El primer lince boreal del Pirineo en cien años tiene raíces en Outeiro

Sus padres fueron trasladados de Marcelle a un centro de recuperación catalán hace diez años
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photo_camera La cría de los linces que nacieron en Marcelle hace diez años. EP

El pasado 28 de mayo sucedió un milagro en el Pirineo catalán que también se dejó sentir en Outeiro de Rei. El centro de recuperación de fauna MónNatura acogía el nacimiento del primer lince boreal (Lynx lynx) de la zona después de un siglo. Sus padres llegaron allí desde el parque zoológico de Marcelle, hace 11 años. Y si bien estos linces no tienen límite de procreación durante los 20 años que suelen vivir, tras una década de convivencia nadie esperaba la sorpresa. Ni siquiera el personal del centro había detectado signos de embarazo en la hembra. "Pensábamos que no podían procrear, fue una gran sorpresa para nosotros", indicaron.

Si un nacimiento trae siempre esperanza consigo, en este caso ese horizonte se extiende a toda una especie. El lince boreal está considerado extinto en libertad en la Península Ibérica, cuyo norte ocupó hace cientos de años. Sin embargo, varios son los zoológicos y centros de recuperación que lo mantienen en cautividad y colaboran para su conservación. Este es el caso de Marcelle, en Outeiro de Rei y MónNatura, en Lleida.

"Es una muy buena noticia", comentaba ayer Esther Valderrábano, conservadora en el parque zoológico outeirao. Ella llegó a Marcelle un año después del nacimiento de Ui y Lui, los padres del pequeño lince, y cuando el parque todavía acogía a machos y hembras como parte de un plan de reproducción.

Lo que resulta excepcional, en el caso del lince nacido en el Pirineo catalán, es que "es el primer cachorro que han tenido después de 11 años en el centro, y de manera completamente natural", resaltó el director de medio ambiente de la Fundación Catalunya La Pedrera, de la que depende.

CRIANZA. Ui y Lui fueron de los últimos linces boreales que nacieron en Marcelle, antes de que el plan de conservación de la especie asignase la exclusividad de la crianza a los centros de recuperación, según explica Valderrábano. "Son centros de mayor tamaño, donde se trata de revertir el efecto de la cautividad; se trata de instalaciones de presuelta", indica.

En Marcelle, actualmente, solamente acogen a machos de esta especie. "Tenemos tres, que es el número óptimo para el espacio y las condiciones que tenemos", indica. Cualquiera que tenga curiosidad por saber cómo son puede acercarse, pero verlos no es una garantía. "Como felinos, les gusta dormir en lo alto de las ramas, esconderse entre las rocas, y son mucho más activos de noche. Nosotros, por supuesto, no hacemos nada para enseñarlos si no se dejan ver", indica.

Haciendo honra a su apellido, al lince boreal le encanta la nieve. "Están adaptados al frío, y es cuando tienen más actividad y se muestran más juguetones", cuenta la conservadora de Marcelle. Ella todavía no ha visto al pequeño lince catalán. Le encantaría, pero no le hace falta. Le basta con saber de su existencia para sentir ese milagro.
 

Más que un zoo

Un zoológico solamente puede contar con un lince en sus instalaciones si forma parte del programa de conservación europeo de la especie que se implanta en función del estado de las poblaciones en vida salvaje, en algunos casos mermadas, en otros, desaparecidas. Para la conservadora de Marcelle, Esther Valderrábano, este es uno de los objetivos de los parques zoológicos. Cualquier otra práctica debería quedar atrás.

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