El Seprona intervino en más de 200 incendios este año y el 90% fueron intencionados

Los especialistas de la Guardia Civil en esclarecer fuegos forestales investigaron a tres eléctricas y a nueve particulares por negligencias 
Llamas en Quiroga. EP
photo_camera Llamas en Quiroga. EP

El incendio que calcinó esta semana más de 1.700 hectáreas en Ribas de Sil dejó tras de sí un rastro de desolación y puso a prueba a los equipos de extinción y al Equipo Multidisplinar de Investigación de Incendios Forestales del Seprona, perteneciente a la Guardia Civil de Lugo. Con la primera prueba superada y el fuego controlado, los especialistas en buscar causas y culpables se afanan ahora en cerrar el círculo y esclarecer el caso. Su labor no es fácil, pero su experiencia los avala. De hecho, solo en lo que va de año, los cinco agentes de la unidad investigaron algo más de 200 fuegos en la provincia lucense, de los que aproximadamente un 90% fueron intencionados.

Tal y como explica el jefe del equipo, Jaime Lage, detrás de los incendiarios se esconden motivos muy diversos, aunque con un denominador común: Tratar de hacer daño. "En muchas ocasiones", señala, "los fuegos provocados se deben a rencillas entre vecinos, aunque también nos encontramos bastantes casos de personas que queman el monte molestas por los daños ocasionados en sus fincas por los jabalíes. Nosotros también distinguimos a los incendiarios de los pirómanos, que son los que actúan movidos por algún tipo de trastorno psicológico o mental, pero estos últimos son un porcentaje muy pequeño", apunta.

Cuando los incendios son intencionados, los investigadores realizan un trabajo minucioso en la zona afectada e interrogan a cualquier persona que pueda arrojar un poco de luz al caso. "Recoger indicios en el lugar del incendio requiere muchas horas, ya que cada detalle puede ser importante. Si examinamos una piña o una piedra, por ejemplo, tenemos que comprobar por qué lado se quemó o cómo está el terreno debajo. Y es fundamental descartar que esas pruebas hayan sido movidas o manipuladas por los efectivos durante las labores de extinción. Y lo mismo pasa con las pisadas o las marcas de ruedas. Si no hacemos ese descarte, la prueba no se puede validar. Además", comenta, "hay que tener en cuenta que la propia acción del fuego hace desaparecer pruebas o las reduce al mínimo resquicio".

Las llamas nunca colaboran con la investigación y los autores tampoco suelen dejar muchas pistas, ya que en la mayor parte de los casos –como supuestamente ocurrió en los incendios de Ribas de Sil– utilizan un mechero u otro tipo de encendedor y se lo llevan con ellos tras lograr su objetivo. Sin embargo, en ocasiones los agentes localizan el objeto incendiario. Tal y como explica el jefe del Equipo Multidisplinar de Investigación de Incendios Forestales del Seprona, en las áreas de inicio de los incendios tienen encontrado "de todo", desde velas y botes de gasolina hasta pastillas para encender barbacoa o mechas retardantes.

"En una ocasión", recuerda, "veníamos de Cervantes y nos encontramos a las cinco de la madrugada con nueve puntos de fuego en la zona de Guntín. Una vez sofocados, en tres de ellos localizamos restos de un cigarro rodeado de unas 40 cerillas atadas con una goma elástica. Se enviaron al servicio de Criminalística de Madrid y consiguieron sacar ADN. En ese caso no hubo ningún otro indicio que permitiera cotejar los resultados, pero los tenemos guardados por si en algún momento aparece un sospechoso y se pueden cotejar".

Y si encontrar pistas in situ es complicado, buscar testigos tampoco resulta fácil. "Es muy raro que un incendiario se deje ver en el momento de prenderle fuego al monte, pero nosotros trabajamos con pruebas indiciarias. Si un vecino nos dice que vio pasar un vehículo hacia la zona afectada cuando se inició el fuego y que lo vio regresar quince minutos más tarde, ya tenemos una pista de la que tirar. Sin embargo, en la zona rural la gente es muy reticente a hablar. Muchas veces nos dicen: Ya saben ustedes quien fue, pero a la hora de realizar una investigación y trasladar unas diligencias al juzgado, las suposiciones no sirven".

La investigación también tiene que ser minuciosa cuando los fuegos no son provocados". "En el 10% de los casos que no son intencionados, lo más habitual es que el incendio se derive de una negligencia, sobre todo en quemas autorizadas. La gente, quizá por desconocimiento, suele solicitar una comunicación que solamente sirve para quemar restos agrícolas, pero luego quema restos forestales, cuando en este caso es necesario que vaya primero un guardia a revisar lo que se va a quemar y en qué condiciones se va a hacer". Los agentes del Seprona investigaron en lo que va de año a una docena de personas y mercantiles por presuntas negligencias que acabaron calcinando algún trozo de monte. "Además de particulares, investigamos a tres eléctricas por el mal mantenimiento de la línea y por no tener limpia la zona de afección, lo que provocó sendos incendios", comenta Jaime Lage.

Finalmente, un pequeño porcentaje de fuegos forestales se deben a causas naturales, por ejemplo a raíz de una tormenta. "Por una aplicación, nosotros podemos saber las coordenadas exactas donde cayó un rayo y nos encontramos muchas veces con rayos latentes, es decir, cuando caen en un árbol, bajan hasta la raíz y permanecen allí latentes hasta que, dos o tres días más tarde, por acción del calor, acaban provocando un incendio".

El Equipo Multidisplinar de Investigación de Incendios Forestales del Seprona –que tiene su base en la capital y se desplaza por toda la provincia de Lugo– trabaja así para esclarecer todos y cada uno de los fuegos que asolan los montes lucenses, sea cual sea su gravedad y cualquiera que haya sido su causa.

Comentarios