménez sigue manteniendo un espíritu joven y una actitud comprometida. Ser dibujante de cómic ayuda en parte, por lo menos, "a mantener la maquinaria engrasada". De hecho, continúa al pie del cañón con 39-39. Malos tiempos, una serie de cuatro álbumes sobre la guerra civil.

El autor, conocido por verter su infancia en un Auxilio Social con gran acierto en la serie Paracuellos, pasó por Santiago para hablar de Una vida dedicada al cómic, dentro de las actividades de la exposición Historieta galega. 1937-2008.

Pregunta:
¿Sus comienzos tienen que ver con las caricaturas a los profesores o no estaba el horno para bollos?

Respuesta:
Sí, yo he dibujado desde muy niño, sobre todo los tebeos de la época. En el colegio también, dibujaba en todas partes. En aquella época, para un muchachito como yo que quería dibujar, el único modelo posible eran los tebeos. En el colegio en el que yo estaba no había cuadros, no había cultura, no había ningún tipo de arte por el que pudiera decir: "Yo de mayor quiero hacer esto". Y como había tebeos, pues fue a lo que me dediqué.

P: Empezó con Selecciones Ilustradas, ¿existe mucha diferencia entre los editores de cómic de ayer y los de hoy?

R: Empecé como ayudante de un dibujante. Mi aprendizaje fue con López Blanco, que hacía las aventuras del FBI, y luego ya pasé a las agencias de Barcelona. El mundo de entonces era muy diferente para un aprendiz de dibujante, por la sencilla razón de que antes existía la figura del aprendiz y podía aprender estando con un profesional que necesitase ayuda, por aquellos tebeos de los que se hacían tantas páginas a la semana. Ahora ya no se necesitan ayudantes, entonces el chaval que empieza lo tiene más difícil.

(Vídeo: Nacho Sánchez. AGN)

P:¿Pasó de arte popular a minoritario?

R: Sí, ha cambiado mucho el concepto de tebeo. Antes era una cosa popular, se vendía en la calle, en los kioscos, y se hacían tiradas larguísimas. El guerrero del antifaz me parece que tiraba 200 y pico mil ejemplares, el Capitán Trueno llegó a tirar 400.000 ejemplares todas las semanas,... y las ediciones de ahora son de 2.000 ejemplares, de 1.000 ejemplares...

El tebeo ha desaparecido de la calle, se vende en muy pocas tiendas especializadas, que están escondidas en sitios que sólo el muy aficionado conoce, y eso hace que el tebeo sea muy desconocido, y muy empobrecido. Con esas tiradas no se puede pagar al editor, ni al dibujante ni al autor. Salvo raras excepciones, que la mayor parte de las veces son dibujantes que están trabajando para el extranjero, como en los malos tiempos, la gente no vive de esto.

P: Es decir, que se va desarrollando la técnica pero al mismo tiempo se va perdiendo público...

R: Sí, pero tampoco se están haciendo creaciones mejores, porque al haber una industria tan pequeña que no sé si le deberíamos llamar industria, lo que el editor puede ofrecer al dibujante es tan poco que sólo puede desarrollar líneas de trabajo muy eficaces, de poco trabajo y poca calidad porque no hay tiempo para dedicarle. Autores norteamericanos como Harold Foster, que hacía el Príncipe Valiente, dibujaba una página a la semana. Yo conozco dibujantes de ahora que hacen seis o siete páginas al día. ¿Cómo las hacen? Pues con muy pocas rayas, porque lo que ganan es tan poco que no alcanza para vivir el día. El dibujante que empieza se encuentra un panorama tan empobrecido que o escoge una forma de trabajar muy rápida y muy simple o no tiene ninguna posibilidad.

"En Galicia hay un buen caldo de cultivo"
P: En Galicia está habiendo desde hace unos años una explosión de autores, que también están trabajando para fuera...

R: Sí, los grandes dibujantes están trabajando para Italia, haciendo colecciones populares, o para América haciendo superhéroes. No estoy muy enterado de cómo está la situación en Galicia, pero sí veo una gran inquietud, que hay un gran movimiento y cuando vengo descubro dibujantes que no conocía. Al no haber una industria del tebeo, no lo vemos. Lo que hay es alguna gente trabajando para pequeños sitios, no hay esas publicaciones que se vendían en los kioscos y a las que todo el mundo tiene acceso.

Siempre que he venido a Galicia he encontrado un público muy receptivo donde hay un gran interés y donde la gente está muy preocupada. Y da muy buenos dibujantes, por citar dos, Miguelanxo Prado y Das Pastoras, junto a muchos otros. Quizá da muchos dibujantes porque siempre hay una inquietud por el mundillo de los tebeos, siempre hay gente que lo anima, y un buen caldo de cultivo.

