El mundo frágil y bizarro de Iván Prieto (O Barco de Valdeorras, 1987) hace propio estos días el espacio de la nueva galería La Catedral de Lugo. Regresa con Ícaro IV, un proyecto itinerante que nació en Polonia, para después visitar ciudades como Berlín o A Coruña.
"La exposición cada vez va incorporando piezas nuevas", explica, aunque el eje de la muestra gira en torno al mito de Ícaro, una leyenda que bien podría enmarcarse en nuestro tiempo como símbolo de la curiosidad de la juvendud, de la atracción del riesgo, del placer de la aventura, del interés por aprender.
Prieto asumió el relato de Ícaro casi como "autobiográfico" a su llegada a Berlín hace cinco años. "Mi estancia en la ciudad me pareció bastante dura, los comienzos fueron duros, así que yo me idendificaba con la figura de Ícaro. Estás con esa imposibilidad de alcanzar un estatus artístico y hay veces que las alas se derriten cuando estás llegando a ese sol", explica con una sonrisa.
"Hay una carga emocional en las obras, pero todo se tiñe de color, lo que da una visión de tragicomedia"
La dificultad del idioma alemán, para comunicarse, coincidió curiosamente con el hecho de que desarrollase asma. La enfermedad se ve reflejada en varias de las obras que se muestran desde ayer en Lugo y que literalmente parecen respirar con dificultad ante el espectador, como a bocanadas, como si de un vómito de aire se tratase.
La fragilidad, las taras físicas y emocionales, la vulnerabilidad del ser humano son temas recurrentes en la obra de este joven artista. Juega en las obras con el equilibrio llevándolas al límite, y los colores chillones propios del espectáculo se fusionan con la palidez de la enfermedad.
La Catedral está habitada por personajes que evocan lo freak y el mundo del cine y el circo, y se nota la impronta punk que Berlín ha dejado en el joven artista ourensano.
"Hay una carga emocional, todo está teñido de color, lo que daría una visión de tragicomedia, aunque haya ese trasfondo", matiza el escultor.
No olvida Iván Prieto en este juego con el espectador el disfraz, símbolo de la identidad, de las múltiples máscaras que cada uno de nosotros podemos adoptar.
"Llegó un momento en que Berlín era una vorágine para mí. Mi proyecto es quedarme en Galicia"
Trabaja especialmente con los bustos para representar pensamientos como la locura, que tiñe en una escultura roja, con un ramo de manos.
Y en una pieza que funciona por sí sola en el conjunto de la serie, un grifo del que manan dos cabezas azules, Prieto aborda el mismo proceso de creación.
En Ícaro IV cuelga también dos collages, uno de ellos realizado con tiques de metro de Berlín y Madrid.
"Sí, fue una forma de pensar: 'Ya que pago el transporte, ¿por qué no convertirlo en arte?'", comenta riéndose.
Iván Prieto asegura que después de esta exposición en Lugo su proyecto más inmediato es tomarse un descanso, "pues ya llevo muchas exposiciones seguidas". "El año pasado me mudé de Berlín, llevo aquí unos meses en Galicia, intentando quedarme, aunque sigo teniendo estudio en Berlín. Pero la idea es mudarme a un sitio pequeño de la costa en breve".
El artista confiesa que después de un tiempo se siente saturado por la gran ciudad que es Berlín. "Llega un momento que es demasiado, con demasiados estímulos para mí, con demasiadas cosas que hacer. Puedes perderte un poco en esa vorágine. Yo me fui porque quería esa actividad, pero llega un momento en que necesitas tiempo para crear", ataja.
PREMIOS. Graduado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, en su trayectoria destacan el premio Joven de la Universidad Complutense de Madrid o el primer premio del concurso Galiza Crea. Además, se puede encontrar su obra en destacadas colecciones como la fundación Granell en Santiago de Compostela, la Casa de Galicia en Madrid o el Colegio de España en París. También ha participado en diferentes ferias como Art Lisboa, Estampa, Arte Santander y Art Madrid, entre otras.
