Quique Iglesias: "Ha sido un año de mucha introspección y soledad"

Estuvo ingresado en estado grave. España se confinaba y él empezaba a mostrar los primeros síntomas
Quique Iglesias. EP
photo_camera Quique Iglesias. EP

Se contagió de covid pronto, en la segunda quincena de marzo. España se confinaba y él empezaba a mostrar los primeros síntomas. Este periódico contó su historia en junio, cuando ya estaba de vuelta en casa después de un largo y azaroso ingreso, incluidos 18 días de coma inducido en Uci en los que tuvo momentos delicadísimos sin percatarse de nada.

"Pasan meses hasta que vuelves a andar con normalidad y eQuique Iglesias, enfermo de covid grave. EPntonces notas todo lo demás", dice. Lo demás es mucho todavía. En octubre percibió que la muñeca izquierda perdía fuerza y se le caía, era incapaz de levantarla pese a que era la mano buena, no como la derecha, afectada de una neuropatía desde su paso por críticos. Sumó un nuevo ingreso de una semana para descartar un ictus y otra neuropatía.

Tiene mareos, intolerancia al esfuerzo, dolores musculares y articulares, dolor en la garganta por las noches, calambres y bruscos cambios del ritmo cardíaco. "Salgo a bajar la basura al contenedor con 70 pulsaciones y, aunque está al lado de casa y en un terreno llano, de repente me sube a 140 y tengo sudores fríos", explica. Quique es un paciente disciplinadísimo y metódico que busca en la tarea diaria de apuntar todos sus movimientos y sus síntomas algo de luz sobre lo que realmente le está volviendo loco. "Lo que no puedo entender es la falta de patrón. Pensé que registrando todo podría ver que, por ejemplo, si duermo menos de 7 horas tengo más fatiga... pero no, esto te sorprende cada vez", explica.

A la imposibilidad de predecir su estado se suma la falta de concentración. "Lo de la niebla mental es asombroso. Te levantas, vas a otra habitación y pasas cinco minutos de pie, sin idea de a qué habías ido", cuenta Quique, al que la enfermedad pilló estudiando Ade y Económicas por la Uned, ritmo que ahora cuesta seguir.

Despide a diario a su mujer cuando se va al trabajo y pasa gran parte del día solo. Al resto de su familia, todos en A Coruña, los ha podido ver menos de lo que quisiera con los sucesivos cierres. "Ha sido un año de gran introspección y soledad", admite.

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