"Casi toda la carne de mis restaurantes viene de la explotación que tengo en Castroverde"

Moncho Neira, propietario del del grupo de restauración Moncho’s y del Botafumeiro de Barcelona, es un hombre con carisma, pero también un gestor sobresaliente que maneja una nutrida plantilla de profesionales en su cadena de negocios hosteleros
Moncho Neira Pérez. EP
photo_camera Moncho Neira Pérez. EP

MONCHO NEIRA Pérez es un ejemplo de ambición y creatividad. Este emprendedor, nacido en el municipio de Pol, está al frente del grupo hostelero Moncho’s, una de las empresas de referencia en Europa. Solo en Barcelona posee más de una decena de establecimientos. Su buque insignia es el restaurante Botafumeiro, al que acudieron personajes como el expresidente norteamericano Bill Clinton. Neira, uno de los artífices del prestigio de la gastronomía gallega en el exterior, es un hombre lleno de ilusión y humildad, muy vinculado a su pueblo natal.

¿Cómo llegó usted al mundo de la restauración?
Por necesidad. Eramos muchos hermanos y había que buscarse la vida. Pero también por vocación, porque me gustaba. Me dedico a esta profesión desde muy joven. Aprendí el oficio en el restaurante La Barra, de Lugo. En los años sesenta, un amigo me sugirió que fuera con él a Barcelona. Le planteé la cuestión a mi padre, que era feriante, un día que acudimos a ver el trofeo Teresa Herrera de fútbol en A Coruña. Me respondió que le dijera a mi madre que me comprase un traje y una maleta y marché para Cataluña. Allí me abrí camino en el mundo de la hostelería, siempre con la inquietud de mejorar. Iba a trabajar a Cannes y a otros lugares emblemáticos de Francia para aprender y en 1975 fundé el restaurante Botafumeiro.

¿Cuáles son la bazas que le permitieron al Botafumeiro ejercer de faro de la cocina gallega en Cataluña, en el resto de España y en el mundo?
Lo más importante es la calidad de la materia prima. Siempre digo que los pescados y mariscos de Galicia son tan buenos que ya vienen cocinados. Tampoco hay que olvidar la ternera de raza rubia gallega, que cada vez es más valorada, aunque da la impresión de que aquí no somos conscientes de ello. La he encontrado en restaurantes de Miami, Londres y otras ciudades del mundo. Siempre aposté por la carne de rubia gallega y tengo explotaciones en Castroverde que me abastecen de casi toda la carne que se consume en mi cadena de restaurantes. El aceite, las aceitunas son también de producción propia. Proceden de una finca que poseo en Málaga.

¿Se preocupa usted personalmente de su ganadería?
Estuve por Pol y Castroverde este verano y aproveché esos días para ver cómo estaba la explotación, ya que el consumo de carne en los restaurantes bajó con la pandemia y hay mucho género pendiente de comercialización.

Usted ha abierto sus locales, pese al riesgo de perder dinero. ¿Por qué razón?
Me considero un luchador. Vivimos una etapa muy dura, en la que nada es seguro, pero tienes que ser positivo y pelear con todas tus fuerzas. De nada sirve esconderse y tampoco puedes quedarte atrás. Son momentos complicados en los que debes continuar para ver el fruto del trabajo más adelante, cuando España vuelva a ser la capital del ocio y del turismo que siempre ha sido.

Mi fórmula consiste en tener feliz al personal para que haga feliz al cliente

¿Cuál es su secreto para mantener la calidad del servicio?
Hay que cuidar mucho al personal. Mi fórmula radica en tener camareros felices para que ellos hagan feliz al cliente. Hay que intentar crear un buen equipo, con gente que se sienta a gusto, tanto por la remuneración económica como en lo personal. De este modo también se sentirá más responsabilizada con su trabajo. Ese bienestar y buen hacer se le transmite al cliente. Si mi personal gana dinero, yo también. Es algo que aprendí en Los Ángeles, donde tuve un restaurante. Allí, una parte del salario se debe a las propinas que deja el cliente por el trato recibido. Aunque Francia goza de un gran prestigio gastronómico y fue el motor de la modernización culinaria, la tradición de la cocina occidental está también muy vinculada a San Francisco y pasó por New York y Londres.

¿Qué le decidió a crear la cadena Moncho’s, después del éxito obtenido con un local de élite como el Botafumeiro?
Mi objetivo era crear un modelo de restaurantes con unos precios más asequibles. Si seleccionamos los mejores percebes, los de mayor tamaño y calidad pueden ir al restaurante de gama alta, pero hay otros también dignos que se pueden vender a un precio más barato. Lo que me inclinó a crear Moncho’s fue acercar mis productos al gran público y aumentar el abanico de clientes.

Le pido a mis hijos música de gaita para levantar el ánimo. La llevo en el corazón e hice pinitos como gaiteiro


¿Echa de menos su tierra?. ¿Siente morriña de Pol?
Me siento muy vinculado a Pol y a Galicia. Siempre les digo a mis hijos que me pongan temas musicales en los que suene la gaita para animarme. No es su música, ya que ellos nacieron y crecieron en Barcelona, pero yo llevo la gaita en el corazón. De joven hice mis pinitos como gaiteiro. También me gusta reunirme ahí con mis familiares, tanto en la Festa do Emigrante de Pol, donde compartimos mesa con numerosos amigos de Galicia y Cataluña, como en otras ocasiones. Somos una familia muy grande y es agradable reencontrarse.

¿Qué supone para usted los numerosos galardones recibidos, entre ellos los que le concedieron colectivos gallegos de Cataluña?
Me siento halagado, pero soy consciente de que hay otros muchos emigrantes que trabajaron tanto como yo. Son muchos los gallegos que dejan alto el pabellón de su tierra con seriedad y esfuerzo. Mi virtud es tratar de ser una persona feliz e inyectar felicidad, ver la vida con una filosofía positiva. Siempre le insistió en ello a mi familia y a mis amigos.

"Fernando Ónega le dijo a Pujol que era de mi pueblo, y yo digo que soy del pueblo de Ónega"
Al ser una persona con carisma y conocida, ¿en qué medida se siente embajador de Galicia?
Dar de comer bien en Barcelona o Madrid es una forma de representar a nuestra comunidad, de destacar las virtudes de la tierra gallega y sus productos. Algunos dueños de restaurantes de prestigio somos conocidos. Tengo una anécdota curiosa sobre este tema. El expresidente catalán Jordi Pujol le preguntó al periodista Fernando Ónega de dónde era y este le respondió que era del pueblo de Moncho, ya que los dos somos de Mosteiro. Yo suelo decir que soy del pueblo de Ónega.

¿Y son amigos Ónega y usted, además de compartir raíces?
Mantenemos una buena relación y ambos nos hacemos la competencia para ver quién le da más publicidad a la panadería de Mosteiro, que en nuestra opinión hace el mejor pan del mundo

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