P: Su relación con Galicia vino de la mano de Suso Peña, que perteneció también al grupo La Floresta...

R: Sí, Suso y yo fuimos uña y carne durante muchos años: compartimos vivienda, estudios, muchas inquietudes y experiencias. Era uno de esos poquísimos amigos que sabes que puedes contar entre los cuatro o cinco amigos de tu vida. Suso era un hombre culto, aunque muchas veces el dibujante es un gran artista pero no es un hombre con inquietudes culturales. Además de ser culto, era un hombre muy inquieto, muy curioso, le interesaba todo, sabía de todo... Lo hacía todo y lo hacía muy bien. Y tenía otra cosa: que lo hacía responsabilizándose, sabiendo muy bien lo que estaba haciendo. No dibujaba cualquier cosa por encargo, si no estaba con arreglo a sus éticas, no lo hacía.

"Todas las obras vehiculan mensajes ideológicos"
P:
El compromiso está presente también en su propia obra...

R: En mi obra el compromiso es fundamental. Estoy haciendo una obra sobre la guerra de España y hay quien me dice: "Tú no eres neutral", y yo le respondo: "No he sido neutral en mi vida". En esta historieta hago unos grandes esfuerzos por ser objetivo. No he sido neutral en mi vida, es más, no me gustan los neutrales, he tomado siempre partido y tomaré siempre partido. Mi obra se caracteriza por el compromiso, por la opinión y no está hecha para gustarle a todo el mundo, sino para que a algunos les guste y a otros les escueza.

P: ¿Es esa su intención a la hora de crear o es más por descargarse?

R: A la hora de crear no me planteo si les va a gustar a algunos más o menos. No me planteo si les va a gustar a algunos más o menos, me planteo más bien lo que quiero contar y sé contar. Y procurar hacerlo con toda sinceridad, responsabilizándome de lo que hago, y sabiendo que no hay ninguna obra literaria o dibujada que sea inocua. Todas las obras vehiculan mensajes ideológicos, y las mías, por supuesto.

Un hombre de su época
P: Su obra se centra sobre todo en la guerra civil, la dictadura y la transición, ¿necesitaría más perspectiva para abordar la época actual?

R: No, yo a lo largo de mi trabajo, siempre he escrito sobre épocas que he conocido, sobre la posguerra, los años 40, 50, 60, 70... Y ésta es la primera vez que estoy escribiendo sobre una época que no me ha tocado vivir, que es la guerra. Y para hacer esa historia, lo que he hecho es hablar con gente que ha vivido la guerra cuando eran niños. Por eso la guerra que yo cuento es la guerra vista desde un niño y desde la ciudad sitiada que fue Madrid.

P: ¿Hay alguna etapa de su carrera que añore?

R: No hecho de menos ni de más ninguna época pasada, cualquier época pasada fue peor. No soy nostálgico. Lo que pasa es que me da la sensación de que la época actual también es peor y que lo que viene también será peor. No creo que estemos en un momento muy boyante, pero tampoco me gustaría regresar a épocas pasadas. Creo que fueron buenos los años 70-80 porque salía de la dictadura y podías respirar con la boca abierta aires de libertad, era una época que se vivía con mucha libertad, y fueron buenas épocas, sobre todo porque yo era joven.

P: ¿Y qué le parece el caso de El Jueves?

R: Soy enemigo de la censura, es lo único que tengo que decir. Lo que ocurre en estos momentos es que viejas posturas que creíamos que se habían acabado, la extrema derecha feroz, que creíamos que ya no existía, están volviendo a salir de las catacumbas, y hay un momento de intento de regresión. Pero prefiero que haya fascistas a que estén prohibidos. Lo único que prohibiría sería prohibir.

Viejo rockero
P: En su larga trayectoria, ¿le queda algún campo por explorar?

R: Sí, claro, el mundo es tan amplio, que me quedan muchísimas cosas por hacer, lo que no me queda es tanto tiempo. Estoy haciendo una serie de cuatro libros sobre la guerra, '36-39. Malos tiempos', y después siempre digo que me gustaría no hacer nada. Poder vivir sin hacer nada concreto y, en inconcreto, hacer todas las cosas que se me antojaran. Pero también estoy cansado ya de dibujar.

P: ¿Le toca retirarse?

R:
No, mi época de jubilarme ya me llegó, pero el dibujante, como los viejos rockeros, nunca mueren, y seguiremos dibujando hasta que se nos caiga la mano. Pero me gustaría dedicarme ya más a dibujar por cariño, sin tener que pensar en si lo que cobro me llegará para vivir, sin mirar el calendario... Me gustaría no tener que dibujar más profesionalmente y sólo dibujar por placer.

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