La oleada de robos que estos días sufren una buena parte de los municipios lucenses llegó durante la madrugada del viernes a Baralla, donde varios desconocidos entraron en un céntrico bar del casco urbano para llevarse la recaudación que había en la máquina tragaperras.
Los ladrones habrían accedido al local en torno a las 3.30 horas de la madrugada y, para ello, forzaron la cerradura de la puerta de entrada. Una vez dentro, reventaron la tragaperras y se llevaron el dinero, que los dueños del establecimiento todavía trataban el viernes de cuantificar.
El suceso ha vuelto a generar inquietud en la villa, en donde este tipo de hechos se suceden con cierta frecuencia. De hecho, el bar asaltado el viernes ya ha sido objeto de robos similares en múltiples ocasiones, la última durante el pasado mes de julio.
En aquella ocasión, la rápida actuación de la Guardia Civil permitió localizar rápidamente el vehículo en el que huían los ladrones y, después de una larga persecución, los individuos —tres vecinos de la localidad coruñesa de Carballo— fueron finalmente detenidos en Laracha.
Este último suceso se suma a la oleada de robos que se están produciendo en un buen número de municipios lucenses y localidades limítrofes. Este es el caso por ejemplo de Melide, donde a finales del mes de octubre, los hosteleros mostraron su preocupación por los robos en varios establecimientos de la villa.
En este caso, los ladrones se decantan por entrar en aquellos establecimientos que cuentan con cajas registradoras automáticas. Para conseguirlas, suelen robar algún vehículo viejo estacionado en la calle y chocarlo contra la puerta del local. Una vez dentro, los cacos se hacen con la caja registradora y se la llevan a algún lugar en donde poder forzarla tranquilamente y hacerse así con el dinero.
HURTO EN UNA MISA. La Policía Nacional de Viveiro investiga el hurto de un bolso sucedido el viernes en la iglesia de San Francisco a una señora mayor mientras estaba en misa. La mujer acudió a la eucaristía de las siete y a la media hora se dio cuenta de que le faltaba el bolso que había dejado en el suelo, al lado del banco donde estaba sentada cerca del pasillo central del templo vivariense.
Su primera reacción fue llamar al móvil que contestó alguien que estaba en las inmediaciones del templo y que había encontrado el bolso. Cuando fue a recuperarlo se dio cuenta de que le faltaba la cartera, en la que portaba diversa documentación, así como unos 800 euros en efectivo. Una elevada cantidad que la mujer portaba para hacer frente a los gastos de varios días, ya que se había desplazado hasta la ciudad del Landro para pasar una corta temporada con unos familiares, ya que reside fuera de la localidad.
La iglesia acogía a esa hora una misa de funeral, por lo que en el templo había bastante gente, una circunstancia que aprovechó sin duda el caco, que se investiga si escogió a la víctima o fue casual.
