Asignaturas pendientes: el viaducto de la A-6, socavones en la N-120 y la deficiente N-540

El maltrato que sufre la provincia de Lugo en materia de infraestructuras viarias resulta evidente tanto por el retraso que sufren obras vitales como por el avanzado deterioro de muchos tramos, tras años de escasa inversión en mantenimiento.
Vista aérea del viaducto de Castro, tras su derrumbe. AEP
photo_camera Vista aérea del viaducto de Castro, tras su derrumbe. AEP

El derrumbe de la N-642 es solo un ejemplo más del déficit que en materia de infraestructuras viarias sufre la provincia El maltrato que sufre la provincia de Lugo en materia de infraestructuras viarias resulta evidente tanto por el retraso que sufren obras vitales como por el avanzado deterioro de muchos tramos, tras años de escasa inversión en mantenimiento. El panorama al que se enfrentan los usuarios lucenses resulta así desolador, y al derrumbe que sufrió la N-642 el pasado viernes, hay que añadir unas conexiones con la Meseta que se mantienen en precario desde la caída del viaducto de Castro en la A-6, los nuevos socavones aparecidos en la N-120 —entre Ponferrada y Monforte— o el calamitoso estado que continúa presentando la N-540, cada vez más utilizada por lucenses que quieren subirse al Ave en Ourense.

Entre las infraestructuras todavía pendientes, los nuevos retrasos que acumula la obra de la A-54 provocan que Lugo se adentre en esta tercera década del siglo XXI siendo la única provincia gallega sin conexión directa por autovía con la capital autónoma y, lo que es peor, sin una fecha clara en el horizonte sobre el fin de los trabajos pendientes.

Tampoco hay noticias sobre la otra autovía que resulta vital para la vertebración del interior de Galicia, como es la A-56 que debe comunicar Lugo con Ourense y de la que solo existe un tramo operativo que no llega ni a diez kilómetros de los casi 100 previstos. Y si el derrumbe de la N-642 ha puesto en manifiesto la necesidad de iniciar la Autovía da Costa (A-74), también se hace necesario que se concreten plazos sobre la A-76, que deberá unir Ponferrada y Ourense por Monforte y que resulta vital para comunicar el sur de la provincia con la Meseta.

Pero sin en materia de nuevas infraestructuras la provincia de Lugo es una de las grandes olvidadas, la nula conservación de otras evidencian una red que aumenta en deterioro a pasos agigantados. El derrumbe del viaducto de Castro es, sin duda, uno de los episodios más graves de la historia reciente de la ingeniería civil española. Su colapso no solo deja en entredicho su calidad constructiva y posterior conservación sino que siembra dudas sobre el estado de los demás puentes construidos en la A-6 para salvar la difícil orografía de Os Ancares. Pero tan preocupante como la propia caída del viaducto en sí es el hecho de que, a día de hoy, no se haya dado ningún tipo de plazo sobre su reconstrucción y el silencio del Mitma a la hora de explicar la solución definitiva que se le va a dar a la autovía en esta zona.

La otra carretera que sirve para conectar la zona sur de la provincia con la Meseta —la N-120— y que desde la caída del viaducto se ha convertido en ruta alternativa para el transporte pesado tampoco da para buenas noticias. La borrasca Fien provocó el pasado 17 de enero un socavón que obligó al corte de dos carriles en sentido Ponferrada a la altura de la localidad leonesa de Biobra.

La situación de esta carretera no es mejor en la parte lucense, con baches tan profundos en Quiroga que ya han provocado en torno a una veintena de reventones de ruedas en cadena.

A toda esta serie de deficiencias viarias en la provincia también se podría añadir los problemas de la A-8 en O Fiouco o el derrumbe de la carretera autonómica LU-651 en O Courel. Y es que circular por Lugo no es, desde luego, motivo de alegrías.

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