La percepción de los vecinos que residen en las inmediaciones de las obras de la autovía A-54 (de Lugo a Santiago) es que los trabajos avanzan a un ritmo mucho más lento del deseado. El anterior ministro de Fomento, el popular Íñigo de la Serna, dijo en marzo, cuando visitó Arzúa, que la infraestructura estaría totalmente operativa en la primavera de 2022. Desde entonces, los trabajos siguen sin coger ritmo, mientras que el ministerio evita concretar fechas para la apertura de los tres tramos que restan por acabar. Se limita a señalar que las obras avanzan "con normalidad", pero de plazos concretos, nada.
La situación ya no sorprende ni a los vecinos ni a los potenciales usuarios de la autovía, acostumbrados como están a que el proyecto, que nació en 1999, acumule lustros de retraso.
De los tres tramos que están en obras y que completarán la autovía, el más avanzado es el que transcurre de Lavacolla a Arzúa.
Según Fomento su entrada en funcionamiento "supondrá un gran avance" para las comunicaciones entre Lugo y Santiago "por su importante longitud, 18 kilómetros".
Las previsiones apuntan a que debería abrirse al tráfico a mediados del próximo año y, aunque los trabajos son muy visibles en la zona de Lavacolla -en donde ya se trabaja en la unión del nuevo tramo con el que va a Santiago de Compostela, que está operativo desde 1999-, lo cierto es que en la parte de Arzúa la obra está mucho más verde. Tanto, que se duda que en una primera fase el trayecto se pueda abrir en su totalidad.
"Lo último que nos dijeron es que se abrirá una primera sección desde Lavacolla a la parroquia de Burres, quedando para más adelante los últimos seis kilómetros que separan este punto de la rotonda que dará acceso a Arzúa", señalan desde la factoría de piensos Hermanos Penas, cuyas instalaciones se verán en parte afectadas por la construcción del tramo entre Arzúa y Melide.
Fue el pasado mes de marzo cuando Íñigo de la Serna, acompañado por el presidente de la Xunta, inauguró las obras de este tramo. Fue el último en licitarse y será el último que entre en funcionamiento. Pero cuando ya han transcurrido casi nueve meses de aquel momento, las máquinas en ese punto aún no se han puesto en marcha.
"Hace unos días pusieron unas balizas que marcan por donde pasará el trazado de la autovía y hasta ahora aún no hemos visto trabajar ninguna máquina", dicen desde Hermanos Penas. El presupuesto de este tramo supera los 88,5 millones de euros y, a pesar de la perceptible inactividad, desde Fomento aseguran que "todo avanza al ritmo inicialmente previsto". De hecho, concretan que los trabajos realizados hasta ahora fueron labores previas de control y seguimiento arqueológico y movimiento de tierras.
MELIDE-PALAS. El ritmo de ejecución de las obras del tramo entre Melide y Palas, que se iniciaron en junio de 2017 y previsiblemente finalizarán a mediados de 2021, también genera controversia entre los que las viven de una forma cercana.
El propietario de una granja avícola situada en San Cosme, justo al lado de donde se construye el enlace Melide Sur, explica que "neste punto moito movemento non se ve. Algún día cinco ou seis obreiros ou algún camión, pero pouco máis".
También se muestra escéptico con el ritmo de las obras el trabajador de una aserradero cercano. Explica que el grueso del trabajo se concentra estos días en el núcleo de Reboredo, ya en el municipio de Santiso, donde se construye el viaducto que debe salvar el río Furelos. "Camións, grúas e obreiros hai e o certo é que veñen traballar todos os días", afirma. "Eu penso que se hai cartos traballan pero segundo están as cousas, quizá ata o 2030 non a dean rematado", vaticina.
De momento, Fomento también mantiene que en este tramo los trabajos van "según lo previsto" y que además de la construcción del viaducto, se ejecutan otros trabajos correspondientes "al movimiento de tierras y drenaje transversal".
