Una fe que mueve montañas

O Cebreiro se llenó este sábado de devotos para celebrar el Santo Milagro, día grande de las patronales
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photo_camera Fieles poniendo velas durante la misa. XESÚS PONTE

Después de que el viernes se celebrasen los actos en honor a la Virgen, O Cebreiro se volvió a llenar este sábado de devotos con motivo del Santo Milagro, día grande de sus fiestas patronales.

El pequeño poblado prerromano se volvió a quedar pequeño, un año más, ante la llegada de cientos de fieles que, durante prácticamente toda la jornada, quisieron participar en alguna de las misas que se celebraba cada hora.

El riesgo de las tormentas y la lluvia que llegó a caer en algún momento alteró sensiblemente el programa, ya que la procesión no se celebró y la misa mayor, que tuvo lugar a la una del mediodía, en lugar de realizarse al aire libre, como suele ser habitual, se hizo en el interior del santuario, que se quedó pequeño ante tanta multitud de fieles.

El oficio religioso estuvo oficiado por el obispo de Lugo, Alfonso Carrasco Rouco, en una homilia a la que también asistió, entre otras autoridades, el alcalde de Pedrafita, José Luis Raposo.

A pesar del gran número de personas que se dieron cita en el poblado, solo hubo algunos problemas puntuales de tráfico y es que, en este sentido, el operativo especial que se montó en las inmediaciones de la celebración funcionó perfectamente.

La jornada también transcurrió con normalidad en la travesía de Pedrafita, por donde se desvía el tráfico de la A-6 desde que colapsó el viaducto de Castro.

El milagro del Cebreiro se remonta al año 1300, cuando un monje que consagraba la hostia dejó entrever dudas sobre la fe. En ese momento, la hostia se hizo carne y el vino, sangre.

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