Pagar una multa por exceso de velocidad es una de las obligaciones que más crispa a los conductores y muchos votarían a favor de eliminar todos y cada uno de los cinemómetros que pueblan actualmente las carreteras de la geografía española. Solo en la provincia de Lugo, operan hoy en día un total de 26 radares —fijos y móviles— que detectan a diario multitud de infracciones que ponen en riesgo la seguridad vial. De hecho, en lo que va de año, los agentes del subsector de Tráfico de Lugo ya se toparon con casos como el de un conductor que circulaba por Cospeito a 159 kilómetros por hora, en una zona limitada a 70; otro que pasó por Guntín a 166 kilómetros por hora, cuando el límite era a 80, y otro que manejaba su Porche Panamera por la A-6, a su paso por el municipio de O Corgo, a nada más y nada menos que 229 kilómetros por hora.
Conductas de este tipo invitan a preguntarse: ¿querría algún conductor sensato cruzarse en su camino con alguno de estos pilotos? Seguramente no. Y es que según los datos de la DGT, el exceso de velocidad está detrás de casi una cuarta parte de los accidentes mortales, una cifra que justifica sin duda la vigilancia y la prevención de este tipo de infracciones. En las carreteras lucenses, este control se realiza a través de 12 radares fijos, tres de tramo, uno movible entre dos viales, 9 móviles (5 Veloláser, 1 Autovelox, 1 Multanova y 2 Multaradar C) y uno aéreo, el Pegasus. Los agentes que manejan los cinemómetros aseguran que los conductores están cada vez más concienciados con el peligro que entraña sobrepasar los límites al volante, aunque todavía queda mucho por avanzar. Iván y Julio, dos guardias del subsector de Tráfico de la Guardia Civil que recorren a diario la provincia, reconocen que su mera presencia en carretera crea todavía cierto malestar entre los ciudadanos.
Los conductores pueden revisar la foto y los datos del radar en el momento en el que los paran y pagar la multa ‘in situ’ a los agentes
"Lo primero que suele pensar la gente es: Ya están otra vez multando; pero si nos ven, o saben que estamos en una zona concreta, los conductores respetan las señales. Y ese es el objetivo. Nosotros hacemos una labor de prevención y concienciación, y además no elegimos al azar la ubicación de los radares, sino que seguimos ciertos criterios, como por ejemplo las zonas con mayor índice de accidentalidad", explican.
Basándose en su experiencia, los agentes aseguran además que, en materia de velocidad, no hay un perfil del infractor. "Todo el mundo puede sobrepasar los límites alguna vez, aunque sea por despiste. Sancionamos tanto a hombres como mujeres, con coches antiguos o de alta gama, y de todas las edades. Aunque hay que decir", matizan, "que los jóvenes, de entre 20 y 25 años, generalmente son los que más respetan la señalización".
"Cuando se excede el límite de velocidad, la excusa más utilizada es que se llega tarde a una cita médica", comentan los guardias
Cuando trabajan con los radares móviles, los agentes intentan comunicar la sanción en el momento. "Hacemos el control dos patrullas. Una opera con el radar y otra se ubica más adelante para dar el alto y comunicar las infracciones. Paramos a todos los conductores que podemos y a los demás se les comunica por correo. Mucha gente no sabe que, en ese mismo momento, el conductor ya puede revisar las fotografías y los demás datos de la sanción. Y si quiere también puede abonar la multa in situ, aunque solamente con tarjeta de crédito. Una opción, comentan, "por la que optan pocos conductores, sobre el 20%". La mayoría, por el contrario, se lleva la multa a casa, no sin antes intentar justificarse. "Muchas veces aluden a un despiste, aunque lo que más nos dicen es que iban rápido porque llegaban tarde a una cita médica. Pero ante el radar, no sirven las excusas", concluyen.