Los afectados hacen balance tras la tragedia

Algunas de las personas que vivieron de cerca la explosión en Paramos (Tui) nos cuentan su dura experiencia

Una de las casas destrozadas. JAVIER CERVERA-MERCADILLO - Explosión Tui
photo_camera Una de las casas destrozadas. JAVIER CERVERA-MERCADILLO - Explosión Tui

Tras el alboroto producido por la explosión en Tui, el jueves tocaba hacer balance de daños en más de un centenar de viviendas que quedaron afectadas por la onda expansiva de la explosión. Cristales rotos, mobiliario destrozado y el espanto ante la certeza de que la tragedia pudo ser mucho mayor, como narran los propios protagonistas.

"Por favor, ayudadnos, porque a algunos no nos quedó nada"

Ramón Abollo. JAVIER CERVERA-MERCADILLO - Explosión Tui

La explosión se llevó la casa de Ramón Abollo con todos sus recuerdos dentro, sus dos coches y todo lo que tenía. Su esposa apenas podía articular palabra en la mañana del jueves. "Perdonadme, hoy estoy peor que ayer, solo quiero que se sepa que necesitamos ayuda, que las autoridades tienen que ponerse a trabajar y no dejarnos solos. Por favor, ayudadnos, porque a algunos no nos quedó nada", se lamentaba.

Ramón Abollo estaba en el gallinero de su casa cuando se produjo la explosión. "El estruendo me levantó unos metros en el aire y mi cabeza destrozó el techo de uralita del gallinero", cuenta. El vecino, que vivía a unos 50 metros del almacén ilegal de pirotecnia, tenía previsto tumbarse para dormir un rato en una habitación que quedó reducida a escombros. "Si fuese dos minutos después estaría muerto", señala. Su mujer estaba tumbada en el salón cuando las paredes del cuarto se vinieron abajo. "La protegió el respaldo del sofá, que frenó los escombros de una de las paredes que cayeron", cuentan.

El matrimonio pasó la noche del miércoles en casa de familiares, "pero no podemos quedarnos mucho tiempo". Necesitan una solución rápida porque no tienen nada.

"Estoy aterrorizada porque sé que podríamos haber muerto"

Alejandrina Fontán, en su casa. JAVIER CERVERA-MERCADILLO - Explosión Tui

A Alejandrina Fontán la explosión la pilló en el cuarto de baño. Vive a unos 300 metros del almacén de pirotecnia ilegal y la onda expansiva la elevó unos centímetros en el aire. Además, destrozó las ventanas de su casa, tiró los muebles y electrodomésticos y arrancó las puertas.

"En un abrir y cerrar de ojos, vas al baño y al salir tu casa está destrozada", contaba. Apenas recuerda cómo fueron los segundos en los que salió del aseo y buscó a sus hijos, que estaban sanos y salvos en sus habitaciones. A uno de ellos no le cayó el armario de la habitación encima por un centímetro. "Ellos ahora están bien, lo viven como una aventura porque no son conscientes de lo que podría haber pasado. Yo estoy aterrorizada porque sé que podríamos haber muerto", explicaba este jueves la vecina afectada.

Tras la explosión, la familia permaneció en casa hasta que los padres de Alejandrina se acercaron al lugar para recoger a los pequeños. "Yo me quedé aquí para ayudar. Además, no quería que las carreteras se llenasen de coches y de gente y que impidiesen el paso de los equipos de emergencia".

En un primer instante, Fontán creyó que había caído una bomba en el lugar, que aquello era un atentado. No supo que a unos 300 metros de su casa un vecino almacenaba material pirotécnico hasta tiempo después del estruendo. "Tras el golpe vi una columna de humo por la ventana, así que supe que algo había pasado allí arriba", cuenta. "Luego nos quedamos un rato en el sofá, con todo destrozado a nuestro alrededor".

"Pasó sobre mi cabeza la viga de una casa que saltó por los aires"

Celia Acuña muestra la puerta de su casa. JAVIER CERVERA-MERCADILLO - Explosión Tui

Con la puerta de la entrada en el suelo, arrancada por la fuerza de una explosión que arrasó toda una aldea. Así recibía el jueves Celia Cuña a quienes se acercaban a su casa. El estallido causó numerosos daños en la vivienda y por eso tuvo que pasar la noche acogida en la de unos familiares. Su hija y su marido, sin embargo, optaron por quedarse en el hogar "porque tenemos cosas de valor y temíamos que viniesen ladrones aprovechando la circunstancia", explicaba.

Cuando se produjo el estallido del miércoles, Celia iba camino de su casa andando y vio cómo la viga de hierro de uno de los inmuebles destrozado por la explosión sobrevolaba por encima de ella. "Cayó a solo unos metros de distancia", explicaba. Su hija, que vive en Madrid, tuvo que viajar en la tarde del jueves para acompañar a sus padres tras el desastre. Además de los daños personales y materiales, la explosión causó también la desaparición de muchos animales. Los perros de la familia, por ejemplo, estuvieron desaparecidos hasta la mañana del jueves. Uno de ellos merodeaba alrededor de su dueña con una pata coja y olisqueando los restos del desastre por toda la casa.

Ventanas rotas, las puertas y sus marcos arrancados de cuajo, muebles por los suelos y el miedo todavía metido en el cuerpo son el balance de una fecha, la del 23 de mayo de 2018, que será recordada siempre en Tui. "Si supiese que ahí había un polvorín yo era la primera en denunciarlo. El propietario del almacén fue un irresponsable que solo pensó en el dinero", termina.

"Se estiveramos na casa habería feridos polos cristais que romperon"

Carlos Gándara, en la casa de sus padres. JAVIER CERVERA-MERCADILLO - Explosión Tui

Varios trabajadores reparaban este jueves los destrozos en la casa de los padres de Carlos Gándara. Al lado de una carretera repleta de tráfico por la que circulaban curiosos, medios de comunicación, políticos y equipos de emergencias, la vivienda sufrió los efectos de la detonación.

Sus propietarios ya se habían encargado de ponerse en contacto con el seguro y los obreros se apresuraban para tapar un boquete en el tejado antes de que comenzase a llover. "Queremos aproveitar para tratar de protexer o interior, pque cando comece a chover pode mollarse todo e causar aínda máis problemas", explicaba Carlos Gándara, hijo de los propietarios.

Se dio la casualidad de que los padres de Gándara no estaban en casa el miércoles a las 16.30 horas, cuando se produjo el estallido de material pirotécnico almacenado ilegalmente en un galpón de las proximidades. "Ellos escucharon el estruendo y vieron que el humo venía de esta zona, por eso vinieron corriendo para ver qué había pasado". El propio Carlos Gándara, que vive a unos tres kilómetros del lugar de los hechos, explicó que escuchó un ruido muy intenso cuando se produjo la deflagración.

Al llegar se encontraron la casa llena de escombros, con todos los cristales rotos y las puertas en el suelo. "Se meus pais estiveran na casa sería moi probable que agora estiveran feridos, porque todas as ventás romperon e os cristais están esparexidos por toda a casa; puido ser unha desgraza aínda maior", explicaba durante la mañana del jueves.

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